Pablo Nieto
La carrera de James Horner siempre estará ligada al género de la ciencia ficción, y por mucho que en los 90 y en este principio del nuevo siglo Horner haya pretendido alejarse de sus orígenes; cuanto más aburrida y predecible se volvía su obra, más era la añoranza generada. Así, es inevitable remitirse a comienzos de los 80, cuando sorprendía con sus espectáculos sinfónicos para producciones de serie B como “Krull” o “Los Siete Magníficos del Espacio”, antes de colocarse como el compositor con más proyección del panorama americano con sus adultas “Aliens”, “Star Trek II” y “Cocoon”.
Su estilo, caracterizado por un talento innato para la melodía, ornamentada por laboriosas y, en ocasiones, apabullantes orquestaciones, llevaban al género sinfónico-fantástico a una nueva dimensión, alcanzando su cenit con “Willow” y “En Busca del Valle Encantado”. Desde entonces, y pese al guiño que en 1995 (el año más fructífero e inspirado de la carrera del compositor) con “Jumanji” y “Casper”, ha ido renunciando sistemáticamente a participar en cualquier aproximación al género fantástico (incluyendo su incomprensible negativa a poner música a la trilogía de “El Señor de los Anillos”). Con “Las Crónicas de Spiderwick” parece haber decidido darse una tregua. Aunque estará por ver si es una buena elección, sobre todo teniendo en cuenta la saturación del mercado con historias de estas características: "Harry Potter", "Narnia", "Eragon" o "La Brújula Dorada" sin ir más lejos.
Dirigida por Mark Waters y con guión de John Sayles, esta serie de cinco historias ilustradas, concebida por Tomi Diterzzili y Holly Black, nos presenta el relato de dos hermanos mellizos y su hermana adentrándose en el bosque de su nueva residencia. Allí descubrirán toda una variada fauna de seres mitológicos y mágicos, cuyo secreto radica en un libro que tratará de ser robado por unos seres malignos que quieren apoderarse del mundo.
“Las Crónicas de Spiderwick” es un trabajo tremendamente maduro del compositor, y que claramente sirve de punto de arranque para una serie de ideas musicales, que a buen seguro Horner o quien le sustituya a cargo de esta saga, podrá desarrollar en sus continuaciones. Quizás por eso, hay ideas que no terminan de desarrollarse por completo, por lo que Horner decide dar prioridad a la descripción más genérica antes de detenerse en otros detalles de la trama.
El compositor californiano, parece sentirse especialmente cómodo con los extensos pasajes incidentales que le ofrece musicalmente el film, yendo de menos a más en la captura y posterior eclosión de los sentimientos y las conclusiones de esta primera parada en el camino de los hermanos Grace. Para ello, nada mejor que dos leit motivs bien definidos: uno claramente infantil, asociado a la añoranza del hogar, a las relaciones entre los hermanos, que parece influenciado por el “Lullaby” de "Casper"; otro mucho más épico y aventurero, utilizado para describir los momentos triunfales de los protagonistas.
Ya en su obertura se deja claro que no habrá concesiones musicales, puesto que el camino elegido por Horner obvia cualquier autopista de melodías naif, coros épicos e innecesarios y una paleta orquestal llamémosla conservadora. Es ahí donde radica el atractivo de los mágicos “Writing the Chronicles” y “So Many New Worlds Revealed”, dos cortes, donde Horner combina con especial acierto electrónica y orquesta, jugando con crescendos controlados y sorprendentes para el oyente, en consonancia con el mundo que poco a poco van descubriendo los protagonistas.
El aire bucólico y pastoral que tan bien maneja el autor (“The Spitfire Grill” es uno de sus precedentes más notables) lo encontramos en “Thimbletack and the Goblins”. Un corte donde dulcimer y pizzicatos dan debida réplica al desarrollo sinfónico al que contribuyen maderas y cuerdas.
Horner se siente especialmente a gusto describiendo las partes más oscuras y opresivas del film, con una música que no le va a la zaga. En especial con “Dark Armies from the Forest Attac”, corte de gran concepción rítmica, con protagonismo de las percusiones, y un acertado uso de los metales incrementando la sensación de peligro. Tras el dramatismo de “Burning the Book”, nos encontramos con “A Desperate Run Through the Túnel”, una de las piezas más destacas de esta partitura. Su arranque contenido, con referencias a los dos leitmotivs del score, poco a poco nos introducen en una dinámica orquestal en continua progresión, apareciendo el Horner más sinfónico y violento que recordamos desde “Aliens”, en cuanto a utilización de metales y percusiones. Una pieza in crescendo de agobiante concepción y ansiado final.
De nuevo el tema de los hermanos para acompañar el mágico y contenido “Lucinda´s Story”, que antecede a los estupendos “The Flight of the Griffin” y “Escape from the Glade”. En ambos, Horner se pone su traje de gala y nos ofrece uno de esos espectáculos orquestales de gran énfasis melódico que de vez en cuando le reconcilia con su cohorte de admiradores. Dos cortes de elegante sinfonismo, donde el motivo épico es desarrollado con apasionamiento, sosteniéndose sobre un mágico manto orquestal, de novedosa y apreciable evolución musical del compositor. Son diez minutos, donde realmente la música se convierte en un elemento clave de la emoción que transmiten las imágenes. Hacía años que no se escuchaba a un Horner tan entregado.
Por supuesto, tanto “Coming Home” como “Closing Titles”, siendo los dos últimos cortes del disco, y Horner el compositor, no van a defraudar a nadie. Excelentes suites-epílogo, donde los dos leitmotivs son objeto de innumerables variaciones. Destaca especialmente en el primero los solos de celesta del tema de la nostalgia, al que se unirán cuerdas y maderas, así como un acompañamiento a piano en conexión con el tema aparecido en “Thimbletack and the Goblins”. Los sintetizadores, manipulando la sección coral, se unirán también al clímax del tema épico.
Más cerca de “Jumanji” que de su legendario score para “Willow”, estamos aún así, ante un trabajo de primera escucha fría, algo lógico, pues como los buenos vinos necesita ser decantado y aireado previamente antes de su consumición. Después es cuestión de dejarse llevar por una de las propuestas musicales más atractivas del año.
7-enero-2007
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