Ignacio Garrido
Por todos es conocido que dentro del mundillo de la banda sonora, suelen darse casos reiterados en la edición de trabajos musicales que responden más bien a cierta mitomanía o a una fama adquirida con el paso del tiempo, que luego llegada la hora de su constatación como obra de calidad asegurada, no acaban de responder tanto como se quisiera a las expectativas levantadas sobre ellas.
El caso de “Klute” de Michael Small, bien pudiera incluirse en este saco de incómodas banda sonoras de prestigio no corroborado llegada su audición definitiva en CD y no por lo sorprendente de sus ideas iniciales expuestas, sino por el cambio de rumbo del grueso del score a partir de las mismas y el progresivo deshilachamiento de esas estupendas propuestas. En el caso que nos ocupa destacan en esta línea interesante los soberbios primeros dos cortes de la edición, empezando por “The Tape - Main Title”, que se desarrolla con reverberaciones en el piano ejecutando un motivo inquietante e inacabado, efectos ascendentes y descendentes con xilófonos, y el fascinante “Rooftop Intruder”, donde sobre un motivo minimalista y misterioso a piano, surge una sensual voz femenina susurrando una sugerente pero malsana melodía, que se va turbando por las intervenciones de percusiones y cuerdas siniestras. Todo un prodigio de creatividad para el inicio de la banda sonora que lamentablemente no va a continuar por esa misma línea.
El tema de amor, lógicamente titulado “Love Theme”, configura una melodía hermosa para cálida trompeta, pero típicamente resuelta en su punteo de guitarra como base rítmico-melódica unido esto a las ya clásicas percusiones setenteras, que no afean el conjunto pero que si dejan su inevitable huella demode en el tema.
El siguiente pasaje retoma la inventiva de los primeros temas con un vals decadente e irónico en el corte “Goldfarb´s Fantasy”, donde fusiona una pegadiza melodía con brillante orquestación, siempre con el piano de fondo como base de la creación. Una pieza realmente destacable y que por desgracia da paso al comienzo de los cortes menos interesantes de la partitura, una serie de momentos diegéticos como “Lounge Music” o “Bree´s Abandon”, así como una sucesión de momentos completamente poperos de los 70 con guitarra eléctrica, batería, saxo, etc… en cortes como “Old Friends” o “Club Scene”, cuya sonoridad pasada de moda y su construcción tonal previsible y sin atisbos de la profundidad emocional que al menos sí destila el tema de amor, los convierte en temas a olvidar fugazmente en su audición dentro de la edición discográfica.
El misterio de los primeros cortes se retomará hacia la parte final del score en “The Watcher”, “Alone in the Night” y “Waiting in the Loft”, surgiendo además una agresiva variación del motivo central a piano, casi convertido en un conato de tema, primero de acción y luego suspense en el estupendo “Bree Flees John” y desarrollada más tarde hasta límites casi terroríficos en el lamentablemente breve “Cable´s End”.
Una nueva melodía también encauzada con la orquestación setentera, pero esta vez más interesante y pegadiza, se desarrollará en el corte “Righteous”, pese a que la intrusión de su sonoridad en toda la sección de suspense y tensión final sea un error conceptual del disco para la opinión del que esto suscribe.
El tema de amor volverá a tener presencia, aunque sin un especial desarrollo ni variaciones, en los pasajes “Street Market / Love Theme” y “Love Montage”, aunque si destaque en la conclusión del score con “Leaving the City / End Title”, donde nos regalará el desarrollo más completo y emotivo de dicha melodía, cerrando la partitura de forma melancólica y crepuscular.
No obstante, tanto altibajo no deja de parecer un continuo vaivén de ideas estupendas entremezcladas con pasajes llenos de clichés de los 70 que llenan minutos y minutos en un trabajo (no excesivamente largo todo hay que decirlo y que precisamente por ello se hagan tan prescindibles las intrusiones pop) que bien podía haber sido realmente excepcional, de desarrollar en plenitud las mejores ideas y sin tanto acartonamiento comercial de la época.
El film dirigido por Alan J. Pakula, pertenece a ese selecto grupo de trabajos conjuntos entre Michael Small y el realizador, de los que hasta la fecha solo contaba con edición discográfica el más discreto de todos ellos, “Dobles Parejas”, y que en breve esperemos aumenten en número con la edición de “El último testigo” o la estupenda “Llega un jinete libre y salvaje”, esta sí una auténtica gozada de principio a fin. Con todo una creación destacable.
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