Ignacio Garrido
La carrera cinematográfica de Michael Small, si no muy popular si fue al menos un buen ejemplo de sobriedad y capacidad mimética en prácticamente cualquiera que fuese el género que abordó el compositor. Lo mejor es que esto lo hizo con un buen gusto y elegancia encomiables si bien no es menos cierto que los resultados musicales pudieron ser en muchas ocasiones más bien discretos, o al menos pasar como tales por las imágenes de los films a los que acompañaba su música, pese a que en una posterior audición propiciada al fin por la edición de uno de sus múltiples trabajos inéditos descubramos a un autor excelente, de una madurez envidiable y una profesionalidad digna del más alto elogio.
Unido al director Bob Rafelson como nombre representativo del binomio oficial y más destacado de su carrera, el compositor aunó esfuerzos en varias películas, de las cuales quizás “El caso de la viuda negra” no fuese una de las más destacadas, pero sin duda es un buen ejemplo del saber hacer y talento de Small.
Ya se encargó un servidor de mencionar las virtudes compositivas sinfónicas del autor en la reseña de “Las montañas de la luna”, pero aquí toca cambiar bastante de tercio al tratarse de un thriller de suspense en el que una mujer encarnada por Theresa Russell va asesinando maridos allí por donde pasa, perseguida de una tenaz investigadora que le sigue la pista interpretada por Debra Winger.
Construida de forma clásica y con un sentido homenaje a Herrmann como base musical del score sugerida por el director, la banda sonora se vuelca en una brillante sección de cuerda como motor y alma de la composición. El grueso de la partitura será pues una música tensa, críptica, misteriosa que irá desenvolviendo con pequeños motivos melódicos y un desarrollo lento, anguloso el misterio que rodea a la misteriosa mujer tras la cual van apareciendo hombres muertos. No sonara esta partitura muy alejada del gusto de Howard Shore por el desarrollo e imbricación tonal de la cuerda, así como por su desarrollo motívico o la forma de conjugar ambientes malsanos, opacos y elementos plácidos, calmados, líricos. Sin duda Shore es una buena referencia para acercarse a esta obra y en general a la música de Small en este género que llegó a cultivar con genialidad en "El cartero siempre llama dos veces". No hay que olvidar en cualquier caso que pese a que el nombre de Shore pueda aparecer puntualmente a lo largo de la reseña como referencia sonora para el trabajo de Small, primero fue este último y luego vino el creador de “El Señor de los Anillos”, con lo que nunca podremos atacar a Small por poseer un estilo que luego desarrollaría y haría suyo Shore con su propio sello de identidad.
El comienzo “The Widow” es ya toda una declaración de principios, unos golpeos rítmicos con sintetizadores primarios pero altamente efectivos en lo seco de su sonido y lo inquietante de su reverberación, unidos a los arcos de los violines realizando violentos pizzicatos, dan paso a un fragmento para cellos sinuoso e inquietante, momento tras el cual la cuerda va tomando cuerpo en forma de melodía lánguida e imprecisa.
La sombra de Benny se alarga, dejándose entrever y notar claramente en el segundo corte “Ondine´s Curse”, que como cualquier buen aficionado podrá apreciar ofrece apuntes de "Psicosis" en intenciones y efectos de desasosiego, ya sea en las pequeñas intervenciones rítmicas o en el juego de repuestas entre sintetizadores y orquesta. Hay que destacar aquí que la aparición de los mencionados sintetizadores es un elemento introducido con solvencia por el autor, del que nunca se abusa y cuya utilidad a la partitura es siempre adecuada, sin estar nunca forzada su intervención. Sin duda una decisión motivada por pertenecer la composición a una época en la que estaba de moda jugar con los sonidos que al mezclarse con la orquesta podían aportar cierta modernidad a la banda sonora y a la película.
De este modo Small va construyendo con profundidad y de forma milimétrica toda la atmósfera de suspense requerida, con momentos destacados como “No Evidence”, donde encontramos al mejor Howard Shore, o “Hawaii” pasaje que puede recordar a más de uno en este terreno a otro genio de por aquellos años, al enorme Bruce Broughton de "Narrow Margin" y "The Presidio", sin duda referencias todas ellas inmejorables para orientar al lector sobre la fantástica calidad de la música que Small va desarrollando con aplomo, de forma comedida, conociendo y manipulando los resortes del genero a la perfección. Quizás sea el magnífico corte “No Air” el mejor de toda la banda sonora, tanto por alternar la tensión más rotunda con el único momento de acción de todo el score, un pasaje arrollador que da buena muestra de que Small podía componer cualquier tipo de música y destacar en ello.
No obstante no todo es angustia, pues también encontramos delicados y envolventes momentos románticos a lo largo de la partitura como el excelente corte “The Seduction”, donde Small pasa con maestría del lirismo al suspense más inquietante, para recuperar la vena intimista al final del tema sin perder fluidez y realizando una progresión, desarrollo y oscilación melódica y tonal soberbias.
A medida que la trama se acerca a su final y el misterio de la viuda negra se va desenvolviendo, Small va mostrándose menos atenazado por el suspense y desliza con sutil intensidad la composición hacia caminos progresivamente más terroríficos, con intervenciones de las cuerdas de forma más asfixiante y desgarradora, destacando el pasaje más extenso del score en “She´s Deadly”, que de forma casi imperceptible va angustiando al oyente, preparándolo para el desenlace musical, que llega tras un momento de enorme intensidad en la cuerda en su corte final “Knowing When to Stop” y que da paso a una liberadora y romántica variación del tema central, de pleno lirismo, pero que de forma abrupta presenta un giro musical sobrecogedor al transformarse dramáticamente al final en una continuación de la historia que todo el film nos ha contado.
Como es costumbre la edición del compacto por parte de la casa Intrada, resulta excelente, no solo ya por la inclusión de toda la música del film, sino por las excelentes notas y la aventurada opción de dedicar un compacto de tirada limitada en su serie Special Collection a un nombre tan poco dado a alcanzar las ventas de un Bruce Broughton o un Jerry Goldsmith, como es el caso de Michael Small, pese a que como no me canso en reafirmar una y otra vez, sea un compositor que merece esta edición y un buen puñado de ellas más. No obstante es más que prometedora la aparición en el mercado de una obra como esta pues demuestra que el buen gusto y oído de algunas casas discográficas pueden solventar grandes ausencias y subsanar imperdonables olvidos que todavía perduran en el mundillo en el que nos movemos.
Por todo ello que sin llegar a ser una obra imprescindible, este trabajo sea un disco estupendo y altamente recomendable para todo aficionado con paladar exquisito y ganas de recuperar una música creada con una calidad intrínseca, seriedad profesional y talento innegable.
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