Ignacio Garrido

Inicialmente un proyecto deseado por muchos, que pocos llegaron a ver, este “Beyond Borders” (que de nuevo en su ridícula traducción al castellano nos llegó con otro de esos títulos de folletín barato de anodina tarde de televisión, “Amar peligrosamente”) debería recordarse al menos por su soberbia banda sonora. Tras barajarse muchos nombres en su dirección e interpretación, desde Oliver Stone a Kevin Costner en sus respectivos apartados, el film quedó como una interesante historia de amor a través del tiempo y los conflictos de ayuda humanitaria por los que se mueven sus protagonistas. Excelentemente rodada como de costumbre por Martin Campbell y vehículo de lucimiento para su espectacular protagonista femenina Angelina Jolie, el film se encuentra arropado en todo momento por un excepcional trabajo de James Horner, su obra más inspirada y rica de los últimos (bastantes) años.

Seguramente y debido al escaso éxito del film, esta banda sonora pasó desapercibida, pero sería injusto no alabar el excepcional esfuerzo llevado a cabo por el compositor, que lejos de repetir ideas, cometer autoplagios o desesperar a los fans con otra obra de corta y pega o de escasa inventiva, sorprende con una partitura trabajada y de tremenda fuerza. Es algo ya habitual en el autor de “Titanic”, encontrar en la misma época del año la agrupación de muchos (sino todos) trabajos suyos, que posiblemente se acumulan para su estreno en el mismo periodo dado que se fuerza su aparición en pantalla para poder entrar en competiciones, esperar a fechas concretas que beneficien la taquilla o cuya promoción coincida sencillamente con un calendario previsto entre varios de sus films. No obstante y de entre todos sus trabajos del 2003, este “Beyond Borders” sin duda fue el mejor.

El CD, estructurado en las tres localizaciones por las que pasan los personajes del film, asume la estructura de suites o pasajes para cada escenario y de este modo el maravilloso tema central es el primer movimiento de Etiopía, una bellísima melodía coral, que aúna sinfonismo esperanzador e intimismo melódico, siendo muy posiblemente el mejor tema central de su autor desde “La máscara del Zorro” (siendo esta la segunda fructífera colaboración de James Horner con su director Martin Campbell y continuada con el mismo nivel de calidad en la estupenda secuela del Zorro). El segundo y tercer movimiento de esta región son igualmente hermosos, con voces africanas y percusiones tribales fantásticas, destacando un tema para oboe con ciertas similitudes a "La Misión" de Morricone.

Para la siguiente selección de cortes en Camboya Horner explora terrenos olvidados con su inconfundible y poco convencional empleo de sintetizadores y la electrónica (recordando algunos de sus scores de los ochenta y de principios de los noventa como “Bopha!”, “Vibes” o “Where River Runs Black”), que suenan impactantes y tremendamente frescos, mencionando especialmente el segundo y excelso movimiento de esta región (casi diez minutos de inventiva y agresividad sonora) y el oscuro y fantástico cuarto fragmento, de un dramatismo sobrecogedor.

En la tercera y última parte para Chechenia encontramos la sección más emotiva, lírica y espectacular de la partitura, que tomando prestado (y esta vez acreditado) un hermoso tema de Schumann para el tercer movimiento y con un bellísimo tema para flauta en el primero, redondea un trabajo excepcional, en el que no faltan los pasajes de acción arrolladora del mejor Horner (sublime y emocionante el segundo movimiento) y una revisitación final de todos los temas, que culmina con el glorioso tema central.

La casa discográfica Varése ajusta la duración del disco para lo que suele ser habitual en Horner y sus interminables CDs con Sony, siendo el resultado una obra brillante y destacada de su autor, así como una magnífica banda sonora con el film que hará palidecer a los detractores del compositor, pues expone lo que viene siendo ya habitual en el Horner de los últimos tiempos; que es capaz de seguir creando partituras excelentes y de gran calidad en las películas que le motivan para ello y trabajando con directores habituales que probablemente le exigirán mucho más que la autocomplacencia que esgrime ante otros noveles y películas quizás más intrascendentes para él.