Ignacio Garrido
En el momento de escribir estas líneas, quedaban aproximadamente unas noventa copias de este doble compacto limitado de la casa discográfica Intrada. Dedicado a dos obras menores del gran compositor norteamericano Bruce Broughton, el lanzamiento de las bandas sonoras corresponde a los dos film protagonizados por la jovencita Eloise, personaje surgido de la mano de la escritora Kay Thompson, de gran calado literario infantil en los Estados Unidos. Esta edición supone una nueva confirmación del todavía excelente estado de forma del autor de "Silverado", pero sobre esta obvia afirmación se me antoja, regresando al inicio del comentario, la prioridad de sentirme no a estas alturas ya alarmado, sino algo desconcertado, por ser precisamente un servidor el que se ha encargado en más de una ocasión en estas mismas páginas de ofrecer apreciaciones sobre discos, cuya vida comercial se encuentra en ciernes de extinguirse (al menos de cara a la venta oficial) al aparecer publicadas las mismas. En fin, así son las cosas.
Con una nueva ironía del destino en mis manos y sin querer aproximarme a visiones localistas por el empleo de la excesiva, según que voces, personalización de lo escrito, le cuesta al que esto suscribe acabar de creer en que obras como la que nos ocupa, pese a su indudable calidad y amena escucha, cuenten en su haber con suficientes seguidores acérrimos del compositor (pese a que merezca estos y muchos más) o interesados en los propios films a los que la música acompaña, que consigan acabar con los 1200 ejemplares lanzados por la casa, en su extremadamente selecta serie Signature Editions.
La composición para ambas cintas "Eloise at the Plaza" y "Eloise at Christmastime", corresponde a una evidente escritura elegante, ligera y desenfadada que sigue los postulados de toda la vida en términos de comedia infantil de enredo y buenos sentimientos en la que Broughton es todo un maestro. De hecho y debido precisamente a esta experiencia en el ámbito en el que las composiciones se mueven, las partituras pueden sonar especialmente familiares o en muchos casos similares a otros trabajos previos del compositor, como las dos partes del film de perritos "Homeward Bound" y el ambiente de "For Love or Money" para el primer film y sus obras para "All I Want for Christmas" o "Miracle on 34th Street" para el segundo.
Podríamos ejemplificar las dos composiciones con una sencilla analogía de sonoridades. Primero tendríamos en "Eloise at the Plaza", por su empleo del saxo como voz principal del tema dedicado a la niña, el uso de la cuerda para los momentos más dinámicos y el piano como elemento reflexivo e intimista, una evidente continuación de la película con el conserje Michael J. Fox hecho a la medida de su hotel. En "Eloise at Christmastime", por su ineludible orquestación navideña y agradables líneas melódicas, una ampliación tanto del primer film de Eloise como de las aventuras de Santa Claus en la gran manzana y la calle 34, con los juicios de por medio para demostrar su identidad.
Broughton recurre por lo tanto a un terreno que, no sólo conoce bien por su experiencia previa, sino también por el dominio en el mismo de los recursos expresivos, tanto en el aprovechamiento de las secciones de la orquesta, como en la recatada creación de su base temática. Baste citar el empleo ya comentado del saxo para servir de voz situacional de la pequeña protagonista en el hotel donde se van a desarrollar sus travesuras y que aparece en el corte que abre el primer disco "Main Title; the Plaza". Aquí se desarrolla el tema central seguido de una estupenda variación con evidente inclinación hacia el "Rhapsody in Blue" de Gershwin, obra cuya sonoridad se toma como referencia a la hora de musicar algunas de las posteriores correrías de la niña, sin ir más lejos su presentación en el siguiente corte "I´m Eloise". Diálogos de viento con cuerda, scherzos dinámicos, pizzicatos cómicos y demás cartas de sobra conocidas por todo entendido en el juego, configuran el resto del score para este primer film hasta llegar al extenso corte "The Eloise Waltz", donde como su propio nombre indica, se ejecuta la versión más desarrollada del tema principal en forma de exquisito vals, momento álgido que denota la elegante factura de Broughton pese al paso de los años en su carrera.
Siguiendo con esta línea, la segunda partitura incluye melodías de villancicos populares cosidas entre el cuerpo temático del compositor, a modo de complemento temporal de las nuevas aventuras de la protagonista en el periodo navideño correspondiente. El autor prosigue con acierto el camino emprendido en la partitura precedente, añadiendo aquí algo más de su factura orquestal dramática, sirviéndose de nuevo en todo momento del leit-motiv central como eje conductor de la música. Cortes como "Still in Love" o "She´s Dead", resultan algo más refrescantes y llamativos que los de la creación originaria sobre todo por su profundidad emocional. Otros más coloristas como "Shopping Day Montage" parecen atisbar por momentos el glorioso tratamiento sinfónico tan añorado y admirado del autor. Todo esto configura a "Eloise at Christmastime" como un trabajo superior a "Eloise at the Plaza". No es sólo por una mejor revisión en sus conceptos, sino porque completa a ésta con una notable mejora del material preexistente, gracias al talento más que evidente de un músico soberbio, mal que nos pese a muchos su exigua aportación al cine actual.
Pese a las delicias que quedan por el camino, en forma de algunos pasajes fantásticos que elevan la media del conjunto hasta hacerlo digerible del tirón, no se pueden negar las evidencias que este tipo de composiciones presentan para el oyente. La más inmediata es que se trata de una clase de música en exceso codificada, lastrada en su mayoría por una más que predecible construcción y tonalidad. No vamos a encontrar pues, elementos novedosos en "Eloise at the Plaza" ni en "Eloise at Christmastime", sino más bien todo lo contrario y por ello hay que estar bien concienciados de lo que su escucha aislada nos ofrece. Broughton es muy sincero al respecto; elegancia, conocimiento melódico y exquisitas formas sí, pero también abundancia de pasajes breves, poco desarrollo temático y reiteración de ideas básicas. La calidad está fuera de dudas, pero no podemos engañarnos respecto al contenido.
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