Ignacio Garrido
La continuación de David Arnold en la saga Bond, parece asegurada a tenor de lo que su último trabajo refleja. “Quantum of Solace” ejemplifica la cómoda placidez en la que el inglés se ha acomodado en lo que a 007 se refiere. Dinamismo, contundencia y espectáculo, basados en la explosividad de un concepto muscular y testosterónico que combina metales, percusión y una potente, casi continua, electrónica. Todo ello muy acorde con el momento presente de la música cinematográfica.
Arnold no olvida el guiño a Barry en el motivo central del episodio, pero revierte el resto del score con esa modernidad a la que el autor de “Memorias de África” tan precariamente (salvo honrosas excepciones; “007: Alta Tensión”) se fue adaptando, hasta perder el patronazgo musical del agente secreto en detrimento de savia nueva. Por su parte, el de Lutton continua sin estridencias y con una adecuada coherencia estilística interna las andanzas del personaje de Fleming, imprimiendo en ellas, como ha hecho desde “El Mañana Nunca Muere”, su personal sello de sinfonista desmedido (siempre con el incansable Nicholas Dodd como segundo de abordo en sus habituales lides de director y orquestador), siguiendo la evolución del protagonista a gusto de los nuevos tiempos, ahora pretendidamente más humanizado y realista (Craig ha sufrido y recibido más golpes en dos títulos que Connery y Moore en todos los suyos juntos).
El arranque es frenético y arrojadizo con “Time to get out” y “The Palio”, dos cortes que hacen las veces de presentación de la partitura, sólidos, de robusta ejecución, cimentados en consistentes ritmos y pequeñas figuras motívicas que dejan entrever, no obstante, la falla principal del trabajo; su escasa aportación melódica, tanto en la atronadora sucesión de pasajes de acción, como en sus remansos líricos. Tan solo un consistente tema “a la Barry” tamizará un par de momentos de estruendo, con imponente fuerza en los metales, completando el mejor tema de acción del cd en “Target Terminated”, una adrenalínica pista a la altura de cualquiera de los mejores momentos perpetrados por el inglés en la saga. El resto (“Somebody wants to kill you”, “Pursuit at Port Au Prince”, “DC3”) acaban por caer dentro del saco de la reiteración de los patrones previos del “Arnold bondiano” y de su habitual aparatosidad orquestal (incluyendo una estruendosa batería y guitarra eléctrica en momentos puntuales para dar algo de color contemporáneo), algo que tras cinco títulos es algo más que comprensible.
Por otro lado, resulta cuando menos curiosa la introducción en la edición discográfica de numerosos pasajes de escasa duración, con poco más de medio minuto, siendo varios de ellos apuntes localistas (“Bond in Haiti”, “Bolivian Taxi Ride”) o meras cortinillas situacionales con el tema de Monty Norman (“Talmone”, “Field trip”). Mientras, los fragmentos intimistas (“Night at the Opera”) se resuelven con una ahogada vena lírica, más centrada en ese sucedáneo de minimalismo tan de moda, que en el desbordante romanticismo del que Arnold hizo gala en el capítulo previo con el suntuoso tema de amor para Vesper, del que en un par de pistas (“What´s keeping you awake”, “Forgive yourself”) se cita su frase inicial para piano. Incluso el temp-track se adueña de la banda sonora por momentos, saltándose a la torera los parámetros de la saga con “Camille´s Story”, en un arrebato de desubicación inaudito, al sonar veladamente la famosa pieza “Atacama” de Gustavo Santaolalla (pieza que lleva repitiendo en prácticamente todos sus trabajos oscarizados o no, desde que se introdujese en el cine), quizás justificada narrativamente por la situación geográfica de ciertas secuencias asociadas a dicho tema.
Todo esto hace que los estimulantes instantes de inspiración, como la percusión seca y brutal de “Have you ever killed someone?” o los juegos polirrítmicos in crescendo de la primera parte de “Perla de las Dunas”, acaben por ser los menos dentro de un conjunto acertado, pero manido y algo hastiado a estas alturas.
Además, para desgracia del aficionado, la canción respectiva “Another Way to Die”, ajena a la pluma de Arnold y obra de Jack White y Alicia Keys, resulta – para el que esto suscribe – un auténtico jarro de agua fría para el seguidor de Bond y la gran decepción de “Quantum of Solace”. Un tema estridente, ruidoso, casi exclusivamente electrónico, así como carente del pulso y la fuerza característicos de las líneas maestras que han solidificado, como una seña de identidad más del personaje, sus mejores canciones. Si entre los más recientes casos de polémica a este respecto la canción de Madonna para “Muere otro día” ya provocó revuelo en su momento, la que ahora encontramos aquí no le andará a la zaga. Una lástima, más aun teniendo en cuenta que la anterior (y estupenda) “You Know my Name” de Arnold y Chris Cornell, no se incluyó en el cd de “Casino Royale”, cosa que de haberse hecho, eliminando a cambio alguno de sus pasajes más incidentales y reduciendo ligeramente su minutaje, habría beneficiado sobremanera la extrañamente pobre apreciación que algunos aficionados tuvieron de tan destacable obra.
20-noviembre-2008
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