Ignacio Garrido
Cambiando considerablemente de tercio respecto a sus inmediatos films anteriores, el compositor de origen galo afincado en España Pascal Gaigne, nos ofrece con "Querida Bamako" un trabajo de cuerpo percusivo y ambiental, donde se refleja toda la odisea de descubrimiento y supervivencia que el protagonista de la cinta, Moussa, experimenta a lo largo del viaje desde su tierra natal, Burkina Faso, hasta Europa.
Una historia contemporánea, abordada desde el realismo documental, que empuja al músico a bucear en un tipo de orquestación desnuda y seca, recurriendo al localismo africano para apoyarse en la percusión y la rítmica como motor de avance de una creación un tanto peculiar si atendemos a sus habituales registros melódicos. No debe entenderse esto ni mucho menos como una pérdida de entidad dentro del personal estilo del autor de "El sol del membrillo", pues en pinceladas de aquí y allá se evidencia su rúbrica con nitidez, pero sí se aprecia en esta más que en otras obras recientes, un espíritu de cambio, de adaptación cinematográfica y simbiosis audiovisual más potente, más directa.
La musicalidad expresa de las creaciones que le han dado a conocerse, como "Piedras" o "Azul oscuro casi negro", radica en la belleza lírica de sus formas cíclicas y circulares de sugestivo desarrollo dramático, que se conciben como substrato unificador de las tramas y personajes a los que acompaña. Ahora Gaigne, cede terreno con "Querida Bamako" a una implicación más directa para con la fisicidad del recorrido del personaje central de la cinta, dirigida al alimón por Omer Oke y Txarli Llorente.
El disco se abre con "La espalda del diablo", un fragmento ambiental difuso, de halo dramático punteado por una leve percusión, en lo que puede entenderse como una declaración en sotto voce de los principios del score. La rítmica acompaña con algo más de intensidad al tema que hará de central en "Querida Bamako", una melodía sencilla (con lejana sonoridad a Thomas Newman) de cinco notas que se desarrollará plenamente al final del disco, o a momentos como "Pistas", uno de los más interesantes del score al aunar una extraña mezcolanza de animosidad y peligro propiciada por la guitarra y el anuncio desolador de su inmediata continuación "Desierto", volcada en sugerentes efectos electrónicos. Mientras, la modernidad urbana hace su aparición con la presencia del saxo en "Viajera" y "Calles de Bilbao", amplificando su contraste con momentos puramente étnicos como "Frontera" o "Un largo camino", que presentan una contundente desnudez expositiva.
Al mismo tiempo la firma de Gaigne se atisbará en la estructura inicial de "Refugiados" y se hará más palpable todavía en la segunda mitad de "Un largo camino". El efecto dramático pausado y contemplativo propiciado por los sintetizadores en "La espalda del diablo (Patera)", tiene su continuación en "Principio y fin" con la amplificación de los registros agónicos de la electrónica y la guitarra, aunque la intervención de esta última se dulcifique brevemente en "Esperanza", para alcanzar la conclusión de la partitura con "Espíritus (Carta)" y "Querida Bamako (Créditos finales)", que recapitulan ambos el tema principal, primero con la aparición de lejanas voces africanas y disonancias, luego con adornos, una vez más, de guitarra en su aparición más sentida.
Se trata pues, de un trabajo ajustado a las imágenes que acompaña y un tanto árido en su escucha aislada, que no obstante posee suficientes elementos de interés (escueto pero curioso juego armónico y polifónico, acertado empleo de la electrónica y los samplers) para el aficionado - en especial para el seguidor de Gaigne - como para hacerlo digno de atención.
Editado por la compañía española Karonte sin una distribución (de momento) oficial ni accesible, este disco forma parte del selecto grupo de títulos escogidos para engrosar una nueva tirada limitada llamada "JMB/Karonte Soundtrack CD Club". Una maniobra comercial que se sube al carro de las grandes norteamericanas del negocio como son Intrada y Varese. Los 500 ejemplares de "Querida Bamako", son la prueba fehaciente del tipo de recursos a los que se están viendo empujados los arriesgados productores de bandas sonoras en nuestro país para intentar aguantar la embestida de un mercado cada vez más sobresaturado. Esperemos que la jugada no les salga del todo mal, pues autores como Pascal Gaigne bien merecen el respaldo discográfico de quien se lo brinde.
4-septiembre-2008
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