Pablo Nieto
S. (Standard) – Norma / Criterio
Jerárquicamente la norma está por encima del individuo. La ruptura de la misma da lugar a una infracción con su correspondiente sanción correctiva. Esta máxima social pretende racionalizar el comportamiento humano desde un punto de vista integrador, pero a la vez limitador. Es el paroxismo de la cadena de producción aplicada a las relaciones humanas, a la creatividad artística. Por eso Standard y Elfman no son conceptos que se complementen. Y es que el genio cuyo apellido era ya un macguffin del “freak” de cualquier película de Tim Burton a la que él mismo pondría música en su madurez, ha jugado a ir de compositor anárquico y rupturista en su concepción de la música de cine, y aunque no siempre le ha salido bien, la perspectiva del tiempo, el análisis de su carrera, sus encuentros y desencuentros con directores amigos (el propio Burton, Sam Raimi, Gus Van Sant) son prueba fehaciente de una victoria moral sobre el conservadurismo imperante.
Ya entrado en la cincuentena, hastiado de ser la referencia de una subcorriente freak comandada por Jack Skeleton y asentado familiarmente, su única ambición es disfrutar de su madurez creativa, siempre ajeno a injerencias o imposiciones que le permitan mostrar algún síntoma de debilidad. Por eso en los últimos cuatro años, Elfman ha comenzado a interesarse por otras corrientes creativas, componiendo música para videojuegos, desarrollando una interesante obra de concierto con piezas como “Serenada Schizophrana” y ahora introduciéndose en el fascinante y contemplativo mundo de los documentales.
O. (Operating) - Operación
Los Festivales de Cine son importantes para los que los organizan y para los que disfrutan de sus fiestas. Al público en general lo único que le preocupa es cuánto costará la entrada de la película que posiblemente sea vapuleada por aquellos que luego devoran el catering. Por ciertas connotaciones políticas añejas, que no conviene sacar a colación en esta reseña, la Berlinale es uno de los campos de operaciones favoritos del selecto club del gourmet de la crítica especializada. Quizás, a muy pocos les interese que “S.O.P” fuera el primer documental a competición en la historia de dicho festival, obteniendo el Premio Especial del Jurado, pero los habrá que tratando de adquirir un prestigio moral sobre sus semejantes, se animen a presenciar el por otro lado recomendable y valiente ejercicio de denuncia llevado a cabo por Errol Morris, que revive en la pantalla uno de los capítulos más trágicos y vergonzosos en la larga y polémica historia militar de Estados Unidos: las fotografías que muestran a soldados americanos humillando a los presos en la cárcel de Abu Ghraib. Es muy posible, que a más de uno tras verlo se le atraganten los canapés, sobre todo si es amigo del Secretario de Defensa Norteamericano.
Y ya que lo hemos mencionado, el anterior documental de Morris, “The Fog of the War”, por el que ganó un más que merecido Oscar, versaba sobre la verdadera historia de Robert McNamara, quien llegó a ostentar dicho cargo en los años claves de la guerra del Vietnam. La relación entre ambos proyectos no se queda, sin embargo, ahí. Encontramos también una connotación musical que merece destacarse. Philip Glass fue el predecesor de Elfman en su trabajo con Morris. Comparando ambas composiciones, muchos no verán en el score de Elfman más que un pobre desarrollo de los conceptos minimalistas contemporáneos del primero, o lo que es lo mismo, una estandarización del segundo. Un análisis más minucioso y más alejado de odios y fobias, nos presenta a un Elfman deudor del minimalismo de Riley o el Prokofiev de “Pedro y el Lobo”. La consagración de un estilo apuntado y nunca desplegado desde mediados de los noventa, que primero pretendió desarrollar a través de la percusión y la electrónica (“Mission: imposible”, “Men In Black”, “El Planeta de los Simios”), que encontró su asentamiento más europeísta con “Good Will Hunting” o “Big Fish”, y que finalmente terminó consolidando con los siete movimientos de la “Serenada Schizophrana”.
P. (Procedure) – Procedimiento
Siguiendo con la línea argumental anterior, “Serenada” es la herramienta principal a la que recurre Elfman para dar cuerpo a este “S.O.P”. Un trabajo donde el compositor se sitúa en una línea secundaria para emitir las necesarias frecuencias emocionales sobre el espectador, sin asumir ni un ápice de protagonismo, huyendo de cualquier amago de manipulación de la realidad con la música y contribuyendo a dotar de ritmo y empaque el trabajo del montador.
Las reglas del juego quedan establecidas en “SOP Theme#1”, leitmotiv recurrente, minimalista como ya ha quedado constatado, con interesante juego del contrapunto entre piano y cuerdas, y con el habitual aire místico que las maderas y la campanilla suelen conferir a las obras de Elfman. Por supuesto “SOP theme#2” y “SOP theme#3” mantienen la tónica de la anterior, aunque aportando un aire más grave a cuerdas y un mayor empaque de la orquestación con el uso de metales en clave de do.
A partir de ahí cada nuevo corte es un descubrimiento. Siendo especialmente interesante la desmitificación de la trompa, instrumento referente del sonido “americano”, que se lleva a cabo en “The Infamous Pyramid”. No dejemos pasar también el anacrónico aire de “Oli´s Lullaby” y los inclasificables (¿burlescos?) “Photos” e “Inusual, Weird and Wrong”. En ambos casos la voz femenina (manipulada electrónicamente) aporta una melodía con la que el compositor también juega en contrapunto con la orquesta (recurso extensible al resto de la partitura).
Más intenso y dramático encontramos a Elfman en “The Shooter”, “Sadam´s Egg” o “Gillian”. Tres interesantes cortes donde se aprecia una ardua labor de orquestación, con especial hincapié en la contenida y serena sección de cuerdas. Ya hemos apuntado la importancia del “Serenada Schizophrana” con anterioridad, pero si nos detenemos en “Main Titles: Vacation in Iraq”, dicha relevancia deja de ser tal convirtiéndose en un “cut & paste”, que restarán a este trabajo puntos en el apartado de originalidad, pero que en absoluto afectará a la homogeneidad del conjunto. Es más, esta pieza termina por convertirse en piedra angular de toda la partitura y en el macguffin del “SOP Theme”.
7-agosto-2008
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