José-Vidal Rodriguez
No cabe duda que aquellos lectores que se hayan acercado al largometraje ”Heavy Metal”, coincidirán con el que esto escribe en el marcado caracter atípico de este filme estrenado en 1981. Cinta animada basada en un cómic del mismo título, y orientada al público adulto dada sus altas dosis de violencia y sexo, su guión incide en tales aspectos estructurales y temáticos, que bien podríamos definirlo como un sucedáneo del “Twilight Zone” televisivo (por su formato de relatos fantásticos separados), mezclado con ciertas ideas del mismísimo “Señor de los Anillos” tolkiano, toda vez que la historia gira en torno al “Loc-Nar”, una misteriosa esfera verde representativa del mal supremo, capaz de transformar y destruir a todo aquel que ose ansiar su poder. Técnicamente intachable, de una más que sugerente resolución y producida por un admirador incondicional de Elmer Bernstein (el habitualmente director Ivan Reitman), la película ha pasado con el tiempo a convertirse en una auténtica obra de culto, pese a la frialdad con la que fue recibida por el público de la época (incluso se rodó una secuela titulada ”Heavy Metal 2000", con otra partitura destacada a cargo del galo Frederic Talgorn).
Resulta harto curioso que bajo aquel título del filme, nos encontremos con un trabajo incidental de Bernstein tan antitético a lo que representa aquel genero musical que da nombre a la obra. Lo cierto es que la película incluye canciones de grupos exponentes de dicho estilo como Black Sabbath o Nazareth. Pero en contraposición a aquellas contundentes sintonías, lo que el compositor de Nueva York nos propone, no es sino este fascinante recorrido por un sinfonismo de formas tradicionales, poderoso y enfático en determinados momentos, sensual y ensoñador en otros, y siempre capaz de amoldarse con soltura al vanguardismo subyacente a la cinta, sin necesidad de acudir a artificios o maniqueísmos.
Teniendo en cuenta la estructuración del filme en seis historias separadas, el gran logro del compositor radica en dotar al filme de una música que, respetando la esencia temática de cada relato, al mismo tiempo forma un “todo” de suma coherencia y arrolladora simbiosis visual. De este modo, la diversidad de situaciones y personajes es aprovechada por Bernstein para transitar por una atrayente y necesaria variedad cromática, la cuál siempre encuentra el deseado sustento de cohesión no sólo en el color épico-melódico característico del encargo, sino también en dos motivos musicales, directamente relacionados con la trama principal, y los cuáles unifican a la postre aquellas subtramas paralelas correspondientes a los seis relatos.
En primer lugar, Bernstein asimila la malignidad de aquella esfera mágica protagonista del filme, el “Loc-Nar”, mediante una presagiante frase cuyos acordes encuentran en coros y maderas su perfecto grado de misterio y tenebrismo. Presentado ya en el corte inicial “Beginning”, este motivo de nueve notas sirve además de pieza de transición entre los distintos bloques de historias, al ser las mismas narradas por el propio espíritu maléfico de aquella “Green Ball”.
En segundo lugar, el compositor sugiere ya en el corte “Intro To Green Ball” el segundo tema con marchamo de unión argumental, aquel inolvidable “Taarna´s Theme” dedicado a un personaje fundamental, la heroina protagonista del último relato. El hecho de que suene sorprendentemente en el arranque de la cinta, convierte a Bernstein en un auténtico narrador más, al anticipar y sugerir con este recurso (de forma muy inteligente) ciertos aspectos de la resolución del largometraje. Como conocerán muchos lectores, este motivo para la explosiva Taarna no es sino una pieza preexistente de Elmer Bernstein, reutilizada aquí tras ser rechazada de la partitura original para “Saturno 3” (1980). Lo que en aquel filme era un love theme inapropiado, se convierte en este ”Heavy Metal” en una cautivadora y bellísima melodía de caracter ensoñador, que encuentra en el sonido de las ondas Martenot su gran baza expresiva para alcanzar ese pretendido lirismo onírico identificador del bien (y antítesis directa del mal, evocado en el anterior tema de la esfera). Además, convendría recordar que Bernstein usa aquí dicho instrumento por primera vez en su carrera, convirtiéndose desde entonces en un recurso pseudo electrónico trascendental en buena parte de su filmografía posterior. Así las cosas, las sobresalientes virtudes del “Taarna´s Theme” son, sin lugar a dudas, principales responsables de la tradicional popularidad de este score entre los aficionados.
Al margen de estas dos ideas musicales con las que el músico logra el deseado grado de unidad entre aquellos relatos separados, lo cierto es que la propia diversidad de los mismos origina un atractivo transito del autor por diferentes registros, todos ellos resueltos con similar brillantez. Mientras que en las dos historias de calado más heroico -la correspondiente al joven Den y la comentada de Taarna-, Bernstein desborda un poderío orquestal de enorme inspiración y viveza (temas como el fanfárrico “Discovery / Transformation“ o el majestuoso “The Flight To Temple” cuentan entre lo mejor de la partitura), el autor tendrá la ocasión también de demostrar su versatilidad, por ejemplo, en el tratamiento de sonidos urbanos y mordaces, para un futurista Nueva York convertido en paradigma de la decadencia (“Harry”, “End of Baby”); logrará igualmente deleitar al oyente con ejercicios melódicos de tal calidad y elaboración, que en modo alguno parecen escritos para aquella surrealista historia de amor y sexo entre un robot y una voluptuosa humana (“Robot Love - Space Love”); o incluso Bernstein conseguirá amoldar sus formas a vibrantes temas de acción no sólo adscritos a aventuras planetarias o dimensiones paralelas, sino también a periodos reales y cercanos como pudiera ser la Segunda Guerra Mundial (con el trepidante corte “Getting Bombed”, dotando de gran ritmo a las secuencias). En definitiva, el autor ofrece otra lección de maestría musical en la primera ocasión en la que abordaba el peliagudo género de la animación.
Siendo considerado por muchos como uno de los trabajos más redondos del músico neoyorkino, ”Heavy Metal” es un score de altísimo nivel y enjundia, que además cuenta con la ventaja añadida de resultar francamente “adictivo” en su audición aislada. Gran decisión del sello FSM al recuperar el score íntegro compuesto, que convierte en obsoletos aquellos bootlegs que durante años pululaban en el mercado paralelo.
4-abril-2008
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