José-Vidal Rodriguez
El debate está servido. Una edición más de los Oscar y, como en muchas otras tantas, la típica lista de partituras nominadas entre las cuáles se ha colado un trabajo de repercusión menor, que no ha tardado en despertar no pocas discusiones entre los aficionados. ”3:10 To Yuma” es el remake libre de un viejo western dirigido en 1957 por Delmer Daves, que nos cuenta la historia del Dan Evans, un modesto ranchero que con la aspiración de conseguir una recompensa que alivie sus penurias económicas, decide colaborar en la captura del peligroso forajido Ben Wade. Lo que no sospecha Dan es que la banda al completo de Wade intentará liberar a su jefe antes de que Evans lo conduzca hacia la ciudad de Yuma en el ferrocarril de las 3:10.
La partitura de este sobrio remake protagonizado por Rusell Crowe y Christian Bale, corre a cargo del irregular Marco Beltrami, quién logra aquí su primera y controvertida nominación a los Premios de la Academia, desplazando a otros trabajos del 2007 favoritos en muchas quinielas por su mayor repercusión y aceptación popular frente a la obra que nos ocupa. Pero fuera de absurdas polémicas sobre unas nominaciones que año tras año se revelan cada vez más excéntricas y viciadas, hay que reconocer que Beltrami ofrece en esta ocasión su lado creativo y menos convencional, con la composición de un trabajo imponente, recio y expresivo aún en sus numerosos momentos de incidentalidad, el cuál se halla empapado además por los rasgos de inventiva propios de la mejor cara musical del italiano.
Hemos de recordar que Beltrami ya ofreció a los aficionados una interesante muestra de música fronteriza con raíces de western, en su reciente ”The Three Burials of Melquiades Estrada”. Pero lo que nos propone ahora con este ”3:10 to Yuma” (un score compuesto ni más ni menos que en casi dos meses), es la incursión directa en el género a través de singulares postulados que intentan rehusar lo previsible, precisamente aquéllos que convierten al álbum en un sugerente ejercicio de ambientación hostil, decadente, antiheróica y en último término cuasi redentora.
Radicalmente opuesta a la añeja banda sonora que compusiera George Duning para el filme original, el ”3:10 to Yuma” de Beltrami basa su acierto en las peculiares sonoridades con las que el autor, aún acudiendo a ciertos clichés musicales del western tradicional, logra despertar un interés del que precisamente carecían muchos de sus últimos encargos para el cine. De este modo, dejando a un lado los evidentes guiños a la impronta morriconiana (con ese especial protagonismo de la guitarra acústica y eléctrica, aportando ambas el consiguiente halo de aridez y decadencia a la trama), Marco logra por otro lado construir un tono global inmediatamente inscribible en su estilo y fiel a sus postulados, sobre todo en lo referente a la importancia de la orquestación y la armonía en el peso global de su música.
Ello explicaría el hecho de que Beltrami opte por unas instrumentaciones alejadas de lo sobrecargado o grandilocuente, confiando en una reducida agrupación orquestal que completa no sólo con la programación electrónica de turno, sino también con aquellos originales recursos sonoros que el italiano suele sacarse de la manga cuando la estética del filme lo permite (no en vano, cuentan que uno de los sonidos utilizados para enfatizar la cadencia de ciertos temas, está logrado a base de “aporrear” el pedal de un órgano).
Arrancando con un rítmico motivo central de magnífica progresión (“Ben takes the Stage / Dan´s Burden”), en donde violines, cajas y timbales se revelan más que suficientes en aras de aportar esa envidiable intensidad a las secuencias, Beltrami opta siempre por colores de contenida oscuridad, incidiendo así en el suspense con prevalencia sobre otras texturas también citadas en el trabajo (la brutalidad, la soledad). Este marcado suspense presenta su más clara expresión en cortes como “Bisbygliando”, “Ben Arrested“ o “Chinatown”, en los cuáles un Beltrami muy comedido orquestalmente hablando, se entrega especialmente a la percusión (esos omnipresentes timbales, así como otros variopintos e incisivos sonidos), a modo de énfasis de la tensión creciente ante el enfrentamiento del dúo protagonista con el reloj señalando las 3:10 como hora límite para las aspiraciones de ambos.
El compositor se muestra igualmente “limpio” en los arreglos y resolución de los temas de acción, para los que no sólo acude a aquellas rítmicas cuerdas del tema principal, sino que también introduce solos de trompeta (de inclusión casi inevitable como cliché del género), cuya sutil utilización convierte a determinados fragmentos (el “Chinese Democracy” o el “Bible Study”) en auténticos platos de gourmet dentro de un género tan poco dado actualmente a la innovación como es el western. Quizás sean los tres últimos cortes del disco aquellos en los que Beltrami abandona el tono sombrío y hostil de su lenguaje en favor de un tratamiento algo más melódico y redentor. De hecho, en la pista que cierra el álbum “The 3:10 to Yuma”, el autor realiza una especie de adaptación extendida de la frase central reconducida en clave nostálgica, consiguiendo una destacada pieza que sin duda cuenta entre lo más afortunado escrito por el autor en los últimos tiempos.
Conclusión inevitable: ¿merece la música original de ”3:10 To Yuma” la nominación al Oscar conseguida?. Que juzgue el lector en su sabio entender. Lo único que parece indiscutible, atendiendo a una audición concienzuda de la partitura, es que al fin encontramos pocos vestigios de aquel Beltrami previsible y decepcionante de obras inmediatamente anteriores como “The Omen” o “La Jungla 4.0”. Circunstancia ésta que ignoro si será suficiente para alzarse con la preciada estatuilla, pero que al menos nos devuelve en pequeñas dosis el talento de un auténtico artesano que, por estilo y cualidades, debería estar llamado a desmarcarse poco a poco de la rutinaria corriente musical imperante al otro lado del Atlántico.
30-Enero-2008
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