Pablo Nieto
“Mr. Magorium y su tienda mágica” nos confirma que juguetes y cine no hacen buenas migas. Con el penoso antecedente de “Toys” todavía presente, ni la radiante puesta escena, plagada de colorido, luminosa y atractiva, ni el interesante reparto (Dustin Hoffman y Natalie Portman), salvan a un producto concebido para copar el mercado navideño, pero al que el público ha dado la espalda. Es el problema de crear productos para niños, cargados de un surrealismo y una carga emocional que deja indiferentes tanto a ellos como a unos sufridos padres que a buen seguro aprovechan semejante oportunidad para recuperar el sueño perdido por culpa de los excesos navideños.
El argumento no por simple, era a priori menos interesante. El Señor Magorium, un viejo juguetero, decide que ya es hora de jubilarse y dejar la tienda en manos de su nueva encargada, Molly Mahoney. Pero la tienda de juguetes es especial, tanto que tiene vida propia. Y no está conforme con la decisión de Mr. Magorium de abandonarla.
Musicalmente estamos ante un trabajo que no desmerece en nada la puesta en escena visual, aunque su concepción no ha sido nada fácil. Alexandre Desplat se hizo cargo de la partitura y de hecho elaboró el fabuloso tema central, omnipresente a lo largo de toda la película. Sin embargo, por motivos de agenda (“La Brújula Dorada” y Ang Lee le reclamaron) tuvo que abandonar el proyecto, que terminó recayendo en manos de Patrick Doyle. Nadie sabe muy bien cómo ni por qué Doyle abandonó el proyecto, de modo que los productores tuvieron que recurrir a última hora a Aaron Zigman. El americano, muy bien situado últimamente, con solvencia para “arreglar” problemas de última hora (como demostró con “El Buen Pastor”, reemplazando a James Horner a falta de un mes para el estreno de la cinta), se encarga de dar cuerpo a esta partitura, aunando labores de orquestador y director de orquesta. Sin embargo, la sombra alargada de Desplat condiciona a unos productores que, finalmente y junto al tema central, deciden mantener una serie de coloristas ideas para la orquestación creadas por el francés, y que Zigman integra en su propia composición. El resultado un trabajo compacto, sin fisuras, divertido y lleno de magia.
La overtura musical nos regala unos magníficos “Main Title” con el tema central como protagonista, acompañando los originales títulos de crédito que presentan al film. Esta inercia será continuada por “Mahoney´s Debut”. Dos cortes de gran valor musical, donde el “típico” vals de Desplat es transformado por Zigman en una admirable pieza sinfónica in crescendo. Estupendas también las variantes del tema en la íntima lullaby para piano y celesta de “Night Time”, o la que podemos escuchar en el lustroso corte “Kermit”.
El toque de Zigman se ve especialmente reflejado en la tristeza de las cuerdas de “The Funeral”, “Great Wisdom” y “Sparkle”. Esas sensaciones se transmitirán a las nuevas variantes del tema central para piano y cuerdas de “Your Friend”, “Tomorrow” o “You Have to Live”.
Merece la pena detenerse en los cortes “A Substancial Offer” y “Magorium´s Apartment”. Dos extrañas inserciones musicales que tratan de reflejar el universo taif que forma parte de la vida del Señor Magorium. Así, se recurrirá a marimbas, ukeleles y diversas manipulaciones electrónicas, todas ellas de apreciable resultado.
Tras la conveniente transición de los apagados “New Chapter”, “I´m Leaving” y “Magic Magnet”, el score nos regala el imprescindible “Finale”, donde la música y su tema central vuelve a crecer con toda la fuerza orquestal de la que se hacia gala al principio de la partitura. La música se despliega con libertad, el waltz vuelve a adquirir pleno desarrollo, y por momentos parecemos estar ante el Williams de “E.T”. Un colofón estupendo para un score superior a la media, que para nada muestra síntomas de debilidad, por la extraña forma en la que ha acabado por concebirse. El talento de Desplat no es necesario ensalzarlo más, pero si hace falta realizar una mención especial a la labor de Zigman, padre final de la criatura, y responsable de que el proyecto haya llegado a buen fin.
10-enero-2008
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