Pablo Nieto
Creo que no estaría exagerando, si afirmara que la peor pesadilla de todo compositor de música de cine, es el director. Los años pasan, el cine evoluciona, e indirectamente, las formas de componer y los estilos imperantes también. Sin embargo, la ignorancia supina de muchos directores, y sus caprichosas imposiciones musicales al que realmente entiende de esto, el compositor, permanece invariable.
Es por eso, que cada vez es más díficil encontrar relaciones profesionales que duren más allá del tiempo proyectado para hacer la premiere de la película. Normalmente, es el propio compositor el que rehusa volver a trabajar con el "ilustrado" director. Aunque también se da el caso, del director que en su siguiente película, busca un músico más dócil.
Sin embargo, como todo en la vida, también hay excepciones. No hay que irse a los tiempos de Hitchcock y Herrmann, o Truffaut y Delerue, para encontrarlas. Los matrimonios Williams & Spielberg, Silvestri & Zemeckis o Horner & Howard son perfectos ejemplos actuales de concordia, entendimiento, y por supuesto, de excelentes resultados.
A este grupo creo que ya va siendo hora de añadir la pareja formada Hans Zimmer y Ridley Scott. Aunque Ridley fue el que primero le echó el ojo ("Black Rain" y "Thelma & Louise"), fue su hermano Tony, el que finalmente le hizó fijo en sus películas ("Días de trueno", "Amor a quemarropa", "Marea roja" y "Fanático"). Con "Gladiator", "Hannibal", y "Black Hawk Derribado", la sociedad Zimmer & Scott se hizo realmente sólida. Sin embargo, tras volver a trabajar juntos en 2003, con el film "Los impostores" (Matchstick Men), parece que la pareja ha decidido tomarse un respiro. Y así, bien por motivos de agenda de Zimmer, o bien porque a este no le gustó mucho que Scott rechazara en un primer momento el trabajo su score para "Los impostores", en la última superproducción del director inglés, "El Reino de los Cielos", ya no figura el nombre de Zimmer, sino el de su discípulo, Harry Gregson Williams.
"Black Hawk Derribado" cuenta una historia que ya conocemos, con unos resultados que siempre son los mismos, y que seguramente no será la última vez que se produzcan. La guerra es un mal atemporal. Es caos, improvisación, dolor, honor... Esto mismo debieron pensar Hans Zimmer y Ridley Scott, a la hora de afrontar tanto musical como cinematográficamente el proyecto de "Black Hawk Derribado".
La película de Scott es tremendamente honesta, con un estilo más cercano al documental que al cine al que nos tenía acostumbrados, y donde destacan con luz propia la brillante e impecable realización técnica. Hace una visión de un conflicto bélico de forma global. Unos mueren y otros matan (o al revés). Nosotros sólo lo vemos, no nos deja que nos involucremos en uno u otro bando. ¿Quiénes son los agresores y quiénes los agredidos? ¿Quiénes los héroes y quiénes los mártires? A mí, al menos, me parece que estos esterotipos no podemos atribuírselos ni a unos ni a otros. La guerra es la guerra, y lo que ocurre en ella no es algo que pueda ser controlado por el raciocinio humano, más bien imperan los sentimientos.
"He tratado de reinventar el típico score de acción, he buscado algo nuevo, más agonizante y expresionista de lo que nadie hubiera hecho hasta ahora. "Black Hawk Derribado" no es un score emocional. ¡Es real!". Con estas palabras, Zimmer resume a la perfección el objetivo último de una de las bandas sonoras más inclasificables y difíciles de asimilar de los últimos años.
Para lograr este efecto, Zimmer reunió en su centro de operaciones de Media Ventures a un grupo de reputados compositores como Michael Brook, Heitor Pereira, Martin Tillman, Craig Eastman y Jeff Rona, con el objetivo de lograr una fusión de estilos musicales y eclecticismo sonoro, no realizada por nadie hasta la fecha. Y podemos dar fé, que lo ha conseguido, ya que diferenciar la música realmente compuesta para la película, de la que surgió fruto de la improvisación, es algo sencillamente imposible.
La música se divide en dos bloques muy definidos: por un lado la música étnica con la que retrata al pueblo Somalí, y en el otro bando, las cuerdas, teclados, guitarras eléctricas y ritmos techno usado para reflejar la en un principio, "sencilla" operación militar de los soldados americanos.
Estos dos estados musicales, no son ningún misterio para Hans Zimmer. Especialmente, el uso de la música africana. "Un mundo aparte", "El Rey León", "La fuerza de uno", "Lágrimas del sol", "Gladiator" e, incluso, "El Príncipe de Egipto" son ejemplos perfectamente ilustrativos de la supremacia de Zimmer en este género.
Para "Black Hawk Derribado", incorpora a Baaba Maal, intérprete senegalí cuya desgarradora voz podemos encontrar en los tristes lamentos insertados en los temas "Hunger", o el titulado "Of the Earth". El pueblo Somalí no sólo llora, también sabe sufrir y luchar con una violencia visceral, que se mueve más que por su propia fuerza física, por la fuerza que la miseria proporciona. La música aquí es agresiva, con un poderoso trabajo de percusiones étnicas, con las guitarras eléctricas fundiéndose en una melodía progresiva, con los demás instrumentos y el resto de sonidos tribales. Todo esto, es apreciable en el ya mencionado "Hunger", y también, en el corte titulado "Chant".
¿Qué mejor que el blues para describir el estado de ánimo de los soldados norteamericanos? Pues eso, que en los temas "Vale of Plenty", "Still" o "Mogadishu Blues", Zimmer recurre a las cuerdas para desarrollar un tema a modo de blues, "áspero" y obsesivo, con el que al mismo tiempo, cosigue su objetivo de insuflar a la película, el lento y agónico sufrimiento que las caras de los soldados, tratan de ocultar en vano.
La música de diseño, como metáfora del poder tecnológico norteamericano, esta perfectamente representada en los casí nueve minutos del brutal tema titulado "Synchrotone", así como en el corte "Tribal War". Su uso en las secuencias de combate, acoplándose como un guante a los verdaderos protagonistas técnicos de estas secuencias, como son los efectos de sonido, reflejan a la perfección, el laborioso y cuidado trabajo realizado por Zimmer en esta banda sonora.
El único momento de respiro y meditación que se nos concede lo encontramos con el tema "Leave No Man Behind". Quizás uno de los más brillantes de la carrera de Hans Zimmer, y no sólo porque comparta algunos rasgos melódicos y armónicos con el ya mítico "Journey to the Line" de "La delgada línea roja". Sino también, por el significado que el compositor le da. Es un tema atemporal, aplicable a cualquier época, y sobretodo a cualquier guerra. Un tema, que no sólo habla del honor del soldado, y de la obligación de este de no abandonar a su compañero nunca, sino también de la reivindicación interna de la paz, por el rechazo a la violencia que les (nos) invade.
El disco se completa, con varias canciones perfectamente integradas con el score. Por un lado, tenemos el tema titulado "Barra Barra" con el que Rachid Taha, adopta una posición muy similar a la de Zimmer, al mezclar los sonidos de África con una base rítmica difícilmente clasíficable, pues tras un inicio muy cercano al funk, pronto adquiere tonalidades cercanas al ¡hard rock!.
La musa de Zimmer en "Gladiator" y "Mission Impossible 2", Lisa Gerrard, no podía faltar a esta cita; su canción junto a Denez Prigent, "Gortoz a Ran - J´Attends", es un perfecto contrapunto coral y melódico a tanta agresividad musical.
Por último tenemos la canción tradicional escocesa "Minstrel Boy", brillantemente arreglada e interpretada por Joe Strummer and The Mescaleros.
"Black Hawk Derribado" es una banda sonora que a nadie dejará indiferente, y que probablemente a muchos su escucha se les haga insufrible, pero eso sí, una vez que asimilas su mensaje musical, y que situas la misma en el contexto de la película, su cotización como uno de los mejores y más inteligentes trabajos de Hans Zimmer, subirá como la espuma.
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