José-Vidal Rodriguez
A estas alturas, parece claro que Marco Frisina (o Monseñor Frisina, como el lector prefiera), se ha hecho con el monopolio artístico en cuanto a la ambientación musical de las numerosas producciones de trasfondo religioso auspiciadas por la RAI (y completadas presupuestariamente con los inestimables fondos del Vaticano). Y es que la lista de telefilmes y seriales en los que ha colaborado el sacerdote, no hace más que agrandarse con el paso de los años.
"Chiara e Francesco" es otra de aquellas miniseries, la cuál ahonda en esta ocasión en la vida de San Francisco de Asís, un hombre que después de una juventud frívola se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios y dictando unas sabias normas, que luego fueron aprobadas unánimemente por la Santa Sede. Paralelamente, la producción hace especial hincapié en la relación del Santo con Clara, la cuál había partido de Asís para seguir a Francisco después de oírle predicar. El santo consiguió establecer a Clara y sus compañeras en San Damián, y la comunidad de religiosas llegó pronto a ser para los franciscanos, una muralla de fuerza femenina, un vergel escondido de oración que hacía fecundo el trabajo de estos abnegados frailes.
Visto el argumento de este "Clara y Francisco", lo cierto es que Frisina vuelve por los fueros musicales a los que ya nos tiene acostumbrados desde hace tiempo, reuniéndose por tanto en este álbum tantas virtudes como defectos apreciábamos en trabajos similares de este singular compositor.
En cuanto a los aciertos del encargo, conviene destacar la excelsa habilidad de Frisina a la hora de ahondar en registros de amplio calado melódico, salpicados aquí por un constante poso elegíaco. Ni un atisbo de incidentalidad se percibe en un score que siempre transita por los senderos de lo lírico y evocador; características de la partitura que acaban por potenciarse con la continua aparición de la masa coral (como no podía ser menos, en clave litúrgica), la cual agranda el rango armónico de no pocas frases (“Preghiera per la guerra”, ” Il Presepe di Greccio e Il Miracolo del Bambino” o “Francesco ricevuto dal Papa”, corte éste de claro arraigo sacramental).
Su hermoso tema central, ciertamente deudor de la impronta morriconiana que tanto admira Frisina, ya muestra el eminente cariz pastoral de la partitura, conociendo diferentes y constantes rendiciones a lo largo de los 55 minutos de álbum (siendo quizás la más destacada aquella que escuchamos en “Il Crocifisso di San Damiano”). Incluso el motivo presuntamente dedicado a la figura de Santa Clara (“Chiara”), es una mera repetición del tema principal con diferentes arreglos, lo que quizás se explica por el total sometimiento y entrega de la religiosa a las enseñanzas y directrices de San Francisco, encontrando en su identificador musical una analogía entre ambos seguramente buscada a propósito.
Pero por otra parte, la elegancia y soltura de Marco Frisina en la recreación de lo lírico, choca frontalmente con un lastre que acaba por hacer perder enteros a un, por otra parte, bastante interesante álbum. Este defecto se patentiza en un desarrollo del trabajo algo difuso y por momentos, quizás un punto monótono. Frisina repite estructuras musicales sin rubor, siendo palpable ese empeño (molesto) por repetir cortes con introducción instrumental solista (chelo, violín y distintas maderas), para luego dotar a los mismos de una poderosa intensidad lírica in crescendo. la cual acaba por convertirse en un recurso cíclico con el que dotar de pretendida grandeza al trabajo.
Marco Frisina es un autor que tradicionalmente suele ir de menos a más, pero en la obra que nos atañe sucede quizás lo contrario. Si los comienzos resultan francamente prometedores (los dos primeros cortes poseen una carga emotiva abrumadora, siendo de lo mejor que hemos podido oir hasta ahora del autor), veremos como el posterior desarrollo del score deja al oyente con la sensación de atender a un ejercicio musical de indudable pulcritud, pero carente de la fuerza que presagiaba su fenomenal arranque. El planteamiento formal de la música resulta de una corrección intachable, el color de la partitura es el idóneo para el tema religioso de la miniserie; pero al mismo tiempo, esa asepsia formal con la que Frisina se aproxima a la historia (en su afán por exaltar el preciosismo lírico), es lo que precisamente acaba por hacer perder espontaneidad a la obra, dando como resultado aquella comentada repetición de estructuras, un defecto que podría ser más disculpable si estuviésemos ante un trabajo concertista como muchos en los que se embarca Monseñor Frisina.
Lejos probablemente de constituir su mejor aportación al ámbito audiovisual, "Chiara e Francesco" es por tanto una impecable obra melódica de Marco Frisina que, sin ánimo de resultar irreverente ni de herir sensibilidades, huele a Vaticano por los cuatro costados. El tono eminentemente sacro de la música -en determinados fragmentos, incluso litúrgico-, puede despertar tantas antipatías como admiraciones durante la audición de este encargo. Aunque lo cierto es que calidad y gran empaque en su acabado no le faltan, y producciones de la RAI como la que nos ocupa, demuestran que la pequeña pantalla no tiene por qué ser igualmente pequeña en cuanto a la ambientación musical destinada a la misma.
31-diciembre-2007
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