Ignacio Garrido
Cuando la saga Bond vivía una de sus horas más críticas a principios de los noventa, los productores relanzaron la franquicia subiendo las apuestas tanto como pudieron en prácticamente todos sus apartados. Desde el protagonismo de Pierce Brosnan, al siempre polémico apartado sonoro, se renovaron casi todos los elementos más importantes en “Goldeneye”, que acabó siendo uno de los grandes éxitos de taquilla de toda la historia del agente secreto, pese a la decepcionante aportación de Eric Serra en su banda sonora, aun contando con todos los elementos modernos que se le exigían al film y a su músico, como necesario lavado de cara para con los nuevos tiempos. Lástima no haber contado desde el inicio de este nuevo comienzo con el compositor David Arnold, responsable del renacimiento a la par que reinvención de los conceptos primigenios del espíritu musical de 007 a partir del segundo título protagonizado por Brosnan.
Dedicado a la banda sonora a causa de las películas del personaje, el autor de Lutton se subió en marcha a un tren que contaba ya con expectativas muy altas al haber triunfado con la fórmula previa, incluso con el descalabro a muchos niveles de su partitura anterior. Barry quedaba descartado por completo al buscarse nombres más comerciales y acordes con la época, pese a haber demostrado solvencia y saber adaptarse a las modas en su momento con trabajos tan brillantes como “Living Daylights”, pero que ahora quedaban en cualquier caso demasiado atrás. Serra pasaba directamente a engrosar el saco de los músicos repudiados de la saga junto a Conti o Kamen, al no captar ni el espíritu Bond, ni aportar suficiente personalidad como para conseguir darle un giro consistente a su evolución y por lo tanto cumplir tan solo con los mínimos para salir del paso y no volver a filas nunca más.
La inclusión de Arnold en la nueva época es sin duda uno de sus grandes aciertos, pues todo el empuje y ganas que demostró en este primer trabajo “Tomorrow Never Dies”, resulta cuando menos espectacular, todo un derroche de creatividad y potencia que se ha venido repitiendo en menor medida en los films posteriores que el inglés ha musicado, pese a aportar siempre a todos ellos un sello de calidad indudable y lo que es casi más importante, un cariño y respeto por los films y el personaje dignos de alabanza. En cualquier caso la composición que nos ocupa se encuentra, para el que esto suscribe, entre lo mejor escrito por Arnold en toda su carrera (posiblemente su mejor obra) y una de las más estimulantes creaciones de toda la franquicia –teniendo en cuenta su transcurso y adaptación al paso del tiempo– brillando casi a la altura de los mejores momentos de Barry.
El arranque no puede sino dejar patente esta afirmación con uno de los pasajes más vibrantes y arrolladores de la saga con “White Knight”, un bloque de más de ocho minutos para la aventura/prólogo del inicio, con el ataque militar a un mercado clandestino de armas en plena montaña y el consecuente robo de 007 de un avión con cabezas nucleares en peligro por el mismo. Intercalando el tema de Monty Norman con su propia melodía central de acción tras el arranque clásico, el responsable de ”Stargate” configura una pieza que en su momento álgido configura en sus metales (destacando las trompetas con sordina) un pasaje épico y heroico impresionante, para resolverse de forma trepidante y grandiosa de nuevo con el tema de Bond.
Este apartado es por otro lado uno de los mejor transitados por un Arnold pletórico en cuanto al juego con las variaciones e intervenciones del tema de Norman, con el que se nota disfruta sobremanera cada vez que puede aplicarlo en las imágenes como así lo demuestra el corte de apertura ya comentado, “Company Car” (la mejor versión) o “Back Seat Driver” mezclado en esta ocasión con una eficiente electrónica, que dicho sea de paso se deja notar con acierto en momentos de un intenso dramatismo como “The Sinking of the Devonshire”, otra extensa pieza donde el compositor expone lo mejor de su repertorio, así como con mucha más presencia en “Hamburg Break In” y “Hamburg Break Out” donde los ritmos modernos acompañan a la perfección la escritura sinfónica. También el exotismo oriental se mezcla con los sintetizadores en el interesante “Helicopter Ride”.
El tema de amor “Paris & Bond”, como no podía ser de otro modo, apela al Barry más elegante y envolvente (al que ya se había encargado de citar en trabajos previos como “Last of the Dogmen”) y tiene un par de breves apariciones posteriores en “The Last Goodbye” y “Doctor Kaufman”, mientras una segunda melodía romántica todavía más cautivadora y menos trágica hace su aparición completa en “Kwoloon Bay”, completando su versión más pletórica en el final de “All in a Day´s Work”, sin duda uno de los momentos culminantes del score. Por otro lado el suspense se aborda con igual brillantez en momentos como la primera parte de “Underwater Discovery” una pista de trepidante desarrollo final. Aunque por supuesto es en la acción donde Arnold luce todo su poderío, siendo cortes como “Bike Chase” la muestra más palpable de su desenvoltura en este campo, donde destacan “Bike Shop Fight” o “A Tricky Spot For 007” por ejemplo.
La edición comentada de la banda sonora, es la segunda que la cinta recibió, pues dada la más que exitosa acogida del resultado musical, el aficionado demandó un nuevo disco con más duración que la recogida en el A&M que se limitaba a incluir media hora de score junto a las canciones pertinentes. Por avatares del destino, este primer compacto incluyó la aportación del compositor a la historia de la canción Bond con “Surrender” interpretada por K. D. Lang y con letras de –nada menos– Don Black (a la postre rechazado en favor de Sheryl Crow y su “Tomorrow Never Dies”) más un tema inédito en la presente edición, el corte “Station Break” (tan solo una mera aunque potente y exquisita variación del tema de Monty Norman). Como contrapunto, la tirada de la ya extinta Chapter III, nos ofrece siete pistas nuevas respecto al original con más de veinticinco minutos de duración adicional, aparte de una extensa entrevista en audio con el compositor sobre su trabajo en el film al final del disco. Quizás dos ediciones complementarias, pero definitivamente la que nos ocupa superior, que suponen en cualquier caso la representación de una obra de referencia dentro de la saga en su último tramo.
15-diciembre-2007
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