José-Vidal Rodriguez
Dirigida en 1987 por el especialista en cine infantil William Dear, ”Harry and The Hendersons” fue una exitosa cinta (que incluso tuvo su correspondiente adaptación a la pequeña pantalla), en la que el compositor Bruce Broughton tendría la oportunidad de ahondar, una vez más, en el género de historias familiares aptas para todos los públicos, ámbito para el cuál empezaba por aquél entonces a convertirse en un auténtico referente musical. Algo que a la postre, acabaría marcando su postrera carrera y encasillándole injustamente en este tipo de encargos menores, en los que actualmente el autor encuentra el único bastión para no abandonar los réditos proporcionados por la industria hollywoodiense (véanse reciente producciones en las que ha colaborado, tales como ”Last Flight Out”, “Bambi 2” o “Mickey, Donald, Goofy: The Three Musketeers”).
Para este ”Harry and The Hendersons”, pasable comedia con pretendido mensaje ecológico en la que una especie de “Chewbacca” hacía las veces de improvisado E.T. de los bosques, el compositor escribe un trabajo ciertamente enmarcado en la eficacia más rotunda, si bien especialmente simple en cuanto a la utilización de motivos musicales con los que dotar de mayor diversidad a su audición aislada. De hecho, casi toda la exclusiva del score parece recaer en su sintonía central, la cuál será repetida y versionada hasta la saciedad, aún cuando probablemente estemos ante a uno de los mejores temas compuestos por el autor para este género.
Este retentivo main theme, de corte sentimental y directo en su vertiente lirica, será el recurso que Bruce asocie a la ternura de aquél entrañable Bigfoot, un ser que aparece para alborotar la vida de la familia Henderson, pero cuyo comportamiento y cariño para con ellos resulta antagónico a su leyenda negra de devorador de hombres. Esta frase musical constituye, además, la parte melódica de la canción “Love Lives On” (interpretada por ese blanco con voz de negro llamado Joe Cocker), y será presentada por Broughton, ya en su versión instrumental -orientada en este caso hacia arreglos pseudo-barrocos- durante el excelente fragmento introductorio del “Main Title”.
Pero lo que en un principio se erige en el gran atractivo del score, esto es, la composición de un motivo central de la suficiente calidad y fuerza emotiva para interactuar eficientemente con la trama, acaba por convertirse a lo largo del álbum en su principal defecto: Broughton no parece encontrar otra idea musical que mitigue el exagerado uso de aquél tema, lo que provoca directamente la falta de garra del mismo -e incluso su molesta redundancia-, allí en los momentos en los que más necesaria resulta su aparición enfática. Tantas veces hemos escuchado sus acordes durante los 70 minutos de partitura, que su efecto en determinadas secuencias queda absolutamente diluido hacia lo meramente convencional y previsible. Es precisamente el caso de dos escenas claves y pretendidamente lacrimógenas de la película: “Wrightwood Meets Harry” y “Goodbyes“.
Al respecto, baste señalar que la duración del LP original (cerca de 35 minutos, sin contar la sintonía de Joe Cocker), ayudaba bastante a “disimular” esa reiteración que en la presente edición resulta muy palpable. De hecho, casi podríamos afirmar que aquella media hora de score resultaba algo más satisfactoria que la desigual audición de este extenso álbum.
No obstante lo anterior, la partitura consigue huir por momentos de la monotonía intrínseca al abuso monotemático. Atendiendo a la expectación surgida por esta edición completa, merece la pena destacar algunos cortes del score que hasta ahora permanecían inéditos a oidos del aficionado. Tal es el caso de fragmentos en los que Broughton demuestra su conocida habilidad rítmica en la recreación de la urgencia (la segunda mitad del “Night Pursuit”, o el excelente “Traffic Jam!”), asi como aquellos otros para los que el autor busca la comicidad en la presencia del Bigfoot (“Bigfoot Museum”), acudiendo incluso a breves alusiones a su siempre destacado enfoque del mickey mousing (““Harry In The House”, “Irene!”). Por contra, son los temas orientados basicamente al descriptivismo, aquellos en los que el californiano cumple sólo a medias, buscando siempre el apoyo del omnipresente tema central (“Sasquatch”, “Harry Takes Off”...).
La verdad sea dicha: no es la primera vez que la dificultad de adquisición de una banda sonora, acaba por mitificarla de manera desorbitada, aunque sus resultados artísticos no sean en realidad los augurados por esa expectación popular. Este es precisamente el caso de ”Harry and The Hendersons”, un score que pese a su eficaz factura y su excelente tema principal, se halla sin lugar a dudas lejos de contar entre lo mejor de Broughton. Pero lo cierto es que los años y su resistencia a ver la luz en compacto, han convertido a la partitura en otro de esos ansiados objetos de deseo por parte de sus seguidores, a los cuáles no dudo que satisfará plenamente la presente edición íntegra de Intrada.
21-noviembre-2007
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