Ignacio Garrido
La nueva aportación musical del siempre estimulante Pascal Gaigne a la cinematografía de la realizadora Gracia Querejeta, resulta cuando menos refrescante, dados los pasos previos siempre de la mano de Ángel Illarramendi. Mientras éste aportaba dulzura, emotividad y liberación final en función de una asociación temática directa, Gaigne explora el acompañamiento sonoro desde su vena creativa cercana al minimalismo aunque sin olvidar eso sí, las constantes de Querejeta.
No sin echar en falta al maestro vasco en este caso, se agradece que los directores asiduos a las colaboraciones fetiche, varíen puntualmente por un motivo u otro la llamada habitual a sus partenaires musicales, ofreciéndose en los casos resultantes obras cuando menos diferentes a las usuales en dichos casos, si no bandas sonoras de referencia en las filmografías respectivas de músico y director; véase “Ed Wood” de Shore en suplencia de Elfman, por ejemplo.
Sea como fuere, para “Siete mesas de billar francés” el compositor de origen galo echa mano de su particular estilo para escribir una partitura sencilla, algo esquemática en su propuesta temaria, pero plenamente satisfactoria en desarrollo y cualidades melódicas, algo a lo que nos tiene acostumbrados. Para ambientar y acompañar el drama de la protagonista de la cinta (Maribel Verdú) en su viaje de redescubrimiento paterno póstumo y la propia reconstrucción vital en la que se embarca a raíz del mismo, el autor de “Azul oscuro casi negro” opta por construir cuatro temas destacados que harán de pilar en la narración. La predominancia del piano se hace notar de forma casi continua durante toda la partitura, resultando ser el eje sobre el que se apoyan todas las emociones importantes de la película.
El primero de ellos es el que da título al film “Siete mesas de billar francés”, que abre el disco de forma estupenda, pero asociando directamente su sonoridad y estructura a la melodía principal de “Le cou de la girafe” (cuya reseña puedes leer aquí). La pieza en sí resulta tan agradable como poco sorprendente dentro de la carrera de Gaigne, una suerte de vals para piano y cuerda que aúna melancolía con ribetes cómicos y que llegará a aparecer hasta tres veces en distintas versiones posteriores. Más interesante, aunque igualmente predecible en formas resulta el segundo tema “Avanti”, un animoso scherzo del que también encontraremos diversas variaciones a lo largo del score y que puede recordar a un vivaracho Elmer Bernstein en su mejor época.
El drama se aborda con una líneas menos predecibles, en cuya profundidad se atisba la mezcolanza de los sentimientos más hirientes que se abordan durante la trama. Los cortes “Reflexiones” y “Casi silencio” resultan ser estos ejercicios de contención, destacando en ellos la conmovedora cuerda que acompaña al primero y el piano durante el segundo. Al igual que los iniciales temas más deudores de la rítmica, los momentos pausados también experimentan varias apariciones e incluso se intercalan con aquellos como se puede apreciar en la segunda parte de “Casi silencio”.
Del conjunto que configura este cuarteto temático tan solo se escapa una pieza autónoma, que destaca dentro del mismo por su carácter opuesto; la pista “Xi-Xi” que desgrana un momento diegético pulcramente escrito y ejecutado que ambienta una escena en un restaurante oriental, con la consiguiente sonoridad étnica que le corresponde. La conclusión final de “Umbral” –pieza que cierra la selección de música original que apenas alcanza los 35 minutos– aglutina varios de los temas importantes dando cuerpo a una conclusión lógica para una partitura sobria, elegante y que incluso sin elementos especialmente destacables, consigue en la brevedad de sus planteamientos convencer por completo en su recorrido emocional, hermoso, sentido y directo.
El disco editado de un modo exquisito por Warner, parece una apuesta sólida por la difusión de trabajos realizados en nuestro país que realmente merecen la pena, lo cual resulta cuando menos digno de alabanza. El adecuado acompañamiento de varias canciones con marcado tinte comercial, quizás anime las ventas de un producto que en cualquier caso, sustenta el grueso de su calidad sobre los hombros de un Pascal Gaigne en buena forma y capaz de seguir atesorando una de las carreras más dignas de ser tenidas en cuenta a nivel nacional.
15-noviembre-2007
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