Ignacio Garrido
El compositor de origen francés afincado en nuestro país, Pascal Gaigne cuenta en su haber con un buen puñado de trabajos que le han merecido un creciente respeto y reconocimiento por parte del medio en el que trabaja. Incluso parece conocer cierta fama entre el aficionado a las bandas sonoras, gracias a obras tan interesantes como "Piedras" o "Silencio Roto", por no citar sus estupendas composiciones para "El Sol del Membrillo" o la reciente "Azul Oscuro Casi Negro".
No obstante dentro de su magnífica trayectoria destaca sobremanera, para el que esto suscribe, su partitura para el film galo de su amigo Safy Nebbou, "Le cou de la girafe" una obra excepcional en la que Gaigne despliega todo su talento melódico y elegancia camerística, alcanzando cotas de emoción que para sí quisieran muchos otros autores patrios.
El film, resulta ser un drama que desgrana las vidas de sus protagonistas de forma entrelazada, con la fantástica Sandrine Bonnaire a la cabeza del reparto. Para el mismo y tras colaborar con su realizador anteriormente en obras de teatro y los cortos "Bertzea" y "Lepokoa" (incluidos también aquí en las tres pistas finales del CD), Gaigne se aproxima a la trama con la confianza que le aseguran dichas participaciones previas. La calidad que denota la composición que nos ocupa no deja lugar a dudas sobre el entendimiento entre director y músico.
El disco se abre con el tema central de la cinta, una melodía de tintes minimalistas (pese a que el compositor prefiera evitar este estilo como modo de definir su personalidad musical, que ciertamente se aleja bastante de este incomodo cliché pese a entresacar del mismo ciertas referencias armónicas y rítmicas) para piano, cuerda y viento madera. Esta melodía se va a desarrollar con fluidez y creciente sentimiento liberador hasta configurarse en un cuasi vals de resonancias melancólicas. Una pieza bellísima que el autor retomará en variaciones como las escuchadas en "Mathilde" o "Passagères".
Para el corte "Mémoires" se elabora un fragmento marcadamente trágico, con la intervención destacada del violín solista y el contrapunto del piano, casi constante a lo largo de toda la creación. El desolador dramatismo de este tema y su continuación en "Je n´ai pas d´enfant", tendrá su contraste con el juego de deconstrucción para pizzicatos y viento de la melodía principal en "On y Va", un pasaje que bien puede recordar a algunos de los mejores momentos de Carter Burwell y que se retomará en la variación ejecutada durante "Le Saumon".
Para la ilustración de los caracteres Gaigne se muestra más difuso temáticamente, prefiriendo (como es habitual en su obra) resaltar de estos las aristas y los claroscuros por encima de buscar una identificación para los mismos con un leitmotiv claro y definido. El corte "Helene" es buena prueba de ello, con el empleo del clarinete y la flauta a modo de punteo descriptivo que volverá a surgir en "Échos Nocturnes".
Así pues y con los cuatro temas descritos como fuente y base de la composición, Gaigne articula un entramado melódico de enorme belleza tanto en su vertiente vitalista (el tema central en su última aparición durante el corte "Biarritz" por ejemplo), como su apartado dramático, primando en todo momento la cuidada ejecución de unos brillantes solistas entre los que cabe destacar a Javier Perez de Azpeitia al piano y a Waldemar Machmar como violín solista. Un score exquisito donde la vocación camerística se da la mano con la expresividad emocional sin fisuras, de forma plena y absolutamente maravillosa en su audición externa a la película.
Mención aparte, se merecen las piezas incluidas en el estupendo disco de la casa JMB a modo de extras y pertenecientes a los cortos que Gaigne musicó para Nebbou. La primera de ellas procede de "Bertzea", un pasaje fascinante de más de cinco minutos y medio compuesto para guitarra (interpretada por el propio compositor), txalaparta (instrumento de percusión vasco) y voz solista. De gran intensidad y audaz propuesta, este fragmento se cuenta entre lo más original escrito por su autor. De "Lepokoa" encontramos dos fragmentos, de nuevo con la orquesta de cámara y la absoluta precisión de sus solistas como principales bazas de su gran hermosura. El corte "L´Enfant Debout" presenta un arrollador scherzo para piano, violín y madera en la línea del tema central de "Le cou de la girafe", con una prodigiosa (tal y como describe su propio autor) "contundencia repetitiva". La siguiente pista "Lepokoa" representa el momento álgido y final del disco, con un tema de más de siete minutos de duración donde el violonchelo de Pascale Michaud y la voz de Amaia Zubiria (que sería pareja del compositor durante casi diez años), dan vida a una de esas piezas que solo pueden describirse como poesía musical. Superponiéndose e interactuando en un diálogo polifónico arrebatador, los solistas arrancan de la partitura un sentimiento conmovedor y puro, alcanzando una emoción impresionante.
Frente a la pléyade de compositores actuales, nacionales y extranjeros, de nula capacidad para expresar sentimiento o pasión de ninguna clase con sus productos sonoros, se impone a cualquier precio la reivindicación de músicos de los pies a la cabeza como Pascal Gaigne, capaz de elevar la categoría de sus creaciones a la altura de obras de arte. A creadores como Gaigne, Mendizabal, Nieto o Cases, solo les hace falta para convencer con sus trabajos, lo que a otros les faltará siempre; personalidad y talento.
21-julio-2007
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