Miguel Ángel Ordóñez
“Wait Until Dark” pertenece a ese género, explotado de tanto en tanto por la maquinaria hollywoodiense, que transita el terreno del teatro filmado. Con magníficos ejemplos como “La ventana indiscreta” de Hitchcock o “La huella” de Mankiewicz, el poder del guión, una sutil planificación fotográfica, una dirección artística que potencie las intenciones de la trama y una milimétrica composición de personajes, suelen ser los elementos sobre los que descansa la supuesta eficacia del conjunto. “Sola en la oscuridad”, filme solvente del artesanal Terence Young, es un decente modelo en el que destacan la capacidad interpretativa de Audrey Hepburn, en el papel de una ciega que intenta adaptarse a su nueva condición, y de Alan Arkin, en el rol de un psicópata asesino que junto a dos compinches intentará primero por la vía del engaño, finalmente con argucias más propias del género de terror psicológico, dar con una muñeca rellena de heroína que la Hepburn atesora sin saberlo.
Si por algo destaca principalmente la propuesta musical diseñada por Henry Mancini es por el uso de una instrumentación sorprendente y fantasmagórica. Una sección de cuerda carente de violines, la casi nula presencia de la sección de los vientos, maderas (un piccolo, tres saxos) y metales (excepto la introducción en algún corte de trombones empleados como una extensión al uso de órganos), dan como resultado un score espectral, penetrante, gracias al empleo de dos pianos, uno de ellos afinado un cuarto de tono más bajo para producir un encuentro armónico disonante en la suma de ambas armonías (recurso ya empleado por Charles Ives en una de sus sonatas), de un sintetizador Novachord, un sho (un organillo de boca japonés) y un labordiano clavecín electrónico.
Temáticamente, Mancini introduce una doble vía exploratoria. Ambas parten de la figura indiscutible de Audrey Hepburn. Una indaga en sus miedos, la otra en su melancólica actitud frente a una enfermedad irreversible.
La primera, el tema dedicado a los tres villanos, es de una imaginación desbordante. Atonal y disonante, gracias como comentábamos anteriormente al empleo de dos pianos uno de ellos un cuarto de tono más bajo, la música apela a su enfermedad de manera física provocando una logradísima ceguera auditiva, funcionando en ocasiones como un sonar que alerta a la protagonista del peligro cierto provocado por la trama impostora urdida por aquellos. Presente en los “Main Titles” (con impagables silbidos a cargo de Muzzy Marcellino), alcanza sus mejores momentos en cortes de terror psicológico extremo (“Bulbus Terror”, con empelo añadido de tres saxos, o en el magnífico “Cutting Roat A New One”). Una genial melodía de un Mancini en estado de gracia a la hora de retratar el pánico de la protagonista, hasta el punto de hacerlo tangible cuando el climax del filme deriva hacia el terror. Elementos sombríos y siniestros que ya Mancini utilizara en su score para “Experiment in Terror” y que volverían a florecer en su desnuda “The Night Visitor”, tres años más tarde.
Sin embargo la melodía asociada a la melancolía derivada de su aislamiento, es una convencional y delicada composición que funciona como tema de amor y que es deudora del famoso estilo del artista, mostrándose dulce y evocadora en “Pick up Sticks” y “You´re Doing Fine”, para obtener finalmente su correspondiente versión vocal en “Wait Until Dark”, interpretada por Sue Raney y con letra del dúo Livingston-Evans.
“Wait Until Dark” es una clara muestra de la enorme aptitud musical de Mancini, un autor que injustamente ha sido tildado por algunos de simple melodista comercial, cuando en realidad atesora una envidiable capacidad para ilustrar, a través de nuevos caminos, toda una generación de imágenes deudoras de una forma audaz y fresca de entender este medio de entretenimiento.
17-julio-2007
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