Ignacio Garrido
Las sagas cinematográficas han sido siempre un filón para la exploración de los diversos caminos musicales abiertos por sus autores en los films fundacionales, aportando usualmente nuevas ideas y consiguiendo -con bastante más dignidad por regla general- dentro de los films a los que pertenecen, dar un paso hacia delante en forma y fondo al concepto propuesto en los capítulos previos. El caso de lamentable declive cualitativo que la serie Rambo sufrió en su transcurso fílmico, no fue el ejemplo a tomar por un vigoroso Jerry Goldsmith, que aislándose de fascismos de medio pelo, aventuras de guardarropía o el barato acartonamiento progresivo de sus estructuras y personajes, consiguió solventar una trilogía sonora con convicción y poderío hasta el final.
El genio californiano, vivía por la época de producción de "Rambo III", un considerable bajón en su forma física (o quizás un cansancio profesional propiciado por una prolija carrera, posiblemente menos reconocida de lo que al maestro le hubiese gustado y se merecía) que venía acusando desde hacía ya algunos años. Esto no obstante no le estaba impidiendo aportar, con su impronta habitual, ocasionales trabajos de robusta consistencia, apuntalados en la codificación de un estilo ya de sobra definido e hiper-funcional hasta en su mínima expresión. Obras como "El chip prodigioso", "Hoosiers" o "Poltergeist II" ofrecían suficiente dosis de buena música como para perdonarle calamidades del periodo (que luego tristemente comprobaríamos no tan desastrosas en comparación con lo que vino al final de su carrera) de la talla de "Ley Criminal", "Chicago en rojo" o "Traición sin límites".
Las aventuras de John Rambo, se habían iniciado con buen pulso de la mano del realizador canadiense Ted Kotcheff en "Acorralado", basándose en la excelente novela de David Morrell "Primera Sangre" y efectuando las modificaciones oportunas sobre los personajes -y en la resolución de la historia durante su tramo final para resultar más espectacular y comercial- que dejasen abierta la puerta a un final feliz, inexistente en el texto original, y que pudiesen, dicho sea de paso, propiciar una posible continuación si la taquilla respondiera adecuadamente. El gran éxito del film propició no solo varias secuelas, sino la iconificación de su protagonista principal Silvester Stallone, como el héroe de acción prototípico de los ochenta, causándole a la larga una serie de clichés sobre su persona de los que jamás se podría librar.
El responsable musical de toda la franquicia, no fue otro que el insigne Jerry Goldsmith, que se embarcó en ella desde su inicio en 1982, viviendo por aquel entonces su periodo cumbre de esplendor y creatividad. El primer largometraje es, sin ninguna duda, una de las joyas dentro de su carrera de principios de los ochenta, un trabajo arrollador, poderoso, donde aúna dramatismo sentido, con la más apabullante acción polifónica y sincopada marca de la casa. Su segunda parte respondía más a un ejercicio de estilo llevado hasta sus últimas consecuencias dentro de la más pura ferocidad orquestal, donde se dan cita tanto el frenetismo más impactante, como espectaculares apariciones melódicas (un nuevo tema de mucha más presencia y dinamismo) o concisas intervenciones electrónicas.
Con esta estupenda evolución, donde la primera secuela se distanciaba en conceptos y añadía valores, en pos de un olvido parcial del desarrollo temático de la cinta original -no podía ser de otro modo, pues del drama social post-guerra del Vietnam deslizado hacia la acción espectáculo, se pasaba directamente a abrazar el sucedáneo bélico-, no quedaba más que ver por donde saldría su tercer capítulo, a la postre último de las andanzas de John Rambo, para comprobar el resultado musical que Goldsmith era capaz de ofrecernos con unas propuestas narrativas en su homólogo cinematográfico, que se anunciaban ya de lejos más que agotadas.
El score del maestro californiano para "Rambo III", no puede sino oponerse cualitativamente al film al que pertenece, del que parece entresacar la excusa de su débil línea argumental para exponer, con imponente vigorosidad, una descripción de la nueva aventura del boina verde más famosos del celuloide. Empleando como motivo central el tema principal de la saga inaugurado en "Acorralado", Goldsmith retomará dicha melodía puntualmente con estupendas intervenciones y variaciones magistrales, tanto para los momentos heroicos, como para los meditativos. Aparece de nuevo el inconfundible motivo electrónico asociado al protagonista (esa "pedorreta" sostenida) que algunos asociarán de por vida a la franquicia gracias al genio del compositor, así como la expansión de la mixtura de sintetizadores y orquesta iniciada en el capítulo previo, que en esta ocasión se resuelve con más fluidez y elegancia que en otras obras coetáneas. Asimismo nuevos pasajes descriptivos de cierta belleza melancólica como "Peshawar" o "Afghanistan" presentan nuevas líneas melódicas que describen el ambiente localista con figuras rítmicas e intimistas respectivamente.
Por otro lado el compositor intenta imprimir una inusual profundidad emocional al protagonista en su visión del mundo y de los conflictos que viven las gentes del lugar al que acude a rescatar a su amigo, el famoso coronel Trautman, en cortes como "Questions" o "Then I´ll Die". Incluso en la descripción inicial del mismo como un héroe cansado, meditabundo y de cierto poso trágico, Goldsmith imprime un maravillosa sensación emotiva sobre la cuerda en una delicada variación del tema central durante el pasaje que abre el CD, "Another time", lamentablemente eliminado del film. Incluso para el epílogo y los créditos finales (de nuevo sustituidos por una canción de ínfulas comerciales), se desarrolla un nuevo tema de sonoridad castrense, apesadumbrada, a modo de resolución emotiva y melancólica (recuperado por el compositor como melodía central de "La Última Fortaleza" trece años más tarde, igualmente con intenciones descriptivas militares) que se intercala con el resto de los temas empleados a lo largo de la partitura, en el pasaje más largo del disco.
Pero es en la pura acción, donde una vez más el maestro se reinventa a sí mismo, alcanzando un derroche de emoción digno de los mejores momentos de la carrera del autor en este género. El arrollador inicio con "Preparations" es una de las piezas más celebradas de la banda sonora, donde a modo de progresión polifónica y polirrítmica, se construye una extensa pieza sobre las que se van añadiendo capas percusivas y rítmicas, hasta alcanzar un climax de una violencia brutal, con la cuerda como catalizador emocional de las emociones de Rambo. Un prodigio de inventiva en uno de los arranques musicales más destacados del Goldsmith de finales de los ochenta. También destacan en esta línea "The Game", escena en la que el protagonista se integra definitivamente en la cultura de los afganos participando en un juego popular con ellos mientras los helicópteros rusos se acercan al poblado con cruentas intenciones. La milimétrica concepción musical del autor de "Bajo el fuego" se torna aquí en absoluta perfección, elaborando un bloque robusto y poderoso, de épica creciente que estalla con la consecución de la victoria (y espectacular aparición del tema central como representación de esto) en dicho juego, mientras intercala de forma quirúrgica un amenazador y ominoso motivo para el enemigo cada vez más próximo.
Otros momentos igualmente vibrantes son "Flaming Village" que anticipa la tensión frenética de "Desafío total" o "Night Fight", donde la orquesta no consigue, por otro lado, estar a la altura de la implacable fuerza de la composición. "The Sundown" recupera el tema ruso de la segunda parte con gran dramatismo e intensidad, mientras en "Final Battle" se exprimen todas las filigranas orquestales que la formación húngara puede alcanzar, en un portentoso ejercicio de progresión temática.
Llegados a este punto y comentada ya la gran calidad de este trabajo, no queda sino dedicarle unas palabras a la nueva reedición de este trabajo por parte de Intrada. No me queda más remedio que aconsejar el ahorro de dinero para todos aquellos que ya posean la versión anterior de la misma casa, dado que musicalmente no hay aportación cuantitativa de ninguna clase, aunque eso sí cualitativamente si existen mejoras.
La remasterización ha sido cuidada y ahora las aventuras musicales de Stallone suenan mucho más impactantes (bastante mejor que en la edición completa de la propia Intrada o las previas de Scotti Bros o japonesas) que antes, pese a que la interpretación de la Hungarian State Opera Ochestra no haya mejorado por desgracia con la limpieza digital del sonido. Aparte de esto, lo único que puede decidir la balanza positivamente si hay interés por ello para la compra, será la excelente nueva presentación del disco, con una soberbia portada, fotos magníficas y comentarios de un Douglas Fake que aprovecha siempre que puede, el tirón de un Goldsmith (impecable por otro lado en esta ocasión), con una reedición que supera en todo a la anterior excepto en el apartado musical. La decisión de adquirir este disco otra vez es personal lógicamente, pero desde luego si algún aficionado aun no posee este score, la compra es absolutamente recomendable.
2-junio-2007
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