Pablo Nieto
Cuando hace ya un par de años se anunció una adaptación cinematográfica de la mítica creación de Jim Davis, el gamberro y gordinflón gato Garfield, muchos nos temíamos ya lo peor. Dicen que los gatos tienen siete vidas, pero es que este producto en manos de Hollywood y dirigido a es público de hormonas indefinidas, más preocupados en zamparse cualquier tipo de guarrería precocinada con el que atufar al resto de espectadores, y por supuesto, soltar cuatro carcajadas a cual más forzada y exagerada, ya se veía lo que iba a ser. Ni la presencia espiritual de Bill Murray (poniendo su voz) y la de Jennifer Love Hewitt luciendo tipo, servían para compensar lo incompensable. Eso sí, lo más divertido de "Garfield", el despiporre total, ha sido la creación de una segunda parte. Si no querías sopa, pues toma dos tazas.
El proyecto en principio encomendado a Rupert Gregson-Williams, terminó aterrizando en el favorito de los estudios: Christophe Beck. Compositor de moda, creador de aseados scores, obediente a las exigencias de los productores, y por supuesto un talento que todavía no termina de desarrollarse. Es de agradecer la edición discográfica de los dos scores juntos de Bulletproff Records. Siempre hay que apoyar este tipo de iniciativas, a pesar eso sí, que el film en cuestión ni siquiera lo merezca.
El álbum arranca con el omnipresente tema de Garfield (“Garfield Theme”) un motivo de cuatro notas, con cierto toque jazzístico juguetón, con inclusión de pizzicatos. Continuamos con cortes muchos más ajustados a la descripción de la trama como "Arf, Arf, Arf, Quickly", "Stupid Gone Wild" y especialmente "Dogs Run Away" o "Move Pinky Move", donde la acción hace acto de presencia.
Interesantes las variaciones del tema central, mucho más lírico en “Plateo of Courage” o “Lost and Found”, potenciando el lado emocional de la historia a través de las cuerdas. Una tendencia continuada en cortes como "A Really Big Train Set" y especialmente "Home Again", con el que finaliza el score de la primera película. Típico finale hollywodiense que trata de dejar un buen sabor de boca al espectador y oyente (términos no siempre equivalentes)
“A Tale Of Two Kitties” es el título de la segunda parte, que deja corto el tópico “segunda parte nunca fueron buenas”. Ambientada en el Reino Unido, donde Garfield tendrá que enfrentarse con su homónimo británico, eso sí, mucho más refinado que el; el trabajo de Beck trata de respetar las directrices de la primera creación, desarrollando el tema central de Garfield, y aportando algo más de consistencia orquestal, tratando en cierta de medida, de imitar el estilo sobrio y clásico de la escuela británica. Obviamente, no hablamos de Richard Rodney Bennet o John Barry, pero es de agradecer el esfuerzo.
“Carlyle Caste" abre el fuego a través de los metales, seguido de “One Pampered Prince” donde se introduce un nuevo motivo principal, para metales y cuerdas principalmente. Interesantes cortes son "Chasing Tail" con un acentuado ostinato de cuerdas, y los curiosos “Heir To The Throne" y "Stowaways", donde Beck opta por la parodia musical presentando el tema de Garfield en plan “combo” y estética desenfadada (en contraste con toda la pompa británica que rodea a la historia).
Ese mismo contraste de contención a diversión lo tenemos en "The Lonely Housecat", con variante del tema central para guitarra, órgano y percusiones. El rock londinense se apoderará definitivamente del score en “London Crawling”, tras haber podido disfrutar de nuevas variaciones del tema británico en
"Room Wrecker" y "Mirror Dance", y el necesario momento íntimo de "A Hero And A Gentleman", con el cello y el piano como protagonistas.
Ójala en un futuro Beck pueda asentar más su estilo y elegir proyectos más consistentes. Las modas siempre son pasajeras, y aunque dejará su legado musical, no podemos decir lo mismo de su impronta. La labor que está haciendo Beck actualmente la podría hacer cualquiera. El favor de las productoras en cualquier momento pueden buscar nuevos beneficiarios.
|