Ignacio Garrido
La cantante y compositora Lisa Gerrard nunca se ha prodigado demasiado en el trabajo cinematográfico en solitario, quizás por la dificultad de adaptar su música a las necesidades narrativas de un film convencional, dado que ella no es una compositora de cine o quizás porque su arte es requerido tan solo para las ocasiones en las que su particular estilo contiene el mensaje o sentimiento que las historias o escenas requieren en concreto, ya sea para el esteticismo de los hermanos Scott o el sentimiento épico-dramático de Michael Mann, por ejemplo. En cualquier caso aquí nos ofrece la que probablemente sea su obra más interesante, rica, personal y ambiciosa dentro del lenguaje fílmico.
Gerrard fue llamada para realizar la partitura de este hermosa película que nos narra una mágica historia de mitología y leyenda mahorí, en la que su protagonista la jovencísima y excepcional Keyra Castle Hughes interpreta a Paikea, una niña única descendiente de la familia responsable del liderazgo de los restos de una tribu de aborígenes neo zelandeses, cuyo decano representante es su abuelo, que se niega a aceptar a una mujer en la línea sucesoria. Finalmente dadas las innatas cualidades de la joven junto a su fuerza de voluntad, esta conseguirá vencer los convencionalismos cumpliendo una antigua profecía y alcanzando de ese modo su destino.
La cantante ahonda, para esta historia intimista y legendaria, en la creación de una sonoridad electrónica y etérea equiparable al sonido del océano o al silencio de las ballenas, una composición que si bien no está carente de elementos orquestales, si se vuelca en el trabajo sintetizado y mezclado con intervenciones vocales solistas, suyas o de coros tribales, que ofrecen toda la dimensión étnica necesaria así como el sentimiento de soledad e intimismo requerido en cada momento.
Lejos de encasillarla en el antiguo equipo Media Ventures, Gerrard, que atesora una carrera impresionante a sus espaldas con Dead Can Dance, Pieter Bourke o formidables trabajos en solitario como "The Mirror Pool", posee una personalidad musical fascinante, compleja, oscura, que se traduce en una música absorbente, atmosférica, basada en los registros más agónicos, maravillosos y decadentes de su increíble voz, así como en la electrónica menos convencional o las percusiones y los sintetizadores más sorprendentes. Para este film opta por sumergirnos desde el principio con las olas lejanas de un mundo submarino mágico y maravilloso en el corte “Paikea Legend”, para desde ahí arrastrarnos a sinuosos pasajes de percusión hipnótica como “Rejection” o uno de esos maravillosos momentos de poesía musical, que rara vez encontramos en la música de cine actual con “Biking Home”, un bellísimo tema que bien merece por si solo la adquisición de esta obra.
La progresión hacia el dramatismo de la historia se deja notar a la mitad de la partitura con la introducción de teclados solitarios y preciosistas que desarrollan un tema lánguido y ensoñador en “Suitcase”, así como voces solistas delicadas, íntimas e insondables como ecos desde el fondo del mar que asemejan a llamadas de las ballenas en “Reiputa”. Los pasajes más oscuros y amenazadores se ilustran con unos sintetizadores lúgubres, de sonoridad opaca, pero de cierta belleza trágica en el corte “Disappointed”, seguidos del maravilloso “Pai´s theme”, corte melancólico, triste y ensoñador como una lenta caída hacia la oscuridad del océano. Gerrard introduce entonces su fascinante voz en el fantasmagórico pasaje “Paikea´s Whale” y en el preciosista tema central desarrollado en “Empty water”. Los cantos corales y voces mahoríes se introducen de forma emocionante en “Waka in the Sky” y con profunda épica y poesía en la conclusión “Go Forward”, de emotiva resolución.
La edición discográfica de este trabajo responde a la casa habitual para los lanzamientos de todos los trabajos de Gerrard, la poco conocida para el aficionado 4AD, que en formato digipack nos ofrece la posibilidad de adquirir una banda sonora atípica y original tanto para los seguidores de la cantante en su vertiente no cinematográfica, que la encontraran tan estimulante por su contenido melódico y lírico, como los aficionados a la música de cine más abiertos a la experimentación electrónica atmosférica y ambiental. No se puede negar que es un trabajo de evidente origen en el new age previamente cultivado por la compositora durante toda su carrera, pero no solo los que gusten de este estilo musical podrán disfrutar de esta maravillosa composición, pues todo aquel que busque un portal hacia un mundo musical distinto, un viaje (como el de Paikea) hacia lo etéreo, un baño en las aguas de la calma y el olvido, quedarán cautivados por la corriente de esta singular creación.
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