Ignacio Garrido
Durante la segunda mitad de la década de los setenta, el maestro Jerry Goldsmith comenzó a flirtear con una mayor cantidad de productos cinematográficos, progresivamente menos interesantes, basados en la deferencia y el amiguismo que no en la calidad y potencial de los mismos. Si bien es cierto que la carrera del compositor californiano siempre destacó por no hacer ascos a ninguna cinta que le presentase la posibilidad de musicar, ya fuese esta buena, mala o incluso pésima, la verdad es que a partir de este momento un mejor criterio fílmico o un filtro de selección más astuto hubiese logrado evitar, más adelante, partituras infames de la categoría de “Rent-a-cop”, “Criminal Law” o “Extreme Prejudice”, por no hablar de sus scores rechazados para “Alien Nation” o “The Public Eye”.
El caso de la colaboración de Goldsmith con el director Tom Gries bien podría entrar en esta serie de filmes, ya no solo por la baja calidad de los mismos sino por su escasa repercusión y éxito comercial, por tratarse de un puñado de composiciones más que notables y lo más curioso, por contener como elemento común el abordar el género del western desde tres perspectivas bien distintas. La primera de ellas, “Fuga suicida” (que pese a no ser estrictamente un western, su historia y tratamiento se abordan como tal) con áridas disonancias mejicanas, la siguiente “100 Rifles” con prodigiosa orquestación y soberbio ritmo, y la última de las colaboraciones de compositor y director, “Breakheart Pass”, cuyo trabajo nos ocupa y que a nuestro país llegaría con el título de “Nevada Express”.
El film protagonizado por el amigo del director, el actor unidimensional Charles Bronson, se basa en una de las novelas de aventuras de Alistair McClean, que cuenta la historia de un agente secreto crepuscular y en decadencia en un oeste de las mismas características, que se ve enfrentado ante el reto de descubrir al responsable de la propagación de un virus, entre múltiples sospechosos, durante el transcurso de un largo viaje en tren. Apuntar de nuevo como dato curioso que este sería el primero de los tres filmes en los que el compositor californiano abordaría tramas que acontecen en trenes, resueltos siempre de forma dinámica y variada (este trabajo, junto a “El puente de Cassandra” (1977) y “El primer gran asalto al tren” (1978)).
El grueso de la composición se vuelca en un destacado y trepidante tema central que hace su desbordante aparición y desarrollo completo en el “Main Title”. Sin dejar de ser una melodía excelente, se tiene la sensación al escucharla que Goldsmith ya nos había regalado antes temas de similar factura para el western, como el perteneciente a “Por la senda más dura” del año anterior o al de la serie de televisión “Winter Kill”. No obstante, dicha similitud no solo es pecata minuta dentro de la obra en cuestión y la carrera del compositor en general, sino que teniendo en cuenta la calidad musical de dicho tema y la perfecta identificación del mismo a la trama de la película (el arrollador ritmo con guitarras, viento y metal como base del pasaje da la sensación vertiginosa de la velocidad del tren, así como la épica, al tiempo que melancólica, melodía para trompeta que ilustra el carácter del protagonista, son una fusión perfecta de ideas musicales definitorias de los elementos de la película más allá de sus propias limitaciones, con lo que se vuelve a comprobar de nuevo el genio de Goldsmith más allá de toda duda razonable hasta en sus películas de menor calado), dicha aportación se torna en algo más que en un buen comienzo.
Pasajes de suspense como “Free Ride/Hot Store” (que arranca de forma pletórica con un breve momento épico), “Medical Supplies” (que finaliza con una sublime aparición del tema central acompañada de una percusión plenamente basada en el ritmo de una locomotora a vapor) o “Night Watch/ Help Yourself” desarrollan la típica música de misterio del compositor, con pequeños motivos melódicos y elaborada orquestación para piano, cuerda, viento y percusión. Momentos todos ellos que harán las delicias de los amantes del compositor, aun teniendo en cuenta que se trata de un tipo de música ya oída muchas veces antes en la carrera de Goldsmith, hasta el punto de apreciarse retazos de “Last Run” o “Breakout” en diversos momentos.
También encontramos esos elementos electrónicos con los que el compositor empezaría a experimentar a mitad de los setenta en cortes como “No Word Yet” y el inicio de “Raiding Party”, muy en la línea de “La fuga de Logan”, “La reencarnación de Peter Proud” o “Por la senda más dura”. Además, el compositor realiza una fugaz variación del tema central para guitarra, a modo de tema de amor, en “Who Are You?” y vibrantes versiones del mismo en su línea más espectacular con “Here They Come”, hasta desarrollarlo plenamente en su vertiente lírica y aventurera, en “Reunited/ End Credits”.
La primera aparición del siniestro motivo ascendente de cuatro notas asociado a la amenaza del tren la tenemos en el posiblemente mejor corte de la banda sonora y uno de los más elaborados fragmentos de acción del Goldsmith del periodo, el sobresaliente “On the Move/ Runaway”, un pasaje que se inicia con un corte inédito en el film, una variación del tema central que de nuevo simula con la percusión el sonido del arranque del tren, para dar paso a un agresivo ritmo sincopado para secos cellos y viento brutal a los que se van añadiendo percusiones, reverberaciones y acompañamiento de metales, mientras se define un tema que años más tarde el compositor reutilizaría y desarrollaría plenamente en uno de los grandes pasajes de acción de su “Rambo III”, el bien conocido por todos “The Game”.
Este motivo de amenaza volverá a aparecer en “The Casket/ Box Car Fight” y en “Make Up Your Mind/ Leaving the Foro” (donde de nuevo se emplea la electrónica citada), usando Goldsmith una línea de acción trepidante que reutilizará posteriormente en “Raiding Party”.
Trabajo pues destacable y muy recomendable para cualquier aficionado a la buena música de cine, en especial al western, pero sobre todo para seguidores de Goldsmith, quienes podrán disfrutar finalmente de una edición en condiciones de esta banda sonora que vio la luz hace años de forma pirata en el sello Pony, y que ahora ha visto mejorada sensiblemente su limpieza de sonido (destacaban aquellos discos por su ridícula, pobre edición pero también por un sonido excelente) y por supuesto su exquisita presentación, con notas interesantes, cuidado grafismo y un cariño por la música de cine que se hace palpable al tener el disco en las manos, sin duda la casa La La Land merece nuestro respeto.
Si bien es cierto que los dos exiguos bonus tracks son irrisorios, si es muy de agradecer la inclusión de los breves, pero fantásticos pasajes inéditos en el film y contar con la versión original de los créditos finales, que en el CD pirata se sustituía por la repetición (con la chapuza del “copia y pega”) del “Main Title”. Lo dicho, se nota el cariño y eso hay que alabarlo.
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