Miguel Ángel Ordóñez
A finales de los 50, el jazz se había convertido en sonido estándar para las series televisivas basadas en un género violento, de suspense, policiaco; un subgénero cuyo apelativo musical en el idioma anglosajón era “crime jazz”. La irrupción en 1959 de Henry Mancini con su soberbio “Peter Gunn” era tanto el cenit, como el punto de partida de toda una serie de imitaciones y homenajes que se darían en el campo televisivo en años posteriores.
Pianista durante las recordings sessions de “Peter Gunn”, John Williams era un joven y talentoso arreglista y compositor que se iniciaba en aquella época en la televisión: “M Squad”, “Wagon Train” o “Bachelor Father” entre 1958 y 1959 fueron su bautismo de guerra en una disciplina donde acabaría legando grandes obras maestras.
Pero la verdadera responsabilidad de liderar una serie televisiva como protagonista absoluto de su apartado musical se produce con “Checkmate” en 1960, poniendo música a la totalidad de los 36 episodios de su primera temporada. Serie de la CBS, ideada por Eric Ambler, que trataba sobre una firma de detectives de San Francisco (la Checkmate Inc) especializados en prevenir el crimen antes de que ocurriera.
Pero justo en el momento en que el joven Williams afronta su proyecto televisivo, es contratado por el sello Columbia Records para el que trabajará interpretando, arreglando y dirigiendo para gente como Frankie Lane o Mahalia Jackson. Finalizado su trabajo en “Checkmate”, la Columbia propone a Williams la primera grabación de su música con el sello, arreglando los temas compuestos por el de New York para la serie. Así surge un LP que FSM rescata con esta grabación.
No puede hablarse claramente de que nos encontramos ante la banda sonora original compuesta por Williams para “Checkmate”, sino mas bien de una serie de composiciones que siguen la línea del éxito introducido en la industria discográfica por Mancini. Seis piezas rescatadas de los 36 episodios de la serie conviven junto a otros seis cortes compuestos especialmente por Williams para la ocasión.
De todos los temas originales, el tema central es el que mejor absorbe el sentido del trabajo de Williams para la serie, una rítmica y tensa pieza cuyo tema se expone a las trompas y es recogida posteriormente por el resto del metal (“Theme from Checkmate”). Espíritu que recogen cortes melancólicos, elegantes y románticos como “The Isolated Pawn” o “Queen´s Sacrifice”, siempre con el piano como hilo conductor.
Cortes como el latino y cómico “Hassle in the Castle”, claramente deudor de la estética manciniana, comparten espacio con ejercicios mas orientados al jazz como “Cyanide Touch”, mostrando el talento de un compositor que cuenta con una pequeña formación de músicos que limitan la paleta orquestal al viento y las percusiones.
El éxito de la grabación de “Chekmate” proporciona a Williams una nominación a los Grammy en 1962, premio finalmente conseguido por el “Desayuno con diamantes” de Mancini. Pero el número de ventas se dispara y Columbia proyecta la realización de dos discos mas con Williams como protagonista.
El escaso éxito de “Rhythm in Motion”, segundo de los álbumes del compositor con la discográfica, impedirá la realización de un tercero. Un trabajo no cinematográfico recogido también por FSM en esta grabación, donde principalmente Williams revisita y arregla éxitos del Broadway de los años 20. El apogeo del stereo es la base principal sobre la que el maestro rescata piezas tan conocidas como el “Fascinatin´ Rhythm” de los Gershwin (compuesto por estos para el musical “Lady, Be Good!”), el charleston “The Varsity Drag” del trio DeSylva, Brown y Henderson (del musical de 1927 “Good News”) o el “Let´s Do It” del inmortal Cole Porter.
De todas estas piezas destacan, por su efectividad la irónica y divertida “The Surrey with the Fringe on Top” con líneas socarronas al glockenspiel, perteneciente al “Oklahoma” de Rodgers y Hammerstein II, y por su sensualidad la mítica “My Heart Belongs to Daddy”, compuesta por Porter para el musical “Leave It to Me!” en 1938, pero inmortalizada un par de años antes a la presente grabación por Marylin Monroe en “Let´s Make Love”.
No siendo un trabajo específicamente cinematográfico, este álbum de FSM está especialmente indicado para melómanos y amantes de los ritmos populares que marcaron toda una época en Estados Unidos. Para los amantes del maestro Williams, siempre les quedará el interés por observar los inicios de una carrera que posteriormente tomaría rumbos bien distintos.
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