Fernando Fernández de Arriba
No siempre se pueden hacer buenos scores ya que nadie es genio ni perfecto en todo lo que hace y esta es una prueba de ello. La pareja de compositores, que tantos éxitos han tenido entre ellos, con otros miembros de la ex Media Ventures y, por supuesto, en solitario muestran en esta ocasión una falta de ideas y creatividad alarmante.
Entre tantos scores compuestos cada año por Hans Zimmer y sus colaboradores, tienden a meterse más de lleno en unos (exigencias del director o productor, presupuesto de la película, tiempo disponible...) y en cambio en otros utilizar recursos “sobrantes” de los trabajos que realicen en esos momentos o hacer scores nuevos pero sin variedad musical y sin piezas especiales a destacar.
Zimmer acababa de componer varios scores de acción que elevaron su cotización entre los fans (“La Roca”, “Broken Arrow”, Fanático”...) y estaba metido de lleno en la obra que sería nominada al Oscar “Mejor Imposible”, y por otro lado Harry Gregson-Williams había estado muy ocupado con “The Borrowers”, arreglando la polémica “La Roca”, y estaba también colaborando con Zimmer en “Mejor Imposible”. Entre tanta adrenalina musical se juntaron para realizar “Smilla, Misterio en la Nieve” una de las películas tranquilas, de presupuesto moderado que les servía de relajación musical. Un thriller sin pretensiones, y cuyo resultado final musical y cinematográfico no podía ser más decepcionante.
Para muchos una oveja negra en la carrera de Zimmer y Gregson-Williams, algo no muy habitual cuando en Media Ventures se juntaban estudios e ideas, para componer y firmar partituras en equipo. La película, dirigida por Bille August (“Sentencia de Muerte”), está protagonizada por Julia Ormond (“El Primer Caballero”), Gabriel Byrne (“Enemigo Público”) y Richard Harris (“Gladiator”) y trata sobre una protectora (Ormond) de un niño groenlandés que aparece muerto sobre la nieve cinco días antes de Navidad y viendo que la policía no colabora con ella, emprende una investigación sobre las causas de la muerte del pequeño.
August ya había trabajado con Zimmer unos años antes en su anterior película, “La Casa de los Espíritus”, pretenciosa adaptación de la novela de Isabel Allende, para la que el alemán escribió un acertado score. La música para este nuevo film del director sueco, es misteriosa como la propia película, básicamente orquestal destacando los instrumentos de cuerda, piano y una base coral en algunos temas, y el apoyo de los sintetizadores y la experimentación electrónica que tanto le gustaba a Gregson-Wiliams en sus primeros años.
Comienza con un tema sencillo, suave, muy evocador (“Greenland anno 1859”) que termina con una percusión del estilo habitual de Media Ventures. Un arranque musical prometedor que termina en el primer tema. En todo lo que sucede a partir de ahí, lo único pasable (y curioso) es que en las imágenes las melodías y temas quedan muy bien pero que fuera de ellas se hace una música tediosa, aburrida en muchos momentos, sin ningún tema más desmarcado, con una variedad musical casi nula. Efectividad comprobada, pero eso no significa que haya que ensalzar las virtudes (nulas) de la música.
A partir de la mitad del score, según aumenta la acción de la película, hay más movimiento orquestal (“Chase at the Sea”), con percusión incluida a la cuerda y varios crescendos, sin embargo la sensación de sopor sigue siendo la misma. Estamos ante uno de los trabajos más flojos compuesto por ambos compositores.
Algunos dirán que el "Isaiah Theme" (motivo asociado al niño fallecido), repetido en los "End Credits", salva la partitura, sin embargo realmente para lo único que sirve esto es para identificar el estilo melódico del verdadero responsable de la partitura: Gregson-Williams.
Como apunte decir que la discográfica que edita el disco es especialista en música clásica y es la única vez que ha editado un disco de la ”factoría Zimmer” lo cual nos da una idea por anticipado de que no escucharemos muchos fuegos de artificio. Que se editen obras como esta comercialmente y queden trabajos mucho más destacables de Zimmer & Company sin publicar, es algo que uno nunca entenderá pero así son las cosas a veces en este mundo.
|