Manuel Ruiz del Corral
Cualquier obra de John Williams resulta difícil de valorar, especialmente a la hora de escoger los criterios comparativos. Difícil es comparar a Williams con los demás, puesto que pertenece, por formación, experiencia y capacidad creativa a una dimensión artística diferente. Un mito viviente y en activo, que seguramente será la referencia de muchos, y sobre todo de los que lo niegan.
Y más difícil es comparar entre sí la obra de Williams, porque cada trabajo presenta un concepto artístico diferente, y en constante evolución. Una opción, seguida por muchos, es quedarse anclados en los conceptos musicales que hicieron de Williams el máximo exponente de la música de cine (allá por los 70 y 80). Si esta es la referencia verdadera, cualquier obra que difiera de esos conceptos es considerada inferior.
Otra opción es seguir la profunda evolución del maestro, hacia una música emocionalmente más madura y compleja, más sutil en formas, más abstracta y sosegada, y si me apuran, más apasionante. Este camino, como en toda evolución, ha sufrido pruebas y experimentos necesarios, materializados en obras en ocasiones denostadas, pero con un valor creativo enorme.
“Catch Me if You Can” puede pertenecer a este último grupo. Una obra con integridad y personalidad propia, con conceptos nuevos y originales, pero de alguna forma, carente de esa fuerza que dan las ideas asentadas. Esta carencia no quita valor, simplemente obliga al oyente a una escucha diferente y atractiva.
Williams aporta para este score una atmósfera suave y melancólica, con sutiles toques de humor, muy acorde con la película. Muy destacable es la orquestación, no por su espectacularidad y contrastes, sino por su sutileza, originalidad y sencillez: el uso del vibráfono como elemento principal, apoyado de los xilófonos, celesta y piano en ocasiones, otorgan un dulce carácter percusivo bastante peculiar al score (coqueteando a veces con lo minimalista). Asimismo, Williams se apoya en la tímbrica de las maderas y el saxo, que sirve de puente hacia una estética jazzy, también muy peculiar. En definitiva, un dominio de elementos puestos en escena con maestría y sutileza, que generan una atmósfera tan atípica como interesante.
Temáticamente hablando, Williams nos deja entrever una bella melodía construida en “The Father´s Theme” (leit-motiv del padre de Frank) , que recuerda lejanamente al lirismo de “Munich” o “La Lista de Schindler”, algo más apagado quizá. Otro tema, de menos entidad pero omnipresente y principal es el presentado en “The Float”. Estos dos temas, junto a un concepto de score fundamentado en variaciones de motivos rítmicos y tímbricos, da color y responde al estado anímico cómico-obsesivo de nuestro personaje principal, interpretado por Leonardo Di Caprio, que en mi opinión, es el centro de la banda sonora, y de la película en sí.
Otro foco importante es la pseudo-improvisación de los instrumentos de madera y el saxo, emulando un sonido jazzístico, pero medido al milímetro, como Spielberg se encarga de indicar en el libreto: “cada una de las notas del saxofón ha sido explícitamente escrita por John”.
Los títulos iniciales y “The Float” muestran ya el espíritu de la obra, bastante reiterado a lo largo de todo el CD. Este espíritu, junto con las referencias y esbozos emocionales de los leit-motivs de Frank y de su padre, y varios momentos de belleza orquestal contenida (especialmente en “Deadheading”), resumen de forma “brusca” el score.
El CD está apoyado por canciones estupendas y conocidas, fantásticamente colocadas en la película, que dan la variedad y color del que pudiera carecer el score en su conjunto. Un 10 para el supervisor musical.
En definitiva, un CD muy disfrutable, que demuestra en su score que Williams trabaja con más ilusión que nunca, indagando, estudiando y experimentando, ofreciéndonos sensaciones nuevas en cada trabajo.
-Relación música/imagen: 8/10
-Coherencia temática: 7/10
-Variedad (score): 6/10
-Orquestación: 8/10
-Sonido/Producción: 8/10
-Originalidad: 10/10
-Estimación Global: 7.5
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