Miguel Ángel Ordóñez
De nuevo Ventura Pons acude a las historias entrelazadas, a la difícil comunión entre cuerpo y espíritu, al dolor de unos personajes que deambulan como animales heridos por la vida y el amor, que como los perros buscan consuelo al lamerse las heridas, magullados pero vivos.
La base argumental, extraída de tres de los seis relatos cortos escritos por Jordi Puntí bajo el título de “Animales tristes” (“Iconos rusos”, “Burbujas” y “Perro que se lame las heridas”), gira alrededor de siete personajes cuyas vidas se entrecruzan por motivos muy diversos: amorosos, laborales o de amistad. Silvio (José Coronado) es un hombre de fortuna que a sus 50 años vive una existencia rutinaria junto a una mujer, Marcia, que le deja tranquilo y una amante, Claudia (Aitana Sánchez Gijón), con la que encuentra la pasión que le falta a su vida. Ésta tiene dos amigos, Irina y Daniel, cuyos automatismos han acabado por distanciarles en su matrimonio. Por su parte, Mariela trabaja para Claudio y busca junto a su novio peruano, Jorge, una subsistencia mejor. Cuando las cosas se tuercen, tras lamerse las heridas, se levantan y siguen mirando hacia adelante.
En su undécima colaboración junto a Pons, Carles Cases ha acudido a un jazz cálido y, en ocasiones, ligero, como compañero de sus protagonistas. Este universo microscópico ha sido diseccionado por el compositor de Sallent con la inestimable colaboración de siete músicos que, siguiendo la tradición e interés de Cases por creer en la fuerza de la interpretación en detrimento del anonimato de las orquestas sinfónicas, han logrado crear un microcosmos pleno de sensualidad y erotismo. La trompeta de Raymond Colom, alumno aventajado del gran Wynton Marsalis, el saxo de Liba Villavecchia, fundador del IBA, colectivo barcelonés de improvisación de músicos y bailarines, la guitarra de Cece Giannotti, telonero de Tina Turner o Kiko Veneno y colaborador de Iggy Pop en el tema central del filme “Atolladero”, el contrabajo de Mario Rossy, artista que ha grabado con Joan Manuel Serrat, la marimba de Robert Armengol, miembro de “Percussions de Barcelona” con el que Cases ha grabado su magnífico “Morphings”, la batería de Lluis Ribalta y el piano de Josep Lluís Pérez, ambos colaboradores habituales del compositor (baste recordar las magníficas aportaciones del primero para “Caricies” y del segundo para “Food of love”); todos ellos rallan a una altura impecable, muestra una vez mas de la profesionalidad de un Cases que cuida en extremo sus grabaciones, aún a costa de perder dinero.
“Animales heridos” expone el tema central del filme, una lánguida y sutil melodía a medio tiempo, donde sobresalen la trompeta de Colom y el piano de Pérez. Cases volverá a presentarla, de manera elegante y refinada, en “Moderato”, con una aportación espléndida a cargo del dúo Pérez-Rossy. “Wonder ballad” es un tema sensual de exquisita belleza, gracias a las certeras intervenciones de Villavecchia, Colom, Pérez y Ribalta, donde Giannotti aporta notas oníricas en sus ocasionales punteos de guitarra.
Cortes menos interesantes, como “Junquet” y “1723 O.K”, descansan sobre ritmos latinos, vitalistas y de moderado optimismo. Mientras el primero presenta una bossa nova donde cabe destacar la guitarra de Giannotti y la melódica interpretada por el mismo Cases, el segundo acude a cadencias caribeñas donde la marimba de Armengol marca el centro melódico sobre el que Cases superpone el resto de instrumentos.
“Mr. Jorge Washington” presenta el segundo tema principal del score. Una melodía solitaria, angosta, oscilante y sinuosa, que describe la angustia del que llega a tierras extrañas, su necesidad de adaptarse a nuevas formas de supervivencia. Expuesta por la trompeta de Colom con inusitada intensidad, “Titulos” la recupera desde un punto de vista aún mas evocador y triste en el duelo virtuoso entre Pérez y Villavecchia.
“Daniel e Irina” se construye como un auténtico duelo entre la sensualidad de la trompeta de Colom y el aire sureño en la hipnótica guitarra de Giannotti, siempre arropados por el buen hacer de Ribalta y las agudas notas que desgranan de nuevo Pérez al piano y Cases a la melódica, tan sugerentes como afectivas. Obra excitante que, de manera circular, se cierra con otro tema sensual de marcada tristeza, “Andante”, donde Colom y Pérez aportan ese grado de quietud y recogimiento que acompaña el deambular de esos animales cuya vida fluye como el caudal de un río desbordado por el deshielo primaveral.
Las notas que emergen de “Animales heridos” no hubieran sido nada sin la interpretación de sus músicos. Una obra con una sorprendente vida propia mas allá de las imágenes, algo en todo caso consustancial al trabajo del compositor. Notas heridas sobre las que Cases aplica un antídoto lejos de la consciencia, un lametazo que arranca de ese lugar donde nacen las emociones.
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