Pablo Nieto
A falta de guiones originales, de argumentos contundentes y escenas sugerentes, muchos productores en Hollywood prefieren apostar por un remake. La teoría presenta una lógica aplastante a primera vista: si en el pasado la película funcionó, ¿por qué no iba a hacerlo ahora si la inversión y la publicidad es mayor? Eso digo yo, y sin embargo en el cine el éxito muchas veces no es una consecuencia "lógica". Un film es o no rentable dependiendo de una serie de factores que incluso a los todopoderosos responsables de marketing de un gran estudio, se les escapan. Que el remake de un clásico convenza a público y crítica es a día de hoy la asignatura pendiente de la lógica, la excepción que confirma la regla; aunque no es la primera vez que la ideología perfecta se da de bruces con la cruda realidad. Lógica es igual a utopía.
"Un Crimen Perfecto" es otro buen ejemplo de esta utopía. Este remake del
inolvidable film de Alfred Hitchcock, a pesar de su ambiciosa puesta en escena, su aire contemporáneo, su sofisticada atmósfera de lujo, seducción y traición, y por supuesto el reparto, de auténtico lujo con Michael Douglas, Gwyneth Paltrow y Viggo Mortensen, no termino de convencer a nadie.
Nadie puede decir que fuera una mala película, o que no funcionara la dirección de Andrew Davis, que años antes deslumbrara a la audiencia con la trepidante "El Fugitivo" (el género televisivo, curiosamente sí ha funcionado cuando ha sido trasladado a la gran pantalla), sin embargo los hechos hablan por si solos, y "Un Crimen Perfecto" no fue el film "perfecto" que se esperaba.
Para el apartado musical, el director volvió a contar con su amigo James Newton Howard, cinco años después de su inolvidable colaboración en "El Fugitivo" (nominación incluida para ambos). Newton Howard le debía una al director, tras no haber podido colaborar con él en "U.S Marshall", por así decirlo una continuación de "El Fugitivo" para el lucimiento de Tommy Lee Jones que repetía papel. Debido a la apretada agenda de Newton Howard en 1996, éste tuvo que renunciar al proyecto casi al final, recayendo al final en manos de un eficiente artesano como Jerry Goldsmith (quien solventó el encargo en un par de semanas, aunque, eso sí, con resultados bastante cuestionables).
Desgraciadamente, y siguiendo la tónica decepcionante del film, el score de Newton Howard, que no deja de ser efectivo en su relación con las imágenes, en realidad no pasa de ser un trabajo redundante y del montón. El compositor californiano construye la partitura en torno a la fusión de orquesta y sintetizadores y base percusiva electrónica, donde destaca también la utilización de guitarras eléctricas (algo habitual en sus scores urbanos), y voz femenina, en ocasiones manipulada electronicamente. La voz, por cierto, es la de Lisbeth Scott, una joven cantante que por aquel entonces estaba empezando, y que a día de hoy es una de las voces más cotizadas de Hollywood. Esa voz está sin duda concebida como una clara referencia al sufrimiento del personaje de Gwyneth Paltrow, a su infidelidad, a su lucha por romper las cadenas de su matrimonio y lanzarse en brazos de su amor verdadero.
El score es evidente que entronca en cuanto a ideas, cuerpo y estructura con otros trabajos previos del compositor, como "Las dos caras de la verdad", "Coacción a un jurado", "El Fugitivo", e incluso, en cuanto a la utilización austera y contenida de las cuerdas y el piano, con "El sexto sentido".
Sin duda, el momento más destacado de esta banda sonora son sus "Main Titles", donde encontramos los sensuales susurros de Lisbeth. Un tema, donde James parece sentirse más cómodo para dar rienda suelta a sus propuestas musicales sin los corsés de la ambientación pura y dura. Menesteres, estos últimos, donde demuestra moverse con efectividad como ya anticipábamos previamente en cortes como "Intruder", "Can you Ever Forgive Me?" o "He´s in the Kitchen".
La secuencia clave de la película (el intento de asesinato) es resuelta con una violencia orquestal y percusiva descomunal, algo de lo que da fe el corte: "The Attack". Un pasaje no especialmente brillante, pero en el que el compositor demuestra su oficio.
No podemos decir que "Un Crimen Perfecto” sea un trabajo que merezca ser recordado, de hecho en su momento fue especialmente criticado viniendo de quien venía (la presencia de Michael Douglas, y el clima de erotismo hicieron que muchos tuvieran en mente la obra maestra de Jerry Goldsmith para "Instinto Básico" como referente a la hora de valorar este trabajo; craso error).
Es curioso, pero con James Newton Howard suele pasar que cuando más se espera de él, más fácil es que no termine de convencer el resultado final. Todo lo contrario ocurre cuando las expectativas no son tan elevadas. De nuevo la lógica por los suelos. El crimen perfecto no existe.
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