Pablo Nieto
Lasse Hallstrom dirigía en 1995 este episodio de infidelidad matrimonial en una típica familia americana. Un film con los habituales ingredientes que suelen conformar los acaramelados postres del director sueco: un poco de ironía, pequeñas dosis de humor y un importante poso de amargura.
“Algo de que Hablar” es la lucha de un hombre (Dennis Quaid) por redimirse ante los ojos de la mujer amada y traicionada (Julia Roberts), con el transfondo de una compleja relación personal con los padres de ellas (Anne Bancroft y Robert Dubal) y su hermana (Kyra Sedgwick), y todo ello unido por la enorme afición de la familia al mundo de la hípica.
Para el apartado musical, Hallstrom apostó por un Hans Zimmer que justo acababa de obtener su primer Oscar gracias a “El Rey León”. El proyecto, por supuesto le interesó al alemán, y es que para esta película podía hacer lo que tanto le gustaba: escribir para una pequeña formación de rock, dando primacía a la improvisación por encima de la composición encorsetada.
Su score para este film es un rico conglomerado de sonidos Hammond, guitarras eléctricas, bajos, violas, banjos, piano y percusiones. Elementos que le sirven para ambientar y “dinamizar” esta historia de amor y odios por otro lado tan poco original a nivel cinematográfico.
Tematicamente nos encontramos con un trabajo compuesto por retentivas y variadas propuestas melódicas. Unas llenas de fuerza y vitalidad y otras más depresivas, que le ayudan a Hans a adaptarse a los altibajos anímicos de los protagonistas y por ende, de la historia.
De la compilación musical del score con forma de CD, debemos detenernos en primer lugar en “Southern Confort”, donde queda patente la confrontación musical emocional propuesta por Zimmer.
Realmente disfrutable es el desarrollo temático de “Dysfunctionally Tours” y “Dinner for Two” que sumados alcanzan veinte minutos de duración (algo más de la mitad de la duración total del score editado). Dos intensas suites, magníficamente construidas por Jeff Rona, y que aportan una nueva dimensión a lo que es la música de cine para ser escuchada.
Imprescindible el corte titulado “Grace”. Pletórico de fuerza, con un Zimmer realmente inspirado que se permite el lujo de introducir el típico motivo secundario zimmeriano, tan retentivo y memorable como siempre, y que Hans reserva para alguna escena clave del film, en este caso la competición final de hípica, con la hija de los protagonistas como principal referente. Resulta especialmente atractiva la utilización de la guitarra en conjunción con las percusiones para representar musicalmente el ritmo del galope del caballo (recurso posteriormente repetido por Zimmer en “Spirit”).
Como suele ocurrir con Hans Zimmer, muchas veces es difícil diferenciar que escenas son musicadas exclusivamente por él, y en cuales se limita a supervisar que sus ideas temáticas son convenientemente adaptadas y desarrolladas. Sin embargo, mientras otros compositores se niegan a compartir protagonismo, Zimmer nunca ha tenido problemas en atribuir labores de co-composición a aquellos colaboradores que por su implicación en el film así lo han merecido (para que luego digan que tiene ego…). En este caso, fue el músico británico Graham Preskett quien aparece como co-firmante de la partitura (quizás no tanto por la elaboración de temas, sino por la interpretación de los mismos, puesto que Preskett toca más de la mitad de los que son usados en el film).
Es “Algo de que Hablar” una banda sonora que merece la pena escuchar, pero especialmente para los que suelen disfrutar con el espíritu sureño del compositor nacido en Frankfurt, presente en films como “Thelma & Louise”, “La Chica del Calendario” o “De Repente un Extraño”.
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