Ignacio Garrido
Sin duda el 2003 fue el año de Harry Gregson Williams. No solo porque se desligó de las co-composiciones con otros autores como fuente y nexo de unión para realizar sus mejores trabajos y del emparejamiento con Zimmer en su estilo, sino porque fue autor de un par de obras excepcionales dignas de incluirse entre lo mejor de dicha temporada, como son la sinfónica y radiante “Silbad” y esta sensible y emotiva ”Veronica Guerin” , trabajo que explora una línea totalmente opuesta a lo que el autor nos tiene acostumbrados con sus partituras electrónicas de acción o su sinfonismo grandilocuente.
Para esta historia dramática, Gregson Williams encuentra la inspiración en una delicada voz intimista de la historia; el canto popular tanto en la aproximación melódica, como en la ilustración colorista de varios pasajes de ambientación local que se mencionaran a continuación. Aunque lo que realmente destaque de la obra es su seriedad y sentido autónomo de la acción y la narración audiovisual, buceando en una orquestación y estilo que se amolda a la perfección a la cinta y las imágenes que nos presenta, y es aquí donde el compositor demuestra una calidad tremenda, prescindiendo por completo del espectáculo o la estridencia e incluso casi de cualquier rasgo identificativo en sus aportaciones electrónicas o sintetizadores en favor de centrarse con seriedad y sobriedad en el sentimiento del relato. Todo un acierto recompensado al hallar el espíritu musical del film con maestría y elegancia.
De nuevo en colaboración con Joel Schumacher (y produciendo Jerry Bruckheimer, amigo del compositor), tras su “Phone Booth” (una de las bandas sonoras más flojas del compositor), Gregson Williams ofrece todo un recital de sensibilidad y emoción contenida. Trabajando con la ambientación irlandesa pertinente al film (la historia real de una periodista asesinada por el IRA debido a sus investigaciones), el compositor no ahonda en un camino melódico fácil como cabría esperar y se esmera en conseguir una bellísima melodía central que se adapte a las necesidades oportunas de la trama, arropada eso sí por la orquestación adecuada que la ambienta. Incidiendo en su vena experimentadora con los sintetizadores y sonidos modernos, crea sorprendentes e impactantes momentos de tensión y suspense como en el inicio del score donde destaca el violín eléctrico en el corte "Dublin 1996" que trasmite y anuncia una sensación trágica sobrecogedora, además de inconfundibles temas marca de la casa como "Preparations" o "Traynor Lies" que no sobresalen ni desmerecen en absoluto el conjunto.
También nos regala uno de esos temas juguetones y vivarachos que bien podría ser un clásico popular irlandés y que firmado por el compositor nos da idea de su facilidad para la orquestación y la melodía pegadiza en el corte "Driving" y emotivos momentos de calma y hermosura "The Beating". Como momentos álgidos del score tenemos sin duda el impresionante "The Killing", pasaje que crece en intensidad y dramatismo hasta alcanzar una belleza desoladora y sobre todo "Bad News", conmovedora canción con la voz solista de Brian O´Donnell, arropada por el desarrollo melódico más emocionante, sensible y conmovedor de la banda sonora. Este fantástico pasaje posee una historia propia muy particular, pues durante el desarrollo y proceso de producción del score, el compositor visitó Dublín y paseando por la ciudad encontró al mencionado joven Brian O´Donnel cantando en la calle. Gregson Williams quedó fascinado por su voz y decidió buscarle para incluirle en la banda sonora, al encontrar en el film la secuencia idónea para incluir su portentosa voz. El compositor volvió a las calles de Dublín para localizarle y proponerle la participación en la banda sonora pero casualidades de la vida no lo encontró, con la desgracia añadida que debía regresar al trabajo en el estudio y por lo tanto no podía quedarse más tiempo para dar con él. No dispuesto a abandonar su idea Gregson Williams pidió a un asistente que rastrease las calles en busca del chico y le pidiese participar en el film. A los pocos días el compositor recibió la llamada de su asistente que le confirmaba que había podido grabar al joven, pero tan solo en el mismo momento de hacer su demostración en público pues por diversos motivos no podía ofrecer una mayor colaboración. El asistente grabó al joven en plena calle interpretando varias canciones populares, de las cuales tan solo una Gregson Williams no conocía y es la que finalmente aparece mezclada con el trabajo orquestal del compositor en el mencionado corte “Bad News”, de una emoción desgarradora, debido tanto a la melodía del compositor como a la letra y universalidad del mensaje que contiene. Todo un acierto propiciado por las coincidencias del destino.
El álbum se abre y se cierra con las dos versiones de otra canción, la interpretada en esta ocasión por toda una institución irlandesa de la música como es Sinead O´Connor, igualmente excelente y adaptando el tema central del film de forma magistral a la imponente voz de la artista en la que inicia la banda sonora "One More Day" y la que la culmina "The Funeral". En ambas participan nombres conocidos como el de Patrick Cassidy y el violinista Hugh Marsh, aunque solo en la primera ayude también en su composición Trevor Horn. De este modo de se obtiene una obra elegante, hermosa y sentida que atestigua el excepcional talento del compositor y su facilidad para encontrar una voz propia en cada película a la que pone música. Si bien es cierto tampoco se trata de una composición en exceso original en sus planteamientos, dadas las fuentes melódicas irlandesas de las que parte para hacer todo su desarrollo temático, la sensibilidad y delicadeza que Gregson Williams muestra en todo momento y su inspiración para trabajar sobre dichos planteamientos de forma inteligente y sutil, son elementos dignos del más alto elogio.
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