Miguel Ángel Ordóñez
A partir de los 90 los productores cinematográficos vieron un auténtico filón en las adaptaciones de comics para el cine. No hay personaje de comic que se precie sin su alter ego en la gran pantalla. Es indudable que estos productos, y subproductos porqué no decirlo, son muy rentables para una industria cuyo espectador medio no supera los 17 años. Ante semejante avalancha, el film que nos ocupa supone de entrada un acercamiento al recurso del comic (con personajes de animación, diseñados por Todd McFarlane, creador de Spawn), junto, y ahí reside su cierta originalidad, a la utilización de personajes de ficción que viven una rutinaria vida paralela. En este caso unos adolescentes que deciden una buena tarde convertirse en héroes de comic inmortalizando sus delirios en un libro, donde la antítesis del héroe, el malo, no es otra que una cándida monja que se pasea en motocicleta y que atiende al nombre de Jodie Foster. Estos mimbres dan para muy poco desde el punto de vista puramente cinematográfico, pero en una dudosa vuelta de tuerca, los productores deciden recubrir la historia emocionalmente (resaltando aún mas el nulo interés artístico del film y sí su evidente afán económico) de una estética musical, asociada no se sabe bien porqué pero convertida en cliché, cercana al heavy metal. No hay score actual sobre personaje de cómic que se precie que no tenga una edición discográfica con grupos de rock duro, símbolo “sin duda” de ¿virilidad? y ¿de héroes condenados por la eternidad a vivir una vida solitaria en favor de la justicia y el bien general?.
Así las cosas, junto a Marco Beltrami y un par de canciones nos encontramos con cinco temas compuestos por Joshua Homme. Este señor, al margen de su colaboración aquí, ha contribuido con alguna que otra canción para films como “El proyecto de la bruja de Blair 2”, “XXX” y “Wrong Turn”. Se inició “musicalmente” a principio de los 90 en el grupo de heavy Kyuss, hasta fundar en el 98 su actual conjunto Queens of The Stone Age. Su contribución musical desde luego parece de la “Edad de Piedra”, ciñéndose a composiciones de rock duro, con algún supuesto tema melancólico de por medio, con uso de guitarra eléctrica plano y vulgar.
En este batí burrillo sonoro, Beltrami intenta lo mejor que puede, dar cierta coherencia emocional a la película. Su aportación es medianamente sinfónica, muy al estilo del autor de "Mimic" o "Terminator III", con esos ritmos sesgados en la cuerda, sttacattos al metal y profusión de efectos en inclinación de cuerdas y arpegios. Sin embargo, en líneas generales, el score adolece de cierta desgana, se convierte en exceso atmosférico y en ocasiones anodino, especialmente en un uso lineal y apasional de la cuerda.
Sin unidad temática, a pesar de los esfuerzos de Beltrami por adecuar la fusión de estilos con utilización de guitarra eléctrica en algunos pasajes del score, algunos cortes llevan el sello del compositor, en especial el tema asociado a “The Atomic Trinity vs. Heaven´s Devils”, donde Beltrami, reutilizando sin descaro pasajes del tema central de "The Watcher", da rienda suelta a la profusión de efectos en cuerda y percusión incluyendo uso de órgano y sampler de coros. También descubrimos al Beltrami de sus scores para suspense y terror en el corte “For the Gods”, en especial en sus sttacattos finales en la trompeta.
Nos encontramos quizás ante uno de los trabajos menos personales del autor. Algunos cortes resumen bien esta opinión, en especial “St. Agatha” donde su inicio atmosférico nos recuerda a Thomas Newman, mientras su uso enérgico del metal y la inclusión de silencios confluyen en el estilo Christopher Young. Entre tanta confusión Beltrami acaba su aportación con una corta elegía, poderosa e intensa con solos de cello en el corte “Eulogy”.
Esperemos que el autor de esa delicia que es "I Am Dina", compositor menospreciado por algunos pero con recursos y preparación, no se deje embaucar en más proyectos con estrellas del rock, puesto que ni aquí sale del todo airoso, ni en su trabajo junto a Marylin Manson en "Resident Evil", con resultados realmente frustrantes, Beltrami consigue redimirse de aquellos que le acusan de encasillamiento, de esquematismo de formas y lo que es peor de escasez de talento.
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