Pablo Nieto
"La Princesita" fue uno de los films revelación del año 1995. Este cuento de la escritora inglesa Frances Eliza Hodgson (autora de "El Jardín Secreto"), ya había sido adaptado al cine en otras dos ocasiones (en 1917 y en 1939, con Shirley Temple como protagonista), pero en ninguna de ellas con la magia, sensibilidad y poéticas imágenes de la versión de Alfonso Cuarón.
Sin lugar a dudas, esta película fue la confirmación de uno de los más grandes talentos que ha dado el cine mexicano en su historia. De hecho, aunque su apasionada y estética versión de "Grandes Esperanzas" fue un relativo fracaso, en los últimos años ha vuelto a coger la estela de "La Princesita", con la provocadora "Y Tu Mamá También", y la brillantísima tercera parte de "Harry Potter".
"La Princesita" cuenta la historia de Sara, un niña proveniente de una rica familia aristocrática inglesa, aunque ella y su padre son los últimos eslabones. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, viaja de la India (su lugar de residencia) a Nueva York. Allí se alojará en el colegio para niñas de la Señorita Minchin, mientras su padre cumple con sus obligaciones en el ejército. La desaparición del padre durante una batalla, y su posterior declaración de fallecimiento, lo cambiará todo. En el colegio pasará de ser alumna a criada, siendo humillada continuamente. Sin embargo, el corazón de Sara late con fuera. Ella piensa que en cada niña hay una princesa con independencia de su apariencia, y sobre todo, vive con la esperanza de reencontrarse algún día con su padre.
La partitura que Patrick Doyle le regaló a su amigo Cuarón, no sólo logra adaptarse perfectamente a la estética e imaginería del film, sino que va más allá. Se convierte en un elemento narrativo fundamental. No sólo ambienta, sino que se convierte en la portavoz de los sentimientos, los sueños y las emociones de Sara. Un score que fusiona la alegría y desinhibición de la cultura india, con los rígidos cánones de la música clásica. Así, nos encontramos con ragas indios, valses vieneses, cuartetos de cuerdas... Todo ello unificado, por el don para la armonía y la melodía de Doyle. Sin duda, un trabajo realmente complejo y arriesgado; donde a su vez, conviene destacar la importancia del coro New London Children´s Choir. Un trabajo al que el uso del sitar y las percusiones indias confieren un exotismo único y característico.
Cuenta el director que un día decidió no seguir el guión e improvisar. Había una escena en la que Sara se despertaba con un espíritu renovado, con ganas de seguir luchando por sus sueños. Cuarón pidió que se pusiera de fondo la demo de una canción que había escrito para la película ("Kindle My Heart"). Según iba sonando, la misma iluminaba la imaginación de todos los presentes en el set. Primero, Cuarón sugirió que un soplo de viento abriera la ventana, luego Liesel Matthews propuso levantarse para cerrarla... "pero entonces decide quedarse de pie observando" insinuó el director de fotografía; "y en ese momento comienza a nevar y a entrar por la ventana", dijo el encargado de efectos especiales. Finalmente, la escena para la cual estaba compuesta originalmente la música no sobrevivió. "La canción fue usada en una escena, inventada por la propia canción", conclue el director.
Desde ese momento, "Kindle My Heart" se convirtió no sólo en el leitmotiv de la película, sino tambien del propio rodaje. Sobre letra del propio Doyle, se construye esta emocionante melodía que habla de la fuerza del corazón, de la esperanza. Una canción que brota del corazón de Sara. A ella se aferra para pensar en su padre y esperar su regreso. De la alegría que sentirá en ese momento ("Ilumina mi corazón" sería la traducción del estribillo). Aunque apuntes del mismo lo encontramos ya en "Children Running", no es hasta el corte que toma prestado su nombre, "Kindle My Heart", cuando escuchamos la versión completa del tema, coincidiendo con la escena de la ventana. La voz de Abigail Doyle (hija de Patrick), arropada por la instrumentación india y la orquesta, da cuerpo a la canción.
Su utilización más brillante y emotiva la encontramos en "The Goodbye". Aquí comienza de nuevo el toque indio, esta vez con un mayor acompañamiento de cuerdas, al que seguirá la delicada voz de Liesel Matthews, antes de dar paso a un antológico sólo de trompeta que nos llevará al final. Otros cortes donde "el corazón ilumina el corazón" ("Your Heart Kindle My Heart), son "The Shawl", "Touched by an Angel" y sobretodo, en "Papa!", coincidiendo con el reencuentro de Sara con su padre. Aquí, estamos ante la versión más orquestal y fanfárrica del tema.
El sufrimiento de Sara por la pérdida de su padre se ve acrecentado por el trato humillante y vejatorio al que es sometida en la Escuela. Musicalmente, eso se traduce en la canción "On Anothers Sorrow", construida sobre un intenso adagio para cuerdas, que a su vez se basa en un adagio de Haydn (Quinteto en C Major Opus 88).
Todo esto queda reflejado en los temas "The Trenches", "Crewe and the Soldier" (especialmente dramático), "The Attic" y "On Anothers Sorrow". En éstos dos últimos los coros y la voz de Catherine Hopper interpretan algunos versos del poeta William Blake, adaptados expresamente por Doyle.
La infancia en la India de Sara y los cuentos de su libro Ramayana, le sirven a la niña para evadirse de la cruda realidad y viajar en el espacio-tiempo en su mente, a un lugar y un momento mejor. Lógicamente, Doyle no podía ser ajeno a esta circunstancia, de ahí la omnipresencia del etnicismo musical hindú en su partitura, tanto a nivel instrumental como melódico.
Aparte de en la base armónica de "Kindle My Heart", encontramos estas referencias en cortes como "Ramayana: A Morning Raga" (que acompaña la secuencia entre Rama y Sita del cuento de Sara), y sobretodo en el reiterado uso del "Om Namaste". Una palabra que utilizan en la India a modo de saludo tradicional. La misma está formada en primer término del vocablo "Om", sílaba que recrea el sonido de la creación del Universo, y que supone una condesación de otros tres sonidos: "Aah", "Oh" y "Mmmm". Esta expresión, con ligeras variaciones, es utilizadas en otras religiones, como la Cristiana (Amén), la judía (Shalom) y la musulmana (Amin). La palabra "Namaste" es un híbrido de los términos "Namaha" (Te saludo) y Aste (Mi propia naturaleza). Los coros serán los encargados de desarrollar este particular saludo en cortes como "Angel Wings", "Compassion" y "For the Princess".
No podemos concluir esta reseña, sin hacer referencia al elegante vals "Cristina Eliza Waltz", la divertida canción "Tyger, Tyger" (sobre textos de William Blake, una vez más), el clasicismo de "The Locked Hunt", la brillante e intensa descripción orquestal de la huída de Sara llevada a cabo en "The Escape", e incluso el virtuosismo del arpa en cortes como "Midnight Tiptoe", "The Miss Michin School for Girls", desarrollando un motivo que servirá de overtura al gran final que es "The Goodbye". Un final que en realidad es hasta luego, pues experiencias musicales como esta merecen ser escuchadas de forma repetida. Todo una exótica aventura, que a nadie dejará indiferente, y sí con muchas ganas de volver a adentrarse en este conclave de civilizaciones sonoras y talento musical.
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