Pablo Nieto
El fútbol es uno de los deportes que menos han interesado a Hollywood a lo largo de su historia. No es que no quiera ejercitar mi memoria, pero salvando la siempre entrañable “Evasión o Victoria”, y la anecdótica y oportunista comedia de 1994 (coincidiendo con el Mundial en USA) “Somos los Peores”, apenas podemos enumerar más títulos. Sin embargo, lo que son las cosas, en 2005 por razones que uno no alcanza a comprender nos encontramos con hasta tres producciones con el fútbol como eje central: “Kicking and Streaming” (otra comedia para niños), “Goal” (una ambiciosa trilogía sobre el sueño de un chico por ser futbolista profesional) y el film que ahora nos ocupa: “The Game of Their Lives”.
La película, cuenta la historia de la memorable victoria de la inexperta selección americana a la todopoderosa Inglaterra de Stanley Matthews, Alf Ramsey o Jackie Milburn, por 1-0 durante el Mundial de Brasil de 1950. Un mundial que pasaría a la historia por el famoso “Maracanazo”, tras ganar Uruguay a la mismísima Brasil en un rebosante Maracaná por 1-2. Un hito en la historia del fútbol, y que al final “tapó” la hazaña de un grupo de muchachos, la mayoría de San Louis (Misouri), que disputaron un mundial... dejando por unos días sus respectivos trabajos, por hacer realidad su sueño. Utópico a todas luces, en un país donde este deporte siempre ha sido despreciado.
Esta victoria no le ayudó a Estados Unidos a pasar a la siguiente fase, pues había perdido sus dos partidos anteriores contra Chile y la España de Zarra. Sin embargo, tuvieron su momento de gloria ganando a los inventores del deporte más importante, practicado y apasionante del mundo (una victoria no sin cierta guasa, pues durante varias horas, la noticia era que Inglaterra había ganado por 10-1, ya que las agencias pensaban que a ese 0-1 le faltaba un número delante).
Nadie mejor que David Anspaugh, para llevar a buen puerto esta historia de superación con el deporte como trasfondo. Responsable de las estupendas “Hoosiers” y “Rudy”, Anspaugh es el director deportivo por excelencia. Un poco más conservador y tradicionalista en sus planteamientos que Ron Shelton, pero con una sensibilidad mucho mayor.
Durante varios meses, Jerry Goldsmith estuvo trabajando en esta película. De hecho llegó a grabar varias demos, sin embargo el empeoramiento de su enfermedad, que posteriormente le llevaría a la muerte, le obligó a renunciar al proyecto dejándonos sin la posibilidad de disfrutar de su tercera colaboración con Anspaugh, tras “Hoosiers” y “Rudy”, dos bandas sonoras absolutamente memorables del maestro.
Fue entonces cuando saltó a la palestra el nombre de William Ross. Durante años conocido por su faceta de orquestador y compositor de talento desaprovechado en films de segunda categoría, tras completar y adaptar la partitura de John Williams para “Harry Potter y la Cámara de los Secretos”, vio como su caché iba en aumento. Sus últimos scores, “Young Black Stallion” y “Brigada 49” han situado a Ross dentro del grupo de grandes figuras sinfónicas de la actualidad. Y la verdad, “The Game of Their Lives” es la confirmación de que su talento desbordante e inspiración están ahora en el mejor momento. Esperemos que siga la racha.
Muchos malintencionados dijeron que Ross había escrito este score tomando como referencia las demos de Goldsmith, pero nada más lejos de la realidad. Eso sí, quien conozca a Ross sabrá que su estilo está siempre impregnado de las referencias melódicas de aquellos con los que normalmente ha trabajado: Horner, Silvestri, Poledouris o Williams. En ocasiones demasiado claras, sobretodo cuando además ha de escribir bajo el yugo de temp tracks de estos mismos autores (en “Brigada 49” es palpable la influencia de “La Sombra del Diablo" de Horner, por poner un ejemplo cercano). ”The Game of Their Lives” no es la excepción a la regla, y no se pueden negar esos parecidos estilísticos, pero sin embargo sí es un trabajo con una mayor personalidad propia que otras composiciones suyas.
Su score para este film es de los que ya no se hacen (o dejan hacer). Sinfónico, orquestalmente grandilocuente en los pasajes de acción, preciosista en los más íntimos, y sobretodo, como suele ocurrir en Ross, caracterizado por la claridad de sus propuestas, la luminosidad de las orquestaciones y la perfecta construcción de cada pieza. Menos rotundo sinfonicamente quizás que en “Tin Cup”, pero en conjunto mucho más coherente y maduro.
Un trabajo que gira en torno a un solemne y evocador tema central, escuchado por primera en “Story of the Hill”, y que sin duda nos remite al Horner más intimista y melódico, especialmente en cuanto al uso de la trompa como instrumento definidor. Muy a lo “Leyendas de Pasión”, salvando las lógicas distancias. Un tema omnipresente a lo largo de toda la banda sonora.
Sin embargo, el gran baluarte de esta banda sonora es la música de acción. Los intensos, vibrantes y emocionales cortes utilizados en las secuencias de partidos de fútbol. Auténticos tours de force para el autor, donde potencia la sensación de movimiento con fulgurantes crescendos, largos contrapuntos con la sección de cuerda, y rítmicas percusiones (incluso esto último como único recurso musical, como lo demuestra “Americans vs. British”); y donde al mismo tiempo se potencia el lado triunfal, heroico y solemne de la música a través de los metales.
Perfecto ejemplo lo tenemos en “First Soccer Game”, puro Goldsmith. Una nostálgica mirada a esa Obra Maestra que es “Rudy”, y un emocionante aperitivo a los tres grandes cortes del disco como son “St. Louis vs. East Coast”, “Final Game – First Half” y “Final Game – Second Half”. Un auténtico espectáculo. Un recital de emociones y sentimientos a flor de piel, en especial el último corte, de casi siete minutos de duración. Uno de los highlights del año.
A un nivel más secundario, pero no menos interesantes tenemos cortes como “Funeral Escape”, con un elegante uso del oboe, el arpa y las cuerdas; el intimismo de “Gino Wants to Play”, “Train Station Goodbyes” y “Rain” (de honda carga dramática); la elegancia y solemnidad de “Uniforms”; así como los exóticos “Bocce Ball”, donde una mandolina y el acordeón aportan su particular estilo a la música y “Joe´s First Practice”, de divertido ritmo caribeño aludiendo al origen Haitiano de uno de los jugadores, Gaetjens.
Sí algo debemos criticar a esta banda sonora, es que no se haya realizado una edición oficial de la misma, quedando su acceso limitado a acceder al habitual promo que el compositor pone en circulación. Una edición limitada de pocas unidades, realmente difícil de adquirir. En este caso la búsqueda si tiene éxito, habrá merecido la pena pues ”The Game of Their Lives” es un score absolutamente imprescindible.
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