Iordan Stoichkov
Aunque sus resultados sean más o menos satisfactorios, no podemos negar los esfuerzos que ponen las producciones del cine español de la última década a nivel narrativo e incluso artístico. Si bien “1898: Los Últimos de Filipinas” no podría ser considerada una obra maestra, es menester reconocer los logros dramáticos que la misma se autoimpone. Dirigida por Salvador Calvo y con un reparto de actores que tiene al frente a Luis Tosar, la película narra la resistencia de un grupo de soldados en la última colonia española de finales del siglo XIX. Más allá de la mera narración de sucesos históricos, la película busca representar dramáticamente a unos personajes de muy diferente pelaje, tomando decisiones controvertidas sobre ellos.
Para la consecución de esos objetivos la música original de Roque Baños es seguramente su mejor atributo. A lo largo y ancho de la obra, el compositor nos muestra que ésta no es una historia épica sobre unos hombres honorables, sino un score que busca, en cierta forma, centrarse en recrear la crudeza del ambiente presentado y la fuerza interior de sus protagonistas. En ese sentido, no puede esperarse de la banda sonora de “1898: Los Últimos de Filipinas” temas épicos o fanfarrias heroicas. Ésta no es una música de tintes gloriosos.
El gran Jerry Goldsmith dijo que una buena forma de conceptualizar una banda sonora es crear un tema principal y luego un motivo secundario, utilizándolos en distintas variaciones durante el desarrollo de la partitura. Roque Baños hace suya esa máxima. En primer lugar, con el tema principal asociado a los soldados españoles, uno noble de notas largas, interpretado por las trompas y que podemos escuchar por primera vez en “Atrincheramiento”. Si algo hay que reconocerle a Baños, es su excelencia a la hora de componer temas. El motivo sufre numerosas variaciones, algunas heroicas, otras introspectivas, en cortes como “Los Tontos de Baler” o “Abandonan la Iglesia”. Posteriormente a través del uso de dos estilos musicales que sirven para anclar el ámbito narrativo. Por un lado, uno rítmico asociado a pasajes de acción, de carácter más funcional -“Ataque Tagalo”, “Asalto al Pueblo”-, por otro, una estética ambiental, donde emplea sonidos etéreos de sintetizadores y recursos de sobra conocidos –como por ejemplo una voz solista en bloques como “Deserción” o “Muerte de la Tagala”-. Sobre ese diseño sonoro de elegante plasmación, el oyente puede atisbar la presencia de algún que otro temp-track, como el “Adagio for Strings” de Samuel Barber o el “Glory” de James Horner.
No obstante, el empleo de estas fórmulas no quita mérito al alto nivel de calidad al que usualmente nos tiene acostumbrados Baños, también presente en este trabajo. Al frente de la siempre profesional Orquesta Sinfónica de Bulgaria, que Roque Baños también ha utilizado en sus grabaciones para “La Daga de Rasputín” y “Zona Hostil”, con la edición de “1898: Los Últimos de Filipinas” el compositor murciano nos brinda una vez más una banda sonora efectiva, acertada y correcta. Su mayor logro es el de elevar sustancialmente a una película que, de no contar con esta música, posiblemente no habría alcanzado el perfil dramático conseguido finalmente.
3-abril-2017
|