Frederic Torres
Alexander Cimini es un joven compositor italiano (también director cinematográfico) que se está dando a conocer con la partitura de este primer film con Domiziano Cristopharo, realizado en 2012, y con el que ha seguido colaborando con posterioridad (en el film constituido por dos episodios, “Shock: My Abstraction of Death”, y recientemente en “Dark Waves”, por el que también está obteniendo reconocimiento), estableciendo una interesante relación artística desconocida por estos lares dado que ninguna de las películas del director, incluyendo la presente, ha sido estrenada en nuestras pantallas. Inscrito en la escuela morriconiana, la música de Cimini se caracteriza por el empleo de la cuerda sobre la que el autor superpone diversos solos de violín (Roberto Noferini), violonchelo (Sebastiano Severi) y piano (a cargo del propio Cimini y Denis Zardi), logrando reflejar la tragedia que la sustancia denominada “krokodil”, una droga de procedencia rusa (de ahí el calificativo de “roja”), provoca sobre los protagonistas de la historia pues literalmente despelleja a aquellos que la consumen (al respecto, el diseño del cartel del film y, por ende, de la edición discográfica, resulta más que metafórico bastante ilustrativo). En este sentido, la dirección que toma Cimini es clara y meridiana desde el mismo “Red Krokodil Main Theme”, introduciendo con las cuerdas la entrada de las trompas que, a su vez, dejan paso a un bello solo de chelo a la altura de las mejores obras del citado y conocido compositor romano. Un tema de largo desarrollo (cerca de los seis minutos de duración), caracterizado de principio a fin por una gran intensidad dramática y lírica (con una moderada ayuda de los timbales y el sintetizador, así como del arpa), que finalmente dejará paso a la intervención del piano solista a fin de acentuar la dimensión trágica del tema, propia de la mejor tradición pucciniana.
En la misma línea se sitúa “Alone”, con un expresivo solo de violín (que se repetirá, con la ayuda del arpa y la trompa, en “My Little Green Crocodile”), y “My Wonded Body”, con la cuerda y la trompa asumiendo mayor protagonismo. El violín volverá a protagonizar “Reflections in the Water”, provista de un expresivo arrebato orquestal final, mientras que “Prologue” retoma el recorrido que va desde la inicial inocencia de las víctimas de la adictiva sustancia a partir del empleo de la celesta, los triángulos y las campanitas, hasta el extensivo desarrollo en la cuerda y el chelo, como una especie de compendio del cruel via crucis al que quedarán sometidos los consumidores, proveyendo un elegante final que desarrolla el piano y la cuerda en “The Window”, intervención de las trompas y (moderada) ayuda del sintetizador mediante. Entre bastidores, el compositor retoma un par de trabajos extra cinematográficos de carácter más experimental, a fin de focalizar el descenso a los infiernos que supone la adicción, para lo que emplea unos fragmentos de dos videocreaciones tituladas “C_age” y “W(t)omb”, en los que el sintetizador cobra mayor protagonismo y en los que destaca la peculiaridad de la orquestación (como el gong con que se inicia el segundo tema, así como la combinación de los pizzicatos de la cuerda con los coros, aunque Cimini insiste con el vilonchelo). También recurre a algún fragmento (“Endless Roads”) perteneciente a un film dirigido por el propio compositor, “M.A.R.C.O.”, también con el recurso del sintetizador y de un teclado que simula el piano. Finalmente, integrada en la partitura se encuentra la composición de G. Verdinelli, titulada “Capuccetto6”, revestida de aliento contemporáneo, en la que las disonancias de las cuerdas, en especial de los contrabajos, se combinan de nuevo con los pizzicatos de las cuerdas y con el inusual empleo de un acordeón, perfilando un fondo percusivo desasosegante para sugerir los fantasmas que el “krokodil” proporciona a todo aquel que los convoca mediante su consumo.
Como “bonus”, Cimini ofrece una suite de poco más de siete minutos para su film “Hyde´s Secret Nightmare”, titulada “Passion and Love?”, en la que el desbordante romanticismo del que hace gala el compositor ofrece un brillante reflejo al combinar muy acertadamente el dramatismo que proporciona el dueto establecido entre el piano y la flauta solista (Federica Bacchi), quienes tras un breve prólogo orquestal, establecen su diálogo antes de desarrollar en el metal, y con el apoyo (scherzando) de la cuerda (también del piano), el brillante tema central mediante un crescendo de gran significación expresiva que el piano finiquita de un modo contundente antes de añadir un leve epílogo-estela de la cuerda. Una magnífica pieza orquestal incluida en el disco, editado en 2014 por Kronos Records, que redondea esta brillante carta de presentación de Cimini, al que auguramos un futuro muy prometedor puesto que es poseedor de un estilo reconocible y propio, de gran aliento dramático y profundidad lírica.
20-junio-2016
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