Antonio Pardo Larrosa
Desde Gardel a Piazzola, pasando por Schifrin o Vitale, maestro de la alquimia que durante décadas fraguó en “la casita de mis viejos”, morada de musas y ninfas, algunas de las melodías más interesantes del sentimiento porteño, el tango no solo ha formado parte de la identidad de un pueblo hermano, sino que también ha exportado el pensamiento, y por ende la cultura argentina, más allá de susfronteras, porque como dijo el gran poeta Enrique Santos Dicépolo, autor del famoso Cambalache: “el tango es un sentimiento triste que se baila”. Más allá de cuestiones antropológicas que no vienen al caso, lo cierto es que el tango está tan unido al séptimo arte que este no ha dudado en utilizarsu expresividadpara contar algunas historias. Martin Brest y su “Scent of a Woman”, donde Pacino baila “Por una cabeza” del inmortal Gardel, o nuestro Saura y su personal interpretación del baile en un milagro audiovisual llamado “Tango”, o también, “Chiamatemi Francesco”, película dirigida por Daniele Luchetti para la que Arturo Cardelús escribe con aire de tango una extraordinaria partitura que da sentido a la interesante biografía de Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco.
De lo divino y lo humano trata este controvertido biopic que recorre con cierta polémica la vida de Jorge Mario Bergoglio, desde que fue ordenado sacerdote en 1969 hasta el momento de ser elegido Papa, el 13 de marzo de 2013, eso sí, lo hace poniendo el foco de atención en los hechos acontecidos durante la dictadura de Jorge Rafael Videla. Las desapariciones de miles de personas, los asesinatos indiscriminados y el poder de la corrupciónesta contado bajo esa mirada crítica que cuestiona las decisiones jerárquicas de una iglesia burocratizada. De lo divino y lo humano trata la partitura de Arturo Cardelús, un lamento desgarrador que hunde su llanto en las desigualdades sociales, políticas, y en última instancia, humanas que formaron la personalidad del “Vicario” de Cristo. Esta dicotomía musical que juega entre las emociones del hombre y el Santo queda dibujada en el leitmotiv principal de la obra (“End Credits (Main Theme)”), una intensa y emotiva melodía que revestida con el ropaje del encanto porteñodescribe estas dos realidades. La cuerda, anclada a la tierra, golpea la conciencia de Bergoglio mostrándole la agitación de una sociedad que vive bajo el yugo de la dictadura, mientras el violín, el chelo y el acordeón, la voz que mejor expresa el sentir argentino, bailan bajo la incrédula mirada del futuro Papa que sufre en primera persona las injusticias de la barbarie humana. Esta idea, emotiva y en cierto modo nostálgica –que otra cosa sino es el tango- acompaña al religioso en este tour de forcé en el que Cardelús convierte la vida de Bergoglio, unas veces será la guitarra (“Bergoglio”), esa contorsionista de seis cuerdas que entrelaza su vozcon la del violín-segundo invitado a la fiesta tanguera- y otras los vientos, insuflo del céfiro másetéreo, pero siempre es la emoción la que guía los pasos de un hombre que ama, sufre, siente y padece, como Shylock en su diálogo con Salarino (“El mercader de Venezia”, William Shakespeare).
Si bien es cierto que la partitura gira en derredor de este leitmotiv, es notorio señalar como Cardelús, de un modo inusual dedica varias melodías a describir a los distintos personajes de la historia, de ahí que el dictador Videla tenga su propio leitmotiv (“Videla”), menos intenso y descriptivo, que el compositor ejecuta con cierta indiferencia para mostrar la velada cara del genocida; o la idea que ilumina el rostro de la amistad (“Esther”), sentimiento que la guitarra se encarga de recordar mostrando esa imagen que se pierde en los agudos de las seis cuerdas. Videla y Esther tienen presencia e incidencia narrativa en la historia, pero es el tema de Bergoglio (“Are you Bergoglio?/Pray for Me”), a tempo lento, cuasi cantábile, el que eclipsa la humanidad del protagonista para elevar hacia la santidad la súplica que define la realidad última del protagonista. Las voces finales ayudan a contextualizar el hecho, no sé si religioso o político, que convierte a Jorge Mario Bergoglio en el llamado Papa de la gente.
Es posible que algunos encuentren la propuesta de Arturo Cardelús recurrente, incluso tópica –me refiero al uso del tango como vehículo de expresión-, pero ante todo está más que justificada. En cierta ocasión escribí, creo recordar que sobre ”Patriot Games” de James Horner, que, y cito textualmente, “los complementos circunstanciales son importantes”, idea que redunda en la utilización deliberada del tango como complemento de lugar o de procedencia que define, ora el origen del protagonista, ora el marco en el que se desarrolla la acción. Por tanto, este recurso narrativo, inteligente y funcional, lejos de parecer un tópico expone la claridad de ideas del compositor. Cardelús no solo radiografía una parte importante de la historia reciente de Argentina, sino que otorga una nueva dimensión a esa forma de sentir y expresar sentimientos que conocemos como tango.
15-marzo-2016
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