Frederic Torres
Aunque no es la primera vez que el quebequense Christophe Beck (de ahí la nomenclatura francesa de su nombre) se encarga de una película de superhéroes marvelitas, puesto que ya lo hizo en “Elektra”, un “spin-off” de “Daredevil”, film con el que compartió personaje y protagonista femenina (Jennifer Garner) hace justo ahora diez años, en 2005, cuando Marvel daba sus primeros pasos cinematográficos a caballo entre el final del antiguo y el nuevo milenio mediante la venta de los derechos cinematográficos a compañías como Sony (“Spider-Man”) y Fox (“X-Men”, “Fantastic Four” y la propia “Elektra”) para las primeras adaptaciones cinematográficas “serias” de sus personajes, productoras que no han hecho más que explotar mediante constantes y cansinos “reboots” la gallina de los huevos de oro con tal de no perder esos derechos, sí se puede entender su participación en este “Ant-Man” como su verdadera iniciación, ya que no debut, en el subgénero imperante hoy en día en Hollywood dada la escasa repercusión de aquel film (aunque Beck consiguiera la edición discográfica a través de Varése Sarabande). Y es que es ahora, tras su paso por el exitoso tríptico de “Resacón en Las Vegas” y al frente de taquillazos como “Al Filo del Mañana” o, especialmente, la disneyana “Frozen, cuando el compositor ha logrado hacerse su hueco en la industria como para que la reciente pero ya todopoderosa Marvel (la productora) le haya incorporado a su nómina de jóvenes talentos liderada por Brian Tyler y Henry Jackman (con veteranos de fuste como Silvestri, Elfman y Ottman cubriendo las espaldas).
La propuesta de Beck, sin renunciar a sus propias ideas, sigue conceptualmente de cerca las del Tyler de “Iron Man 3”, proporcionando sofisticación (electrónica) pero también desparpajo a raudales (en clave jazzy), sin dejar de lado la épica, concordando con los propósitos de un personaje tratado desde cierta perspectiva humorística (especialmente en lo que atañe al hilarante equipo de especialistas que lo acompaña, en las antípodas de los operativos vistos, por ejemplo, en la saga “Misión: Imposible”), que de esta manera consigue soltar lastre de la molesta enfática con que algunos superhéroes han sido abordados últimamente (especialmente desde que Nolan se pusiera tan serio en su trilogía sobre “El Caballero Oscuro”). Y es que aunque el film arranca con una breve secuencia-prólogo sobre los orígenes de Ant-Man que en el disco (desordenado cronológicamente con respecto a la película) se identifica fácilmente por el título, “San Francico, 1987”, en el que Beck introduce el tema dedicado a Hank Pym (Michael Douglas), el primer “Hombre Hormiga” (también en los cómics, pues el actual Scott Lang, protagonista del film, tiene una vida relativamente “joven” en las viñetas comiqueras de tan sólo tres de décadas y media, cuando la media de edad de los personajes clásicos ronda, cuando no supera, el medio siglo), provisto de unas características más bien líricas (prólogo que cuenta con la presencia del “mad men” John Slattery como Howard Stark, padre de Anthony “Iron Man” Stark), como también se puede apreciar en “Your Mom Died a Hero” (en la que Pym le cuenta a su hija Hope –una efectiva y atractiva Evangeline Lilly-, cuál fue el destino de su madre, la “Avispa”) y “Become the Hero” (no tanto en “Pym´s Lab”, de características más descriptivas), lo cierto es que Beck se va haciendo con las riendas del film poco a poco, dado que la película arranca con el “Borombon” de (Camilo) Azuquita, tema diegético que sitúa perfectamente el contexto carcelario al que Lang (un ajustado Paul Rudd) dice adiós tras cumplir condena por “hackear” una multinacional (precisamente la antigua empresa de Pym).
A partir de aquí y tras una serie de supuestas casualidades directamente relacionadas con un nuevo intento de robo, esta vez menos virtual que el anterior, dado que Lang, desanimado y agobiado por no encontrar trabajo al cargar con sus antecedentes penales, decide aceptar la propuesta de su antiguo compañero de celda, Luís (un estupendo Michael Peña) para asaltar la desierta mansión de Pym, al que un soplo lo ubica como un ricachón poseedor de una gran fortuna, con el “casual” resultado de encontrarse ante el extraño traje que le cambiará la vida, Beck construye su tema principal para exponerlo, tras las atmosféricas “Paraponera Clavata” (en referencia a una clase especial de hormiga que Pym le enseña a Lang como una de las tantas especies que van a colaborar con él) y “Tiny Telepathy” (que ilustra cómo Lang las controla gracias a la antena de su casco), en la soberbia “Ant 247” (o será 248…) y “I´ll Call Him Antony”, en las que la batería y las notas graves del piano se conjugan en la mejor tradición del cine de “operaciones especiales” (llevado a su cima en los sesenta por Lalo Schifrin, el creador original del famoso tema televisivo de “Misión: Imposible”, y brillantemente adecuado a los nuevos tiempos por el Danny Elfman de la primera versión cinematográfica de 1996, la de Brian de Palma), sobra la base de los cuales se expone (en el metal) el efectivo y no menos estupendo tema central compuesto por Beck para la ocasión. Son fragmentos breves, magníficamente adaptados a las imágenes a las que sirven y que ofrecen un nuevo leiv-motiv marvelita que en el futuro (en las nuevas formaciones de “Los Vengadores” que están por llegar) tenga probablemente su peso, como lo tiene (aunque sea anecdóticamente) el tema de Silvestri para los “héroes más poderosos de la Tierra” en el fragmento “First Mission”, en el que Lang, guiado por Pym, asalta, creyendo que se trata de un antiguo almacén, la base de aquéllos defendida por un sorprendido “Falcon”, superhéroe de guardia, tras cuyo enfrentamiento sale bien librado el eufórico Lang.
El resto del score gravita en torno al asalto de la reconvertida empresa de Pym, en manos ahora de su antiguo ayudante, el doctor Cross (Corey Stoll), convertido en el malo de la función en su alter ego conocido como “Chaqueta Amarilla” (“Yellowjacket”), cuyo enfrentamiento ocupa todo el tercio final del film y que conforman, siguiendo los parámetros “jazzy” señalados en el párrafo anterior, con la ayuda del muy efectivo pero poco intrusivo empleo de los sintetizadores, “The Water Main”, “Scott Surfs on Ants”, Crosstech Break-In”, “Into the Hornet´s Nest”, “Insecticide”, y “A Center for Ants”, que prosigue con “Fight of the Bumblebee” y “Ants on a Train”, ya en casa de la ex-mujer de Lang, hogar de su hija, cuya habitación llena de juguetes se convierte en el campo de batalla contra el demente Cross (en concreto, a bordo del tren que cita uno de los fragmentos). Tras una breve incursión por el espacio cuántico en “Small Sacrifice”, en el que la dolorosa épica que conlleva el sacrificio del héroe da paso a las misteriosas atonalidades del citado mundo microscópico, y la brevísima “About Damn Time”, que aparte de convertirse en la más singular de las amenazas (en este caso espacio-temporal) del infinitamente empequeñecido “Hombre Hormiga” sirve para homenajear a la clásica y magnífica “El Increíble Hombre Menguante”, de Jack Arnold, permitiendo una pequeña reflexión al espectador sobre los límites de aquello que conocemos como el universo conocido, Beck cierra el film acompañando unos coloristas créditos finales con una suite de fragmentos presente en distintos puntos del disco, encabezados por el que lo abre, “Theme from Ant-Man”, cuyo “leit-motiv” suena poderoso y rítmico, seguido por su versión rock´n´rollera, netamente tarantiniana, titulada “Tales to Astonish!” en homenaje a las aventuras clásicas del primer “Hormiga” publicadas bajo esa cabecera para, a continuación, ofrecer diversas variaciones de fragmentos utilizados en el film tales como la citada “Ant 247”. Todo ello intercalado entre un par de secuencias-epílogo que sirven como anticipo, como ya viene siendo costumbre en el “Universo Marvel” cinematográfico, de los personajes en ciernes (en este caso, el de Hope) o de nuevas aventuras (como la primera piedra de la inminente y apoteósica “Civil War” que se avecina). ¡Bienvenido, Monsieur Beck!.
1-septiembre-2015
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