Frederic Torres
El explosivo año que a nivel profesional está culminando Michael Giacchino puede convertirse no sólo en el más prolífico de su carrera, sino ubicarle definitivamente como principal estandarte del Olimpo de los compositores de la industria norteamericana, pues entre la sinfónica “El Destino de Júpiter”, la original y etérea “Tomorrowland”, y la ingeniosa y divertida “Del Revés (Inside Out)”, se encuentra esta espectacular secuela del (inexistente) parque temático más famoso del mundo, para la que el compositor ha creado una sustanciosa partitura que obligatoriamente incluye el par de temas centrales que John Williams compusiera para la original fundadora de la saga “Parque Jurásico” (concretamente, “Come to Jurassic World”, en el que Giacchino desarrolla el ceremonioso tema principal durante un par de minutos, y “As the Jurassic World Turns”, que utiliza como coda el segundo tema principal de aquella para concluir este descriptivo bloque de casi seis minutos de duración), así como la similar apertura del film, “Bury the Hatchling”, mediante la intrigante y característica pulsión grave seguida de las oscuras distorsiones orquestales y corales con que Williams planteara el prólogo de su primera incursión en la “Isla Nublar”, aplicadas para la ocasión sobre el tema dedicado a la nueva estrella de la función, el “Indominus Wrecks” (en otra brillante broma del compositor, dada la traducción como “destrozón” del adjetivo con que acompaña al nuevo y mortífero espécimen de dinosaurio). Incluso llega a utilizar brevemente el tema principal de “El Mundo Perdido”, la secuela de aquélla, en “Our Rex Is Bigger than Yours”, fragmento que concluye el nuevo y previsible desastre en que se convierte el idealizado “nuevo mundo”. Añadiendo la breve secuencia en que el tema central de Williams sirve para concluir el film con un solo de piano en “The Park Is Closed”, ese es todo el material que Giacchino recupera de la trilogía original ya que para la ocasión crea una variada gama de temas centrales que si bien están provistos de ciertas reminiscencias williamsianas, especialmente en cuanto a lo ceremonioso y grandilocuente del escenario fílmico, son totalmente novedosos y específicos.
Y es que no es ajeno el compositor al “mundo jurásico” pues hace casi 20 años, en los inicios de su carrera, cuando se dedicaba sobre todo a componer música para videojuegos (disciplina en la que se convirtió en consumado especialista, tal como demostraron, por ejemplo, sus nutritivas partituras para la serie bélica “Medalla de Honor” –que a su vez ya homenajeaban al Williams de la saga Indiana Jones de un modo más que evidente-), una de las primeras partituras en comercializarse en disco compacto fue precisamente la dedicada al videojuego surgido de “El Mundo Perdido”, la exitosa secuela también realizada por Steven Spielberg, que por ello mismo ofreció la oportunidad de contratar al joven compositor en ciernes que era Giacchino para, al frente de una formación orquestal (The Northwest Sinfonia), ofrecer su propia propuesta sin utilizar ningún tema ni arreglo de los que Williams había dedicado al por aquel entonces todavía díptico jurásico. Algo queda del tema central de aquélla en la presente “Jurassic World”, pues la fanfarria principal compuesta para la presentación del nuevo arranque del parque (reconvertido ahora en “mundo”), presentada en la citada “As the Jurassic World Turns”, recuerda en cierta medida las maneras y formas de la compuesta para el videojuego (“Into the Trees”), aunque el compositor le haya introducido un característico ritmo “máquina” (sintetizado) a fin de destacar su lado más comercial intrínsecamente ligado al diegético. Los mismos fines persiguen los bonus ubicados al final del disco: el “Hammon Lab Overture”, que recuerda la música que clásicos como Alex North y Elmer Bernstein aportaran para los documentales sobre I+D que promocionaban a mitad/finales de la década de los cincuenta las grandes corporaciones industriales norteamericanas; el “The Brockway Monorail”, fanfarria de características minimalistas; y, finalmente, “Sunrise O´er Jurassic World”, en la que el poderío del metal, combinado con la percusión, sobresale a fin de enfatizar el primitivismo del paisaje prehistórico del parque. Ello a pesar de la ausencia del que se hubiera podido dedicar a la Mercedes, marca automovilística omnipresente en el film al que nutre subliminalmente de una variada gama de modelos a la búsqueda de potenciales consumidores.
Lógicamente, en un producto de estas características pleno de una espectacularidad (en 3D) abonada al terror “para todos los públicos”, el compositor se ve obligado a componer un tema para la familia protagonista que es expuesto rápida y brevemente en “The Family that Stays Together”, el segundo corte del disco, sin alcanzar apenas el minuto de duración. Sus características costumbristas y livianas le emparentan con el tema principal de la excelsa “Tomorrowland”, en lo que es una muestra más de la “voz propia” de la que ya es poseedor el compositor, más allá de su reinterpretación del estilo desarrollado por algunos nombres sagrados de la música de cine entre los cuales estarían Williams y Barry, por citar un par de ejemplos. Nada más lejos de la realidad, pues donde se podría atisbar una apropiación indebida de los modos y maneras de estos, la realidad es que Giacchino se aplica a homogeneizar (con bastante éxito) su partitura dentro del conjunto de la saga sin perder ni un ápice de su propia personalidad. Tarea nada fácil y de la que sale más que bien librado como se aprecia inmediatamente en la variada y sugerente propuesta creativa que aporta, con un tema central que ciertamente sigue la estela de la majestuosidad williamsiana, pero también con otro dedicado al protagonista (presentado entre pizzicatos en “Owen You Nothing”), interpretado por un Chris Pratt cada vez más perfilado como futuro Indiana Jones, que se camufla con poderío entre el supremo festival sinfónico que conforman la mayor parte de bloques y secuencias musicales del disco ubicadas entre “Clearly His First Rodeo” y la citada “Our Rex Is Bigger than Yours”. Es decir, en lo que abarca prácticamente todo el disco.
El motivo dedicado al “Indominus”, presentado inicial y muy acertadamente mediante ornamentos impresionistas a fin de acentuar el exotismo del nuevo reptil, completa el tríptico de motivos expuestos por Giacchino, todos con el sello de la casa pues aunque fragmentos como “Gyrosphere of Influence” está concebido estructuralmente como si el mismo Williams estuviera al frente de la composición (la introducción con las trompas, la adición coral), la secuencia acaba por escorarse hacia un final con ritmos de origen exótico, con las flautas y los scherzos de la cuerda remitiendo directamente al modelo referencial giacchiniano por excelencia, el de su excepcional trabajo para la serie televisiva “Perdidos”. Las “misteriorsas” cuerdas disonantes de “Chasing the Dragons” siguen el mismo camino, así como el vertiginoso ascenso del coro y la cuerda con que concluye la citada “Our Rex Is Bigger than Yours”, que también emplea un recitado coral, emparentándolo con algún momento concreto (la lucha con los klingons) de su fantástica (y no sólo por el género) partitura para “Star Trek: En la Oscuridad”, además de algún breve pasaje de su magna “El Destino de Jupiter”. Ahí están los solos de piano, silencios mediante, tan característicos del autor, en “Pavane for a Dead Apatosaurus” y en el inicio de “Fits and Jumpstars” (que, a su vez, prosigue con un scherzo que homenajea el conocido “Scherzo for Motorcycle and Orchestra” de “Indiana Jones y la Última Cruzada”), así como los metales y el arpa de “The Dimorphodon Shuffle” convoca al también clásico pero no menos inventivo Herrmann de “Duelo en el Fondo del Mar”. Un festival de referencias propias y ajenas (en las que no falta la influencia del habitual John Barry para los fragmentos más líricos como “Growl and Make Up” y “Nine to Survival Job”) que Giacchino maneja a la perfección proporcionando una partitura de altos vuelos (con una suite final de regalo de más de diez minutos de duración, “Jurassic World Suite”, perfectamente orquestada para ser interpretada en salas de concierto, al igual que los cuatro movimientos de “El Destino de Júpiter”), de gran personalidad y solera, que sabe aunar clasicismo e inventiva sin ningún tipo de complejos ni deudas pendientes con los maestros reconocidos. Y es que la progresión del compositor resulta tan obvia como imparable. A la vista está, para disfrute de quien quiera comprobarlo.
30-julio-2015
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