Antonio Piñera García
Nueva versión del clásico de Cenicienta, ésta vez dirigida por Kenneth Branagh. En esta ocasión el británico no aparece como actor, lo que beneficia al devenir de la cinta. Como director, tampoco es que sea uno de los grandes, pero se defiende con oficio en muchas de sus producciones, sobre todo en las dedicadas a obras de Shakespeare, por ejemplo ”Henry V”. Últimamente los gustos cinematográficos del cineasta están cambiando hacia otro tipo de films, como la acción basada en comics (”Thor”), o esta nueva versión del cuento de Charles Perrault. O quizás sea que ha tenido que cambiar de estilo hacia uno más comercial, viendo que sus adaptaciones de clásicos de la literatura inglesa ya estaban un poco desfasados. Sea como fuere, para esta nueva cinta Kenneth contó con un guión bastante bien elaborado, obra de Chris Weitz, al igual de un buen elenco actoral que sacan lo mejor de sí mismos para ofrecernos unas adecuadas interpretaciones. El papel principal recae en la figura de Lily James, estando genialmente acompañada de la estupenda Cate Blanchet, como la malvada madrastra. Encontramos también los nombres de Helena Bonham Carter, Derek Jacobi, Stellan Skarsgård, o el ahora algo olvidado Ben Chaplin. Cuenta a su vez con una fotografía de colores muy vivos firmada por Haris Zambarloukos, y sobre todo con una partitura musical de Patrick Doyle que ayuda de manera singular al devenir de la historia, mejorándola si cabe.
Uno de los aciertos de Branagh ha sido contar en su películas con el compositor escocés, sin duda un beneficio muy sustancial hacia su obra. No es que éste sea el mejor de sus trabajos en conjunto, no llega a la altura de las anteriormente mencionadas, pero si es verdad que dentro de una apatía musical de la que adolecían las últimas obras de Doyle, en esta que nos ocupa parece ser que ha levantado un poco el vuelo, ofreciéndonos una partitura muy bella y de orquestación maravillosa, en la que encontramos valses, polkas y piezas de bailes de salón, todos ellos geniales, acompañados de temas más dramáticos utilizados para el acontecer de la historia. Comenzando con un tema principal en el que las flautas y los violines nos introducen una melodía preciosista de tono pausado, muy útil para las imágenes que acompaña, pero en el que no podemos vislumbrar un motivo que se nos quede grabado, como sí pasaba en obras por el estilo del compositor como ”La Princesita”. El CD editado por Walt Disney Records contiene 30 temas del score en los que podemos descubrir cortes muy interesantes como "The Great Secret", donde la estructura musical se sustenta en un solo de violín muy bello y el piano, secundados por una suave instrumentación de cuerdas, un tema delicioso y delicado.
Ese tono se deslizará casi durante todo el metraje, creando en el espectador una apacible sensación de bienestar, sólo truncada en ocasiones por el motivo asociado a la madrastra, en el que escuchamos cuerdas misteriosas y a veces amenazantes. Dentro de la música que Doyle escribió a modo de Waltz, podríamos destacar el corte "Life and Laughter", un tema muy logrado con una bella melodía, donde la cuerda interpreta con maestría los acordes. Otro corte de similar concepción es "Valse Royal", utilizado para la escena del baile, algo más dinámico que el anterior y en el que las maderas acompasan de modo impecable a la sección de cuerdas. De igual manera encontramos temas como "La Valse De L´Amour", "La Valse Champagne" o "La Polka de Paris", los dos primeros de refinada elegancia y el último de divertida y movida melodía.
En la parte más dramática cabe destacar cortes como "Orphaned" y "The Stag". El primero conteniendo una melancólica muy visible, donde el piano destaca sobre los demás instrumentos, al igual que la cuerda lleva un motivo de apesadumbrados acordes y en el que a su vez podemos escuchar un leve fragmento de voces, casi inaudible. El segundo continua esta línea, pero en esta ocasión es el solo de violín y el piano los protagonistas en un principio, los que a continuación incorporan una sección más movida, casi un tema de acción que terminará otra vez mediante la flauta y cuerdas muy suaves que apelan a un contenido dramatismo. En contraposición, el motivo dedicado al personaje de Blanchet apenas aparece, dando más importancia el compositor a los dedicados a Cenicienta, su evocador entorno, y a bailes y reuniones palaciegas.
En resumidas cuentas, es esta una obra aceptable que sitúa la acción de manera muy acertada, apelando a melodías preciosistas pero que resulta a la postre muy lineal. Ningun corte sobresale con especial relevancia, y si es cierto que la frase dedicada a la protagonista es muy bella, no evoluciona hacia ninguna parte, quedando monótona e incompleta. También se echa en falta más presencia de cortes dedicados a la maldad de la madrastra, apenas tocados por Doyle, lo que no es óbice para reconocer la evolución del autor respecto a anteriores obras en las que se le veía más apagado, aún cuando ”Cinderella” no quede entre sus mejores scores. Eso sí, la música está impecablemente bien orquestada e interpretada por la London Symphony Orchestra.
31-marzo-2015
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