Antonio Pardo Larrosa
Realizando una retrospectiva crítica de la prolífica obra de Alexandre Desplat de los últimos cinco años, me doy cuenta de lo devastadora e ingrata –de un modo artístico- que puede llegar a ser la industria cinematográfica norteamericana. Observar su obra es como contemplar el cuadro de Francisco de Goya “Saturno devorando a un hijo”, una pintura al óleo que representa al dios Crono o Saturno en la mitología romana, según se prefiera, devorando a uno de sus hijos. La pintura es una alegoría que representa el paso del tiempo, pues Crono se comía los hijos nacidos de su mujer Rea movido por el temor a ser destronado por uno de ellos. Más allá de cualquier interpretación filosófica encontramos que en el caso de Desplat no es el paso del tiempo como tal el que afecta a su propio arte, sino la celeridad del mismo, un ser despiadado y mítico que atemoriza y oprime su mal trecha creatividad. La situación actual del músico parisino pone de manifiesto que hacerse un hueco en la poblada y elitista urbe de los músicos americanos es un hecho harto complicado. Aun así la carrera de Alexandre Desplat en Hollywood tiene más luces que sombras, pues gracias a su talento y a la original escritura que lo define su música es reclamada por productores y directores que encuentran en sus ideas la originalidad que a otros muchos les falta. Sea como fuere lo cierto es que en la última década –pobre en talento- la música del francés es un soplo de aire fresco que tiñe de colores la grisácea paleta musical de nuestro tiempo.
Que Alexandre Desplat no atraviesa por su mejor momento creativo es algo tan evidente que cuestionar lo contrario sería una temeridad. Aunque haya sido galardonado con el Bafta a la mejor banda sonora original por su interesante obra ”The Grand Budapest Hotel”, una obra menor si la comparamos con sus primeros trabajos –”The Luzhin defence”, “The Painted Veil” o “Chéri”- y nominado al Oscar por ”The Imitation Game”, lo cierto es que estas dos partituras destacan sobre manera por la escasa competencia que el músico francés ha tenido a lo largo de este año. ¿Ganará el tan ansiado Oscar?, no lo sé, pero lo que sí sé es que como triunfe en la próxima ceremonia–nominado por partida doble- vamos a tener sobredosis de Desplat para rato. En ocasiones parece que la intención del músico es la de alcanzar la cima, conseguir la tan ansiada estatuilla que lo consagre definitivamente. Para mí esto es una soberana estupidez si tenemos en cuenta que ni el desaparecido Basil Poledouris ni el ignorado Ennio Morricone, por poner solo un par de ejemplos, poseen una de ellas. Alea Jacta est…
”The imitation game” es un biopic inspirado en la vida del matemático ingles Alan Turing, el padre de la informática moderna y el principal artífice de descifrar con la máquina Enigma los códigos empleados por los nazis durante la segunda guerra mundial. La película no solo se centra en este aspecto de su fría y calculada vida, sino también –muy de soslayo- en su homosexualidad, condición por la que sería procesado penalmente. La película recorre los períodos clave de la vida del matemático, sus años de infeliz adolescencia, el trabajo secreto que durante la guerra llevo a cabo en la construcción del revolucionario bombe electromecánico, artefacto que fue capaz de romper los 3000 códigos navales generados por la máquina Enigma, y su gran tragedia personal sufrida tras admitir haber mantenido una relación homosexual, algo que poco tiempo después dejó de ser delito.
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2,1… ¡Boom! Lo que puede parecer una sencilla onomatopeya resulta que no lo es tanto si se observan los últimos trabajos de Alexandre Desplat, músico designado para recrear esta dramática historia de números y sentimientos. ”The imitation game” es un “re-frito” o pastiche de sonidos propios que el músico adereza con sutiles pinceladas minimalistas que recuerdan vagamente al maestro de lo tedioso Philip Glass. No es la primera vez que el parisino toma prestadas estas formas o estructuras basadas en las atmosferas minimalistas de Glass, siendo su fantástica obra ”Extremely Loud and Incredibly Close” el paradigma de estas ideas. El protagonista del score es el piano, instrumento que el autor utiliza para describir los movimientos mecánicos y numéricos de la máquina Enigma. Este recurso que planea sobre el pensamiento abstracto que define por defecto a esta disciplina del pensamiento humano recuerda a las melodías que James Horner utiliza –por asociación de ideas- para describir la matemática y la mecánica que hay expuesta en sus trabajos. Obras como ”The searching of Bobby Fischer”, “Bicenntenial Man” o “The Beautiful Mind” así lo demuestran. Su Main title (“The imitation game/Alan Turing´s legacy”), lo mejor de la partitura, está dividido en dos partes muy bien diferenciadas que presenta, por un lado, una melodía pausada e intimista que el músico orquesta utilizando el piano como la imagen fría y mecánica de las matemáticas, y por otro, el delicado empleo de la cuerda, gris y melancólica como la imagen de los sentimientos del protagonista. Este leitmotiv es utilizado a lo largo de la obra con bastante frecuencia dibujando esa peculiar atmosfera que solo él sabe retratar. Desplat retoma ideas de su partitura para “The ides of March” para enfatizar la tensión en un más que destacado ejercicio expresivo donde la tensión y el ritmo quedan definidos por el excitante juego del piano. Sufriendo diversas variaciones que evolucionan con el personaje principal la música se torna más intimista profundizando en los aspectos más humanos de la historia, la soledad del genio y el amor a su trabajo. “Alone with numbers”, la melodía más sentida de la obra, describe ese oscuro y profundo lugar donde los códigos se vuelven sensibles bajo las teclas del piano.
La partitura se completa con diversas variaciones de los dos leitmotivs principales que hacen que ”The Imitation game” transmita buenas sensaciones. Desde luego que no pasará como la mejor obra de Desplat, pero si hay que reconocer que está muy por encima de lo expuesto este pasado año. Solo queda esperar a que el compositor decida bajar el ritmo creativo para volver a encauzar su interesante pero excesiva carrera. Si consigue encontrar el equilibrio que aúne calidad con cantidad volveremos a encontrar al autor de “Lust, caution”, “Girl with a Pearl Earring” o su emotiva ”Afterwards”, ejemplos de lo que puede dar de sí este original genio de la música cinematográfica.
23-febrero-2015
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