Frederic Torres
Para redondear el nuevo y magnífico año de Pascal Gaigne (tras haber sido elegido el mejor compositor español del curso pasado en los Premios de la Crítica que organiza esta revista en colaboración con FIMUCITÉ, el festival de música de cine tinerfeño), y después de la flamante y merecida nominación a los próximos Goya por su estupenda partitura para “Loreak”, llega puntual de la mano de “Quartet Records” su última colaboración con el director finlandés Rax Rinnekangas, film desgraciadamente también inédito por estos lares como todos los demás de este realizador, en lo que ya se ha convertido en una de las colaboraciones más fructíferas del cine contemporáneo europeo gracias a obras tan interesantes como “Matka Edeniin”, “Water Marked” o la extraordinaria “The Last Days of Lucifer”, todas ellas, por fortuna, disponibles discográficamente. Y si en las anteriores ocasiones el compositor ha tenido oportunidad de ensayar propuestas creativas de cierto riesgo bien empleando formas poco habituales del registro cinematográfico como el lieder o pequeñas agrupaciones camerísticas, dado el perfil intimista que caracteriza la obra del director, en la presente partitura, para acompañar las reflexiones, búsquedas y esperanzas de un arquitecto finlandés (el Theo que da título al film) decidido a diseñar la casa de sus sueños en la campiña alemana (Brandenburgo), su país de residencia, en la que tiene el propósito de pasar el resto de su vida con Clara, una mujer de aquella nacionalidad a la que conoció en su infancia y de la que jamás ha podido olvidarse, Gaigne establece dos niveles musicales sutilmente implicados, pero claramente diferenciados, reduciendo al piano y el chelo las intervenciones de corte incidental (en manos de los habituales y solventes Javier Pérez de Azpeitia, el primero, y de Elena Escalza, el segundo) y a la interpretación solista femenina, en clave jazzística (contando con la estupenda voz de Ainara Ortega y el acompañamiento pianístico, en este caso, de Iñaki Salvador) los registros de una partitura convertida en una nueva miniatura caracterizada por el amplio poso melancólico que los dos instrumentos citados imprimen al conjunto del trabajo.
Publicitada en la carpetilla del disco como un film sobre el poder y la belleza de la arquitectura (cabe recordar que Rinnekangas es un personaje polifacético que también se interesa por la fotografía, la escritura y, por supuesto, la arquitectura), la idea de incorporar una serie de canciones que expresen los sentimientos y sensaciones, así como las aspiraciones del personaje (al estilo del Tom Waits de “Corazonada”), permite contrastar el variado registro del que Gaigne es capaz. Algo que consigue, cual alquimista, maridando las cuatro canciones compuestas presentes en el disco con el resto del score, constituido por nueve fragmentos en los que los dos instrumentos se combinan modélicamente (cuando no adquieren un protagonismo solista, como es el caso del chelo en “Daily Agony”), pasando de la brevedad de algún fragmento como “In the Park”, de tonalidad descriptiva y bucólica, a amplios pasajes de más de seis minutos de duración como “Walking with Klein” (el jardinero con quien Theo debate esporádicamente sobre la vida mientras pasea los terrenos de la futura casa), en el que ese don de Gaigne para describir la melancolía, que invita a la reflexión (ahí está la magnífica “Loreak” para certificarlo), caracteriza a un Theo otoñal, de mediana edad, descrito a partir de una sabia combinación de minimalismo (la introducción pianística) y romanticismo (la irrupción del chelo). Una concepción sólo abordable desde la más extrema sensibilidad, en la que el paso al registro grave del piano en “Gardener Nostalgia”, tras el inicial solo del chelo que apela a esa nostalgia del título, adquiere unas proporciones significantes dentro del marco detallista en el que se mueve una propuesta creativa de estas proporciones. En el mismo sentido cabe interpretar la atonalidad de “Meredit(h)ation (1)”, que consigue comunicar la inquietud del personaje al romper con las notas minimalistas ejecutadas al piano, o las emocionantes estelas que siguen a las últimas notas de la ejecución pianística en la sugestiva “Theo´s House”.
No obstante, como se ha avanzado, son las canciones (todas con letra del mismo Rinnekangas) las que suponen el aporte novedoso del trabajo, relacionadas bien con la idealización de Theo vinculando la casa soñada con Clara, en “Reasons of Clara”, o expresando a través de este formato sus sentimientos en “Theo´s Emotion”, de gran calado evocador. El hecho de que la primera de ellas sea la que abre el disco es toda una declaración de principios sobre el modo de encarar este proyecto por parte de Gaigne, quien a continuación, en “Content of Dream” y “Location of Dream”, trasciende el plano puramente emocional para explicar, con una perspectiva más física, cómo va a ser el contenido de esa casa y su ubicación pues no hay que olvidar que aunque se trata de un proyecto de evidentes componendas poéticas, la casa que Theo pretende para compartir con Clara no deja de ser una construcción real, motivo por el cual el elemento rítmico se incrementa a la hora de describir cómo será su interior, más sereno (en forma de balada) al convocar, en la última de las canciones, los espacios que la rodearán.
Esa dualidad emocional también figura en el plano incidental, en el que la melancolía, sin renunciar a la esperanza, refleja integrándolos la soledad y los sueños de Theo en la magnífica “Moonlight Serenade”, antes de dar paso al dinamismo que otorgan los pizzicatos del chelo de “Something More”, para finalizar con las bellas notas del piano (en las que de nuevo las estelas se diluyen elegantemente con los silencios) de “Meredit(h)ation (2)”, con la que Gaigne concluye este excepcional disco adicionándole un discreto acompañamiento electrónico (en la línea de otros trabajos recientes como la citada “Loreak” o “Lasa & Zabala”), que no está acreditado en la carpetilla del disco (la cual, dicho sea de paso, no recoge fielmente la transcripción de la letra de “Reasons of Clara”, pudiéndose apreciar ligeras variaciones entre el texto redactado en la carpetilla y el cantado por la vocalista, que aunque no pasan de anecdóticas pueden dar lugar a cierta desorientación del aficionado), y que en absoluto rompe la homogénea unidad de estilo presente en el resto de la obra. Un auténtico regalo especialmente recomendable para estas fechas invernales que se une al reguero de pequeñas maravillas que la afortunada conjunción entres estos dos artistas ha ido legando a lo largo de la última década desde que a Rinnekangas le llamara la atención la música de Gaigne para “El Sol del Membrillo” y decidiera contar con él para sus futuras (muchas de ellas ya una realidad) realizaciones y que, ojalá, tenga todavía continuidad a lo largo de unas cuantas más.
4-febrero-2015
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