Ignacio Garrido
Parecía difícil superar el listón que ellos mismos se habían autoimpuesto tras "El Caballero Oscuro", pero Christopher Nolan y Hans Zimmer no solo han mantenido el nivel, sino que han dado un paso más allá. "Interstellar" se mueve en la esfera de las grandes creaciones audiovisuales modernas y si con "Origen" Zimmer parecía haber alcanzado el paroxismo estilístico de su depuración sonora con Philip Glass como eco referencial, en "Interstellar" se retoma de forma consustancial esa referencia minimalista para integrarla con mayor ingenio y sutileza si cabe dentro de un discurso estético que parece unificar el ideario existencial de "The Thin Red Line" (campanas, reverberaciones, cuerda nítida y sostenida) con la potencia conceptual y metafísica del Zimmer más evocador y al mismo tiempo desnudo de sus efectismos habituales.
El ejercicio de síntesis y auto-anulación al que el músico alemán somete su música para adecuarla al relato y extraer del mismo las claves sonoras con las que identificarlo, representarlo y vestirlo, pasa por ser uno de sus más arriesgados y valientes tratamientos hasta la fecha, consiguiendo no solo un nivel superior de comunión audiovisual a la altura de las mejores aportaciones de toda la historia del género de ciencia ficción, sino que crea la banda sonora más perfecta posible para la cinta de Nolan. La música de Hans Zimmer para "Interstellar" es su única partitura posible una vez integrada y asimilada en las imágenes, una composición -como gustaba de tildar el añorado Michael Kamen- inevitable. Sonoridad, orquestación, intención, síntesis y emociones musicales elaboradas, diseñadas y desarrolladas con el propósito exclusivo de acompañar y traducir el viaje de la cinta a las estrellas.
El músico nos ofrece tres temas destacados para vertebrar el trabajo, iniciando la obra con "Dream of the Crash", una melancólica y lánguida melodía bañada de sonoridad mística, cuasi religiosa (órgano y efectos de viento tipo Vangelis y su -nada casual la referencia- mítica creación para "Cosmos"), de una belleza calmada a modo de letanía o eco del destino, que alcanzará momentos de una intensidad emocional sobrecogedora, pocas veces lograda por Zimmer, durante la pieza "Stay". El segundo tema presenta una estructura marcadamente minimalista y su dinámica aparición en "Cornfield Chase" plantea la idea de la persecución y búsqueda constante, desarrollando el concepto de simetría y matemática usados por James Horner (recordemos los procesos intelectuales para piano a la Steve Reich de "Sneakers", "Bicentennial Man" o "A Beutiful Mind") con mayor profundidad obsesiva en "Dust". La enorme plasticidad y tersura de este tema permitirá al compositor jugar infinitas variaciones a cada cual más sutil ("Day One") y sugerente ("Where We´re Going") según hagan aparición atendiendo a las necesidades de las imágenes. El tercer tema deviene en un poderoso bloque ensamblado con una estructura progresiva in crescendo a medio camino entre Glass y Ligeti (se pueden apreciar reminiscencias a "Koyaanisqatsi", al Mansell de "The Fountain" o incluso a los alegatos circulares litúrgicos de Kilar), que se desarrolla en la pista "Coward" y en el bonus no incluído en el disco "Day One Dark". La fuerza sonora de este tema se incrusta en la memoria auditiva del oyente como pocos en la música cinematográfica reciente y su potencia conceptual atraviesa la narración para definir le idea misma de la lucha de la naturaleza dual del ser humano en la escena culminante a la que acompaña.
Para completar, fragmentos como "Message from Home", "The Wormhole", "Mountains", "Afraid of Time" o "Running Out", amplifican el colorido del trabajo con precisos pasajes para piano, percusión, cuerda o afinada electrónica, alcanzando con brillantez todos los detalles expuestos a nivel narrativo y sensorial en la cinta, manteniendo la homogeneidad de la orquestación, la gradación de la intensidad narrativa y los flujos de sinergia temáticos con las apariciones de los temas centrales salpicando, cuando es necesario, las piezas incidentales. Diseccionar la deconstrucción y fusión de todos los elementos en el corte “S.T.A.Y.” supone el mejor ejercicio comprensivo del esfuerzo llevado a cabo por el músico y su compromiso total con la película. Todo en la banda sonora de "Interstellar" está medido, cuidado y encajado en su preciso lugar. Hans Zimmer ha vuelto a superarse a sí mismo y lo ha hecho consiguiendo la máxima expresividad con la máxima sencillez, un logro al alcance de muy pocos y prueba definitiva de que ha alcanzado la madurez absoluta y que es capaz de estirar y comprimir a su antojo los tempos del relato, en el que incluso en ocasiones Nolan le brinda el protagonismo absoluto, consciente de la capacidad sobrada del alemán para sobrellevar la narración por si mismo, sugiriendo matices, ideas, contrastes y pulsiones, evocando y narrando con maestría.
"Interstellar" se lanzó al mercado discográfico con nada menos que tres ediciones diferentes. La primera y aquí comentada es un disco sencillo en formato digipack con un troquelado interior muy llamativo. Incluye carpetilla con notas de Nolan y Zimmer y más de 70 minutos de duración. La segunda edición, vía descarga digital, amplía en más 20 minutos el contenido del disco sencillo. Y la tercera es una edición especial doble en caja de lujo con alrededor de 120 minutos e incluye extras y piezas alternativas solo adquirible por importación. Cualquiera de ellas servirá en todo caso para apreciar y disfrutar de uno de los trabajos más logrados en toda la carrera de Hans Zimmer.
15-enero-2015
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