Ignacio Garrido
Cada nuevo trabajo de Christopher Gordon merece ser celebrado por el mero hecho de existir su posibilidad discográfica en los tiempos actuales. El compositor australiano supone una de las últimas excepciones vivas de integridad musical dentro de la industria cinematográfica, acentuando aquí las salvedades con las que podemos entender su integración dentro del aparato hollywoodiense, ya que sus últimos proyectos procedían en general de latitudes mucho menos moribundas en el aspecto sonoro que las americanas.
La cinta "Adore" dirigida por Anne Fontaine presenta un drama sobre relaciones interpersonales e intergeneracionales que se basa en una novela de Doris Lessing adaptada por el especialista Christopher Hampton ("Las amistades peligrosas", "El americano impasible" o "Expiación" se cuentan entre sus logros). Su imperceptible paso por la taquilla internacional y limitado caracter emocional no fueron obstáculo para que el músico insignia de las antípodas se hiciese cargo del mismo con una elegancia y sabiduría exquisitas.
Es probable columbrar que los créditos compartidos en el ya habitual apartado de la música adicional respondan en este caso a otro arrebato de insobornabilidad artística por parte de Gordon, seguramente sugerido a seguir (si no obligado) en ciertas secuencias el evidente temp-track de Thomas Newman y sus etéreas atmósferas sostenidas, ante lo que el autor de "On the Beach" decide delegar dicha labor en Antony Partos (un paisano con Animal Kingdom en su haber), que ejecuta exactamente lo que se espera en estas situaciones; no desentonar ni con el eco referencial en el que se inspira pero que no llega a calcar de modo concreto, ni con las suaves maneras del músico titular mucho más consistentes y disfrutables. De Partos son los cortes "Alone", "Embrace", "Moment of Truth", "Faces", "The Talk" y "Time and tide" (el más destacado), en general rítmicos, asépticos o lánguidamente atmosféricos, todos ellos bien construídos pese a su impesonalidad y cuya mimética integración dentro de las líneas maestras de Gordon dan fé de la profesionalidad del co-titular.
El arranque del disco con "Adore" es toda una declaración de intenciones. Una pieza con integridad, desarrollo e intenciones musicales puras, de lirismo contenido, locuacidad expresiva minimalista y la firma inconfundible de su autor, que con rítmico piano y arpas acompasando a la sedosa cuerda consigue que identifiquemos la filiación melódica de su creador con total nitidez. Le recuerda a uno los tiempos de "la última de...", siendo la continuación de esta frase el apellido de un compositor a escoger, pero diferenciando siempre con escasos segundos de audición la exclusividad autoral del mismo. A veces los tiempos pasados sí eran mejores. Esta hermosa melodía se retomará en piezas como "The Grandmothers", "Two Mothers" y el sobrecogedor, emocionante despliegue impresionista final de "Beach Walk".
"Pontoon" continua con esta línea de modo más calmado con predominancia del piano esgrimiendo un nuevo motivo de calado dramático y crepuscular que se desarrollará ampliamente a lo largo de "Uncertainty". Más vivaracho, casi un conato de scherzo, tenemos en el breve "To Sydney" para pizzicati y piano, posteriormente deconstruído más extensamente en "Discovery", mientras que "First Signs" ofrece un contemplativo momento de tintes cuasi sensoriales. El cambio de registro con la pastoral "The Bay" confirma la polivalencia y sutileza de Gordon al tiempo que mantiene la coherencia interna del drama en pistas como "Troubled Wedding" o el lamento de "Continuing the Dream", hasta llegar al mencionado highlight del trabajo, "Beach Walk", segmento más extenso de la partitura donde se alcanza un clímax desgarrador con el diálogo in crescendo de los violines para acto seguido abrazar, tras una cálida transición, la rendición más sentida y liberadora del tema central.
La principal compañía valedora de pasados esfuerzos audiovisuales de Christopher Gordon en CD, Varese Sarabande, consigue en lanzamientos como este que alabemos fugazmente su paupérrima labor editorial reciente. El disco, escueto pero pulcro y con una duración exacta para con el tipo de música expuesta, como unidad pierde algo fuerza por el lado de Partos, lo cual reduce la valoración final del conjunto que en caso de reflejar sólo la labor de Gordon contaría con una nota ligeramente superior, pese a que poco aporte al curriculum del australiano y nada descubra al oyente experimentado excepto una solidez y seriedad admirables. No obstante es una pega menor y la consideración de obras de esta calidad y esmero hoy día debería escapar -por su escasez- a minucias como estrellas, puntuaciones y similares.
27-noviembre-2013
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