Frederic Torres
De “Hot Spell”, hasta ahora, tan solo se había podido escuchar a lo sumo un par de temas, el principal y “We Never Close”, incluidos en algún que otro recopilatorio de los varios que el mismo autor, Alex North, grabara a finales/principios de las décadas 50/60 (concretamente ambos temas aparecen fusionados/arreglados en uno solo para “North of Hollywood”, interpretados por “Alex North and his Orchestra”), por lo que la aparición del presente disco debida al sello Kritzerland queda automáticamente convertida en un pequeño acontecimiento, pues no de otro modo cabe calificar la recuperación de cualquiera de los títulos inéditos firmados por este extraordinario compositor. Si, además, para aliñar el proyecto se ofrece algún título adicional como es el caso de “The Matchmaker”, del mismo año y promoción (1958) que la compañera de habitáculo digital, permitiendo el acceso al aficionado a un mayor conocimiento sobre un compositor de la incuestionable valía de Adolph Deutsch (quien en los siguientes años trabajaría con Billy Wilder en dos películas del calibre de “Con Faldas y a lo Loco” y “El Apartamento”, resueltas con unas magníficas partituras justo antes de retirarse en 1961), esta edición discográfica no puede resultar más apetitosa, constituyéndose en una de las propuestas más estimulantes de entre las últimas aportaciones de este pequeño pero imprescindible sello (por mucho que en cuestiones de presentación y maquetación todavía tenga un largo camino que recorrer).
Y ello aunque nos resulte un tanto anecdótica la razón de ser del proyecto, explicada en el cuadernillo por el habitual Bruce Kimmel, al establecer el nexo de unión entre las partituras rescatadas sobre el protagonismo de la actriz Shirley Booth, al frente de ambos films pero una total desconocida entre nosotros por cuanto prácticamente ninguna de sus pocas películas llegó a estrenarse por estos lares a pesar de haber conseguido el mismísimo Oscar de interpretación en su debut cinematográfico (acaecido a la tardía edad de 54 años) con “Come Back, Little Sheeba”, la obra de William Inge (todo un clásico en los EEUU) adaptada por el mismo Daniel Mann responsable de este “Hot Spell”, pues al aficionado local (o simplemente no estadounidense) tanto le valdrá, máxime cuando a poco que se moleste en echar un vistazo a los integrantes del reparto podrá encontrar más similitudes en el mismo sentido como la participación en un plano secundario de una más conocida (aunque primeriza) Shirley MacLaine o, rizando el rizo de la broma, dos Anthony al frente de los mismos: Quinn en uno y Perkins en otro. Sea cual sea, pues, el motivo esgrimido, la cuestión es que nos encontramos con dos producciones temáticamente encontradas, configurándose “Hot Spell” como un melodrama que transita por caminos atribuibles a un Tenessee Williams (o al propio William Inge), mientras que “The Matchmaker” adquiere el tratamiento de comedia ligera, especialmente singularizada por su condición de primera versión cinematográfica de lo que luego sería el conocido musical “Hello, Dolly!”.
Anécdotas aparte, la partitura de North para este dramático film de su amigo Mann (con quien trabajó en numerosas ocasiones) sigue fielmente los cánones impuestos por el propio compositor durante la década de su debut y en los que había quedado un tanto atrapado tras haber abordado sin solución de continuidad toda una serie de dramas protagonizados por unos personajes provistos de una caracterización sicológica proclive a la más intensa introspección, caso del mismo “Un Tranvía Llamado Deseo” que le dio a conocer, pero también de “Muerte de un Viajante”, “La Rosa Tatuada”, “Mañana Lloraré” (estas dos últimas también con Mann) o “El Largo y Cálido Verano”. Algo de lo que fue muy consciente visto el viraje que a continuación daría a su carrera (sin desdeñar nunca su predilección por el melodrama más intenso y desgarrado al que todavía aportaría partituras de la magnitud de “El Ruido y la Furia”, “Vidas Rebeldes”, “Su Propio Infierno”, “Cuatro Confesiones” o “¿Quién Teme a Virginia Woolf?”), participando en grandes superproducciones épicas durante la inmediata década siguiente y entre las que se contarían grandes obras maestras de la música de cine como “Espartaco” y “Cleopatra”. Contando, pues, con un potente tema principal que sigue a pies juntillas los patrones del modelo establecido en la citada “Un Travía Llamado Deseo”, North combina un motivo de evidentes reminiscencias jazzísticas protagonizado, como en aquella, por un llamativo solo de trompeta, acompañado de un desarrollo de la cuerda más convencional que ubica el estilo en el mainstream hollywoodiense de la época, obligado objetivo que se concreta del todo con el segundo tramo del fragmento, más escorado hacia unos apropiados aires costumbristas que contextualizan el paisaje urbano en el que se desenvuelve Alma, la protagonista ama de casa aferrada a su pasado de juventud en el que, según su idealizado recuerdo, la vida resultaba mucho más fácil y sencilla. Prueba de las dificultades cotidianas de la protagonista y de la complejidad introspectiva con que North aborda el personaje es el siguiente corte titulado irónicamente “Happy Birthday” como contraste tanto de la secuencia fílmica como del contenido musical que la acompaña, muy breve (no llega al minuto) pero basado en una abrupta irrupción disonante del piano y la percusión acompañados de una pequeña pirámide de metal, seguida de un “doloroso” solo (en registro grave) de clarinete y la intervención de la cuerda. La pauta de los personajes y el dramatismo inherente a sus relaciones quedan, de esta manera, establecidos inmediatamente. Como ocurre a continuación en “Reminiscence Theme”, provisto de una mayor extensión expositiva con la que presentar, como le corresponde, el tema de Alma (el fragmento alcanza casi los cuatro minutos) al reforzar esa idealización del pasado de la protagonista con una orquestación dulce basada en detallistas efectos de percusión (campanitas, triángulos, xilófono) y una cuerda y un viento-madera (sobre todo, flautas y clarinetes) que conducen a la expresión de esa añoranza que manifiesta la protagonista sobre su pasado, en la que unos pequeños pizzicatos muestran la energía y vitalidad de una juventud ya perdida.
El ejercicio introspectivo prosigue con “The Lonely Woman”, un bloque de casi cinco minutos en el que la sensación de desamparo es transmitida en primer lugar por solos y diálogos entre flauta, clarinete, oboe y violín, a los que se unen algunos detalles tímbricos, incorporándose, a medida que la secuencia se vuelve más intensa, la cuerda e, incluso, la percusión, para finalizar con la introducción del motivo principal en clave jazzy pero ejecutado “en piano”, es decir, sin estridencias y en un perfil orquestal bajo. Justo lo contrario de la perspectiva diegética de la señalada “We Never Close”, vibrante tema de jazz que tonifica la densa atmósfera que poco a poco se apropia de la obra, pues el dramatismo que aflora se va tiñendo de complejidad en pasajes como “The Truth Hurts”, hipnótico y desasosegante; “Jack Leaves”, con un solo de violín sinónimo de desesperación cuando no de locura (en la medida que lo acompaña una insistente nota grave ejecutada al piano) antes de alcanzar un desgarrador crescendo; y, especialmente, en “Alma´s Story / Goodbye Jack”, extenso fragmento de ocho minutos en el que North insiste en su primera parte en la ensoñación adolescente de Alma repitiendo casi paso a paso la estructura del “Reminiscence Theme”, del que tan solo se diferencia por el contraste que presenta el desarrollo de su segunda sección, mucho más intensa (clarinetes en registro agudo), y con la cuerda y el metal (con algún toque de los timbales) en progresivo crescendo esgrimiendo variaciones del motivo principal. La acción finalmente se desencadena en el breve pero complejo fragmento “News About Jack”, en el que el trágico desenlace golpea a la protagonista, representado musicalmente mediante un epatante gong y la ligera y sutil distorsión del tema de “juventud” a fin de lograr el necesario clima onírico requerido antes que, definitivamente, Alma asuma y resuelva, en “Memories Fade”, donde el mismo motivo se escucha más afirmado y resuelto, la realidad de su nueva situación, metáfora de la cual es la vigorosa disposición de la expansiva orquestación del “End Title (Original)”, mucho más expresiva que el definitivo “End Title” (con la orquesta dirigida por Irvin Talbot) que finalmente reemplazó al original en el film.
El cambio de registro que supone la partitura del veterano Deutsch provoca la fractura en la continuidad de la escucha y descoloca un tanto al melómano debido a la inversión de la nueva perspectiva musical. No se trata, sin embargo, de ningún impedimento grave que obstaculice al aficionado a proseguir con la escucha y habrá, incluso, a quien le parezca acertado el contraste en la medida en que considere que oxigena la opresiva indagación dramática perpetrada por North en la partitura anterior. Como quiera que sea, Deutsch propone como tema central el “Prelude (Main Title)”, expuesto en formato de polka, primero, y de vals, después, que en su aspecto más puramente diegético volveremos a encontrar en “The Matchmaker Polka” y en “The Yonkers Polka”, y en un desarrollo más interesante, ralentizado y jugando con los silencios, en “Flirtation”, logrando una atmósfera de gran lirismo derivada de una orquestación apoyada en la cuerda y el viento-madera a la que no serán ajenos ciertos toques de originalidad como el empleo del xilófono. Es una manera de introducir al espectador en la ligereza de la trama, toda vez que se contextualiza el entorno decimonónico en el que se desarrolla la historia.
Sin embargo, pese a la intenciones explícitas de las pistas anteriores, los fragmentos que siguen al incial, “Soliloquy No. 1 (Mrs. Levi)/Van´s Store/Trap Door” y “Soliloquy No.2 (The Barber)/Soliloquy No. 3 (I´ll Give You a Good Day)/Bloomers”, son mucho más elocuentes respecto del tratamiento incidental de la partitura pues el compositor aborda, partiendo de una propuesta de características delicadas que semeja una “caja de música” (asociada a los soliloquios y que, por tanto, volverá a hacer acto de presencia en “Love and Spirits/Soliloquy No. 6”), unas formas mayormente costumbristas condimentadas de breves scherzos y pizzicatos con los que salpicar de suspense las chanzas derivadas de los líos y equívocos propios de la práctica casamentera. En este sentido, la citada ligereza costumbrista propicia el uso del viento-madera como la vía instrumental más indicada para el trato de las imágenes, dejando el metal (el trombón, el saxofón y las trompas) con un protagonismo esporádico, y redondeado todo ello de una riqueza tímbrica muy expresiva, caso de “Quick Disguise/In Hiding/Soliloquy No. 4” y “Mrs. Levi´s Discovery/No Room for Sneezes”, cuyos resultados se asemejan por momentos a algunos planteamientos de mayor modernidad (los empleados por John Addison en la inmediata década siguiente). Los dos cortes finales de la partitura, “Something Rotter in Yonkers” y “The Proposal/Finale”, resuelven el envite, el primero de un modo dinámico, participando de la combinación de scherzos y percusión (unos ajustados timbales), y el segundo apelando nuevamente al costumbrismo como metáfora de la recobrada normalidad tras un reflexivo y evocador solo de trompa y una breve exposición del motivo central dotado del lirismo más intenso.
Al estar la partitura presentada en sonido monoaural el colorido de la textura orquestal resulta un tanto apagada, motivo por el cual se ofrecen como bonus cuatro cortes aleatorios, a modo de suite, que sí están en estéreo y entre los que se encuentra tanto la secuencia inicial, “Van´s Store/Trap Door”, como la final, “We Walk to Yonkers/Finale (Alternate)”, así como un ejemplo de los soliloquios indicados (en concreto el “Soliloquy no. 3”), con una evidente mejora en la exposición, más ajustada y fiel a la idea original, plena de vivacidad y riqueza tímbrica (del que es buen ejemplo el citado sonido de la “caja de música”). Remate definitivo de un disco que más allá del señalado contraste temático de su contenido y de los aspectos que implican a los seguidores de ambos autores (especialmente de North, mucho más conocido y con mayor discografía) respecto a sus propias colecciones domésticas, ofrece un interesante contenido musical, el cual aún no siendo especialmente novedoso ni original, pues en el caso de North se trataba de una fórmula un tanto reiterada y en el de Deutsch no pasa del encargo genérico, sí confirma, en cambio, los estándares de calidad que estos compositores consiguieron ofrecer regularmente se tratara del envite que fuera y que, a la postre, los convirtió en lo que son: auténticos clásicos.
21-mayo-2013
|