Ignacio Garrido
Paladín del género de terror durante las tres últimas décadas, Christopher Young ha sabido reinventarse en una industria cambiante e implacable, renovando su ropaje pero manteniendo siempre la buena percha. Se ha asomado a todos los géneros con la capacidad camaleónica de un artesano destacando no por originalidad pero al menos si por contundencia en la acción, lo que le ha granjeado algún que otro pico comercial -"The Core", "Swordfish", "Spiderman 3"- con el que mantener a flote su nombre en el turbulento océano del mainstream, al tiempo que amigo de sus amigos ha sabido esforzarse en buscar proyectos a su medida cumpliendo siempre con unos mínimos musicales de buen gusto y solidez profesional. Acostumbrados a esta regularidad en su talento, podríamos pasar por alto el logro que supone mantener en nuestros días su posición en Hollywood sin renunciar a ser un auténtico compositor de música. Sería un error, más todavía si atendemos a la recuperación de creaciones tan estimulantes como la que nos ocupa.
"Hush" no deja de ser un telefilm de sobremesa medianamente bien ejecutado, pero en sus exiguos mimbres dramáticos el músico encuentra una veta emocional inspirada y dúctil con la que trabajar a tantos niveles como su propia capacidad narrativa (y no los convencionalismos fílmicos a los que se adscribe la cinta) le permite. Y estos resultan ser bastante más interesantes que sus homólogos visuales si atendemos al derroche temático y melódico que su imponente bloque de apertura nos ofrece, resumiendo conceptualmente la obra en una espléndida suite de más de dieciocho minutos tildada como la propia película. En esta pieza, la más extensa del disco, Young encadena una tras otra las ideas con las que vertebrará su creación; desde la nana de cariz infantil de origen popular -inequívocamente titulada "Hush little baby"- de su apertura, pasando por la melodía pastoral que hará las veces de tema de amor, el inquietante y lúgubre réquiem sostenido para coro femenino o un cinético y portentoso fragmento sincopado que describirá la angustia y huida de la joven protagonista de las garras de su suegra.
Tras este arrollador comienzo el disco desgrana, en una ejemplar e inteligente muestra de secuenciación musical, la sucesión independiente de dichas ideas expuestas y hace de su desarrollo el motor emocional de la trama que evoca, empleándola más como guía inspiradora que como delimitador margen secuencial. De ello se extrae la extensa construcción lírica de "Litte Baby", más cercana a un reflejo musical del deslizamiento del amor hacia la sospecha que al acompañamiento de escena cinematográfica alguna. Lo mismo encontraremos en la magnífica "Don´t", un tour de force de contención subliminal conducido por unos chelos inconfundibles al tiempo que una nueva melodía para delicado piano surge (la versión más extensa de la misma la encontraremos en la siguiente pista "You" con variación en modo scherzo a la Williams incluida) arropada por una cuerda mecida por la inquietud, se abandona a la abstracción pianística youngiana y da paso al exquisito esbozo del tema de acción y posterior introducción coral con coda misteriosa. Todo un ejemplo de mixtura genérica pulcramente orquestado y ejecutado.
El compositor no enseña abiertamente sus mejores cartas en el género en el que queda enmarcado el largometraje hasta "Cry", en el que su talento para generar inquietud se torna en miedo. Violines en glissandi, arabescos aparentemente inconexos al piano, coros susurrantes o arrebatos de la cuerda que quedan molestamente ahogados en una calma aparente consiguen configurar una pieza desasosegante que tiene su continuación directa en "Mama´s Gonna", otro fragmento largo y denso. En el mismo la cuerda comienza a interactuar de modo más oscuro con el metal, sugiriendo variaciones para piano y chelo que desembocarán en un angustioso y asfixiante diálogo polifónico catartizado en una sucesión de pulsátiles ritmos para cuerda de menor y mayor intensidad. En su impredictibilidad y magistral imbricación de ideas, desde melódicas hasta atonales, desde tensos instantes sostenidos hasta malsanas sugerencias motívicas, Young demuestra en este bloque su magisterio en el género y el por qué de su titulo honorario como genio del suspense y el horror.
Finalmente el drama estalla en "Buy You", donde la melodía de acción adquiere su frenetismo más arrollador, convirtiéndose en un vibrante ejercicio de polirritmia y urgencia y por ende en una de las pistas más memorables del músico en esta vertiente. "A" cierra de modo circular, como suele gustar al compositor, la trama expuesta ejecutando para ello una exuberante versión del tema de amor enriquecido por florituras en la cuerda y unos elegantes metales. Una bellísima conclusión que deja entrever de modo sutil en su punto final un toque de ambivalencia. A modo de bonus track, el propio Christopher Young reelabora, con motivo del esperado lanzamiento oficial -pulcramente alumbrado por Intrada- de este trabajo, una nueva suite de concierto con todo el material más destacado del mismo estructurado en función del sentido y desarrollo musical autónomo que el propio autor considera idóneo. Sin duda son los mejores "End Credits" que jamás pudiera pedir el aficionado para dicha banda sonora. Un regalo adicional que puede verse como la guinda de un pastel de sabor inmejorable.
23-enero-2013
|