Frederic Torres
Pese al ámbito restringido de su difusión y los condicionantes derivados de su formato televisivo esta partitura del joven compositor Arnau Bataller, concebida para la mini-serie de dos capítulos emitida por la TV3 (curiosamente los títulos de la carátula trasera del compacto están en castellano y en inglés), además del reconocimiento obtenido de parte del IFMCA (Asociación de la Crítica Internacional) al resultar ganadora en el apartado a la mejor partitura para serie de televisión, fue igualmente destacada en esta misma web el año pasado (2011) en las votaciones efectuadas por gran parte de la crítica nacional después de haber conseguido el propio compositor el reconocimiento como mejor revelación el año anterior, lo que da una idea de la progresiva aceptación que Bataller ha conseguido entre el aficionado, especializado o no. Y a tenor de su ritmo de trabajo también dentro de aquello que podríamos llamar industria (puro convencionalismo, dado lo magro del andamiaje de la actual producción local) tras la carta de presentación del díptico “La Herencia Valdemar”/”La Sombra Prohibida”, así como de la agradable “Héroes” intermediada entre ambas. El sello Saimel se atreve una vez más con la edición del disco que permite la continuidad en el seguimiento digital de la carrera del compositor valenciano afincado en Barcelona añadiendo, de paso, una nueva pieza en la monumental tarea que significa, desde tan modesta posición, la edición continuada contra viento y marea (desigual competencia con las grandes superficies, con la venta especializada por internet o con los costes de producción y distribución) de discos de música de cine en un país como el nuestro asolado, además, por una crisis económica de proporciones dantescas.
Esta heroicidad de parte de su responsable, Juan Ángel Saiz, en la arriesgada apuesta por los compositores locales (Carles Cases, José Nieto, Roque Baños, Eva Gancedo, Mateo Pascual, Lluís Ivars, Lluís de Arquer o el mismo Bataller son habituales en su catálogo) permite el disfrute de una partitura que destaca con todo merecimiento por sus propias cualidades superando el marco de la actual moda de seriales de corte histórico que se impone en el medio, desde las foráneas “Los Pilares de la Tierra”, “Un Mundo Sin Fin” o “Juego de Tronos” a las más locales “Hispania”, “Águila Roja” o la actual “Isabel”. Más allá que en “Ermessenda” se narren los avatares de la princesa que da nombre a la serie, interpretada con la habitual solvencia que la caracteriza por Laia Marull, durante un periodo especialmente turbulento de la historia medieval de Cataluña a caballo entre los siglos X y XI y, no obstante tenerlo en cuenta con algún elemento de características arcaizantes que inmediatamente sitúan al espectador en aquella época (como se puede apreciar en el inicio de “El Conde Vuelve Herido” o “Tú Serás el Rey”), este contexto no supone para Bataller una circunstancia que haya mediatizado su trabajo pues se caracteriza por una aproximación totalmente dramática establecida a partir de unos conceptos melódicos, armónicos y tímbricos plenamente actuales alejados de cualquier historicismo. Este posicionamiento se evidencia desde los mismos créditos que abren el disco, en “Ermessenda”, otorgando el protagonismo a un coro, de adecuados tonos evocadoramente tristes con que acompañar la soledad de la reina, que se apoya en los registros más graves de la cuerda (los violonchelos y los contrabajos) con el fin de lograr un acercamiento a los personajes protagonistas huyendo de las grandilocuencias que este tipo de relatos suelen comportar, centrándose mayormente en los componentes elegíacos. En la misma línea aunque provisto de mayor dinamismo por las características del personaje es el motivo dedicado a “El Abad Oliva” (un Lluís Homar en un papel en el polo opuesto al malvado oficial romano de “Hispania”), elaborado sobre un lecho de suaves scherzos y un coro femenino que pese al giro sombrío y atonal que se aprecia mediado el fragmento, recupera en su tramo final ese tono elegíaco que caracteriza la partitura.
De hecho, Bataller explica en las notas del disco que busca potenciar la sección de cuerda de la orquesta y, en especial, la correspondiente a los componentes de registro más grave con el fin de obtener, por un lado cierta calidez con la que aproximarse a la fragilidad de Ermessenda, una mujer de gran poder para la época en la que reinó, empleando para ello sordinas en la cuerda, y contraponerla por otro a la densidad dramática resultado de la gravedad de los instrumentos de cuerda mayor mencionados a costa de provocar con ello una intencionada “descompensación” (en palabras del propio compositor) con la que obtener los deseados efectos dramáticos. El resultado se aprecia en pistas como “Ermessenda, ¡Me Muero!” y especialmente en “No puedo luchar contra mis deseos”, caracterizados ambos por una sonoridad “etérea” que participa de elementos percusivos pero también del apoyo del teclado (a cargo de Bataller), así como de la designación de un especial protagonismo de los solos de viento-madera a cargo de flauta y oboe. Con ello (y la ayuda del sector femenino del coro) se alcanza una aproximación íntima que está en la raíz misma de la obra fílmica, más pendiente de las emociones y sentimientos que pudiera haber albergado la mujer gobernante que no de los avatares propiamente históricos en los que tuvo que terciar. Un paso más en este sentido lo da “Vieja y Sola”, en el que destaca un inicial solo de arpa, o también “Lo He Perdido Todo”, en el que la sección femenina del coro vuelve a otorgar un carácter especial al fragmento.
Con todo, Bataller no desdeña ilustrar los diversos aconteceres que los protagonistas deben afrontar (y que sustentan la narración) aportando efectivos recursos con los que impulsar la relación entre música e imagen, como es el caso de “Lucha y Muerte de Berenguer”, en la que adquiere protagonismo la percusión (los timbales) y la sección masculina del coro; mostrando un mayor empaque orquestal en “Tú Serás el Rey”, con una medida percusión y la participación del coro para completar un majestuoso tutti orquestal; atendiendo los frentes incidentales que se relatan en “Problemas”, alternando solos de flauta y violonchelo con recurrentes crescendos orquestales; o en “Conspirando”, en la que se insta al desarrollo de la trama con una funcional combinación entre la percusión sintetizada y la cuerda arcaizante. Todo ello antes de retornar a la intimidad dramática desde posiciones evocadoramente reflexivas (gracias a la cuerda y el oboe) que desembocan en un crescendo definitivo en el que nuevamente colabora el coro, pero también el metal. La pequeña y evocadora suite que constituye el “Epílogo” final condensa la nitidez de propósitos de una partitura que probablemente en otras manos hubiera pasado, casi con total seguridad, desapercibida antes de sumirse en el más puro olvido y que, en cambio, le ha proporcionado a Bataller un merecido reconocimiento que, aunque minoritario, no hace otra cosa más que confirmar la progresión de un compositor en constante alza creativa. Solo hay que prestar atención a este estimable disco para percatarse de ello.
6-diciembre-2012
|