Ignacio Garrido
Escuchando la suite programática en la que se ha convertido la partitura rechazada de John Corigliano para el film de Martin Campbell "Edge of Darkness", uno toma consciencia de hasta que punto una gran creación musical apenas tiene cabida y choca frontalmente con los patrones estéticos del Hollywood contemporáneo. Componer música excepcional está al alcance de muy pocos, conseguir que esa música se acomode a las imágenes cinematográficas actuales es directamente una utopía. De este modo somos afortunados de poder contar con iniciativas tan estimulantes y admirables como la llevada a cabo por la casa Perseverance, respaldando la conversión de trabajo fílmico rechazado a obra autónoma publicada en formato disco. Una sucesión de grandes tragedias y pequeños milagros que da por resultado una obra inconfundible, soberbia, que podemos disfrutar libre de ataduras y emplear como baremo artístico para medir la debacle de la música de cine en el seno de una industria atacada y despedazada por sí misma, capaz al tiempo de una fascinante bipolaridad perpetradora de la existencia de composiciones como la aquí comentada.
Tampoco parece casual, dado el buen gusto y normalmente acertada mano a la hora de escoger a los compositores de sus películas (recordemos el trepidante Newton Howard de "Vertical Limit", el colorista Horner de los dos "Zorros" o el renovado brío de Arnold para el reinicio de la franquicia bondiana con "Casino Royale"), que Campbell se interesase por un compositor superlativo pero inequívocamente apropiado para la historia que la fallida cinta narraba. La tragedia de una pérdida inasumible y la posterior rabia y venganza que ésta genera hasta la redención final del protagonista se entrevé como homóloga a varios de los trabajos más poderosos de Corigliano, tanto en su vertiente concertística más laureada (Sinfonía Nº 1, “Of rage and remember”), como alguno de sus escasos acercamientos audiovisuales (Revolution). De este modo y dando por sentada la idoneidad de la asignación, parece maquiavélico pensar en una horda de siniestros productores en la sombra dejando a director y compositor hacer a sus anchas pero teniendo en mente de antemano la eliminación de una partitura cuyo lenguaje, aunque moderno y perfectamente lícito para con las imágenes de un thriller dramático como era el caso, sin duda se desmarcaba en su visceral potencia emocional tanto en lo melódico como, en su tremebunda asimilación de la violencia e ira generada en el personaje central. Así pues no quedan sino elucubraciones varias enrededor de las motivaciones finales de la productora para apartar por completo el score creado por el ganador del oscar por "The Red Violin" en favor de una mucho menos contundente y profunda aportación de Howard Shore, quizás más dinámica, narrativa -a un nivel más superficial y cinematográfico- y asequible a los estilemas del noir con pizcas de drama en el que queda diluida finalmente "Edge of Darknes" la película.
Sea como fuere, la composición de Corigliano se vertebra sobre la omnipresencia ya sea directa o esquiva de un bernsteiniano (Leonard en esta ocasión) tema central de exacerbado lirismo que hace su aparición estelar e inmediata en la primera pista del disco, "His daughter´s death", sobre clarinete y flauta seguida de una lánguida rendición para cuerda. Dicho tema adquiere pronto los tintes no solo de un lamento, sino también de un inaprensible vacío gracias a ecos de campanas y extrañas voces en la madera que dan paso al primer estallido de ira para metales y percusión de firma inconfundible. Un segundo motivo de cariz más infantil y primario aparece en el siguiente corte, "Reflections", asociando el recuerdo de la hija perdida a una felicidad que se aleja girando sobre sí misma. Este concepto se refuerza con la aparición de una variación del mismo sobre la estructura de una melodía recuperada de una caja de música o una suerte de carrusel fantasmagórico. La evolución de esta idea aparecerá en la delicada pieza "Family Shave" en la que a vibráfono y cuarteto se le superpone el tema central a violín. Subsiguientes versiones sobre el tema central en "Her home" con protagonismo de los chelos y unas inquietantes reberveraciones unidas a ritmos asimétricos completan el deslizamiento de la pena hacia la rabia, intercalando ambas ideas con elegancia.
La violencia se desata progresivamente en "Pursuit", primero a modo de reverberación creciente, luego con trémolos, sordinas y metales antifonales hasta alcanzar un exultante ejercicio de polirritmia donde a un vibrante diálogo de metales y cuerda se le van añadiendo un ejército de percusiones. El resultado es uno de los más estimulantes pasajes de acción escuchado en años que rememora los grandes momentos del género de la mano de Kamen y Goldenthal (no por error este último alumno de Corigliano). La continuación de esta vertiente agresiva mezclada con una suerte de lastimosa pena la encontraremos tanto en "Her friend´s death" con una brutal explosión orquestal en cuya brevedad radica su potencia, como en la contención y urgencia de "The Escape". En contraste a este material más contundente tenemos "Hideout", donde sobre un sencillo motivo de dos notas se construye un etéreo y difuminado pasaje de aire impresionista.
Muy interesante también resulta el desarrollo de la segunda mitad de "A sober story", en la que se va edificando sobre un deconstruído tema central un esbozo marcial rítmico, una especie de llamada a las armas que se reconfigura sucesivamente más estructurada y poderosa según la melodía adquiere sus formas con mayor precisión y desgarro. Y el clímax dramático llega con "Revenge", un crescendo polifónico donde la rabia estalla primero metálicamente y tras un breve recordatorio del tema secundario asociado al recuerdo infantil, lo hace la orquesta al completo de modo cuasi apocalíptico con las primeras notas del tema central. El excelso cierre de "Reunification" recupera el motivo impreciso de dos notas, cuyo purgatorio intermedio sugerido ofrece ahora, nunca mejor dicho, el paso hacia la luz; la redención de una luminosidad extasiante con la versión más exquisita y suntuosa de la melodía principal. Primero con oboe, luego con una cuerda de infinitos recursos e inflexiones y finalmente con la intervención de una delicada voz femenina de tersura maternal. Un cierre circular muy adecuado no exento de cierta belleza trágica. Llegados a este punto merece la pena apuntar un par de nombres propios en la ejecución de la partitura, que no son sino su batuta, el insigne Leonard Slatkin y el poderío sin mácula de la London Metropolitan Orchestra, dos pesos pesados en sus respectivos terrenos de sobrada y probada valía.
De la edición discográfica se encarga la mencionada Persevereance, de intermitente pero selecta -por norma- producción musical en lo que a bandas sonoras se refiere. En este caso el lanzamiento de un trabajo inédito perteneciente a uno de los más grandes compositores vivos se antoja en cierta medida modesto dada la calidad y renombre del autor, con una elaboración conceptual artística escueta y discreta que centra sus bazas en la propia obra, soslayando un envoltorio de mayor empaque, al menos a la altura de la música que encierra. En cualquier caso cumple con los mínimos; píldora biográfica, comentarios del músico y un par de pinceladas sobre la creación. Suficiente como para que el producto, sin llegar por otro lado a la altura (no se aprecia en el conjunto fragmentos verdaderamente memorables no escuchados antes a lo largo de la carrera de John Corigliano ni ideas innovadoras en su lenguaje) de sus anteriores aportaciones para el cine, se antoje absolutamente recomendable para amantes de la mejor música de cine (im)posible en las pantallas de hoy día.
15-octubre-2012
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