Ignacio Garrido
Michael Kamen ejemplificó la humanidad y la pureza musical dentro de la banda sonora comercial hollywoodiense como pocos autores lo han hecho. Dotaba cada trabajo que abordaba, independientemente de su género de adscripción, de una intensidad y pasión sonoras casi imposibles de encontrar hoy día en la música de cine. Se le echa mucho de menos y es por ello que ver recuperado cualquier trabajo suyo inédito, por muy inferior que pueda resultar a priori como es el caso de los lanzamientos de la compañía Intrada, sabe a gloria en plena época de no sólo mediocridad imperante, sino de prácticamente lobotomía autoral global que obliga a los resignados, otrora auténticos, compositores a mimetizarse con la moda del diseño sonoro y los patrones rítmicos impuestos por Zimmer, que parece ser casi el único músico del mainstream capaz de afrontar el reto de la reinvención y salir airoso del mismo las más de las veces.
Por contra Kamen nunca tuvo que jugar a no ser el mismo para sobrevivir dentro de la industria, y aunque viese su estrella perder algo de lustre con el paso de los años jamás claudicó ante imposiciones que amputasen la cualidad artística de su música. Porque compuso siempre música. Su aproximación sinfónica, expansiva y romántica para "Back to Gaya" afirma con rotundidad esta verdad, aun siendo la propia banda sonora un auténtico collage de ideas del músico adaptadas y aderezadas por su séquito de amigos y colaboradores como medio de rendirle tributo dentro de la última cinta que vivió como encargo profesional. Al poco de iniciar el trabajo en ella y con tan sólo un par de ideas esbozadas fallecería tan querido y admirado músico. A partir de ahí lo mejor es dejar que cada interesado disfrute del proceso de elaboración y respeto (narrado en el libreto de la estupenda edición discográfica de la casa de Mikael Carlsson, Movie Score Media) a través del cual se creó la partitura ahora comentada, todo un acto de amor hacia el autor de Profesor Holland.
El arranque de la partitura resulta tan definitorio como emotivo para los seguidores del músico, con una melodía heroica y épica para metales sobre ese inconfundible ritmo aventurero para cuerda con el que Kamen dio cuerpo a los momentos más emocionantes de Brazil o Robin Hood, siendo este tema presentado en el "Main Title", prácticamente una versión alternativa del central para las peripecias del bandido de Sherwood. En esta misma línea majestuosa y heráldica se encuadran los vibrantes "Flying" y "Fireworks", que enmarcan el delicado y elegante tema de amor que se esgrime en "The Kiss" con deliciosos retazos de un encantador mickey-mousing que planearán a lo largo de la banda sonora en diversas pistas como "Snurks", "The Toy Store" o "Find a Way In". No obstante la versión más colorista y emotiva de este tema aparecerá en "Switched On", y a modo de coda en "The Mayor Runs".
La patente ominosidad de "The Professor" dibuja con mano diestra el tono lúgubre y oscuro de la trama dejando paso a una psicológica y amenazadora disección emocional con su desarrollo posterior. Por contraste encontramos en fragmentos como "The Race" una contagiosa animosidad de rítmica pegadiza y en "Baby Chase" un ejercicio de incidentalidad bufa que ejemplifican la contundencia del compositor en la música de acción, algo que alcanza la categoría de palmario en la soberbia pista "The Vortex", uno de los momentos más destacados del score. Otros como "So Unusual", "Night Flight" o "Robot Chase" ejecutan exquisitas variaciones que sin aportar demasiado sostienen el buen hacer de los colaboradores en el empleo temático del material de partida y profuso conocimiento de los rasgos identificativos de la música de Kamen.
Guiños referenciales a las constantes estilísticas del responsable de "Arma Letal" como "Wrecking Ball" (con cita directa a su "The General´s Car" de la mencionada película) o pasajes algo desdibujados, reiterativos en su construcción y sin la fuerza de los momentos más destacados como "Rat Chase", "Free Will" o "Big Dump" dejan entrever una cuidada elaboración ajena exenta de la inspiración primigenia del músico -comprensibles teniendo en cuenta el proceso de creación de la obra- y dejan algo cojo, carente de homogeneidad, al conjunto sin que por ello se resienta su audición y disfrute, pero si descienda algo su calidad global.
Si con la soberbia "The Iron Giant" Michael Kamen había demostrado su sobrada capacidad para musicar cintas de animación con distinción y poderío, el testamento final que supone "Back to Gaya" ratifica las enormes virtudes de su música en este campo y lo mucho que aportaba su firma a cualquier película en la que participase. Pese a no contarse finalmente este trabajo entre lo más granado de su última producción (como tampoco lo fueron pese a su consistencia "Looney Tunes" para Goldsmith o "The Legend of Butch and Sundance" para Poledouris) no deja de ser un sólido canto del cisne con el que atestiguar la clase y categoría de un músico irrepetible.
15-mayo-2012
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