Pablo Nieto
En plena luna de Halloween uno sigue preguntándose si realmente llegó a existir el Elfman de “Batman”, “Pesadilla Antes de Navidad” o “Eduardo Manostijeras”. Cualquier observador imparcial analizando el resto de su carrera, durante estos últimos 20 años, a buen seguro que dudaría incluso de la autoría de esos trabajos por parte del pelirrojo tejano. Pero esta es una reflexión que hace años que todo aficionado se ha hecho ¿Dónde está el Elfman postromántico? ¿A dónde fue su sinfonismo gótico-coral? Irónicamente, al igual que el atractivo y la calidad de su música ha caído en picado, su prestigio en la industria ha ido creciendo hasta convertirle en todo un icono pop en la actualidad.
Más allá del reclamo de su música está la repercusión de su nombre, y sólo en ese universo creado por el Big Bang de Hollywood, donde las apariencias son más relevantes que el resultado final, puede entenderse la posición de Elfman en la industria actual. Para esta mezcla imposible entre “Rocky” y “Transformers”, protagonizada con dignidad por Hugh Jackman pero con un guión tan endeble como el previsible intercambio de golpes y moraleja final sobre la redención y el triunfo del sueño americano, Elfman ofrece un producto correcto, con un espíritu rockero imbuido por la omnipresencia de las guitarras que, eso sí, interactúan perfectamente con la clave orquestal de la partitura, añadiéndole una moderada base electrónica y las típicas cuerdas compensadas por las maderas con el injerto coral de una solista de voz angelical como Poe para los momentos más íntimos. Sorprendentemente, a la vista del producto final, algún sector de la crítica lo ha calificado de sobresaliente, pero frikismos aparte, poco favor se le hace a Elfman tratando de equiparar este trabajo con otros scores de su carrera.
Aunque no ha habido sectores que tiendan a conducir la partitura hacia los terrenos de las mejores bandas sonoras deportivas, que nadie espere encontrarse la emotividad de “Rudy”, la motivación de “Rocky” o el magnetismo de “Hoosiers”, y sí un más que aceptable score, equilibrado melódicamente mucho más de lo que nos tiene acostumbre este último Elfman, acudiendo a orquestaciones claras y concisas donde guitarras y baterías marcan el tempo rockero al que se adapta la orquesta. A destacar un interesante tema central, muy correctamente presentado en “Charlie Trains Atoms”, transformado en una imponente fanfarria que adquiere una notable presentación en "Atom Versus Twin Citie" o "Twin Cities´ Intro", dos dinámicos cortes que se convierten en la voz del montaje de los diferentes combates que se van produciendo. Sin embargo, será tanto en “People´s Champion” como especialmente en “Final Round”, donde Elfman se desate regalándonos siete apasionados minutos a base de continuos crescendos donde orquesta, coros y percusiones se unen impulsando el esperadísimo (por previsible) final. Por su novedad respecto de la carrera del compositor, creando un híbrido entre el Poledouris de “For the Love of the Game” y el guitarreo de Trevor Rabin de “Remembers the Titans”, merece la pena disfrutar del clímax musical del score.
Antes, habrá tiempo para deleitarse con los susurros de Poe en “Why We´re Here” o “Parkway Motel”, el intimismo del piano y las cuerdas de “It´s Your Choice”, “For a Kiss” y “Bonding”, pero también para preguntarse por qué un score que suena decentemente, aportando nuevos bríos a la carrera del compositor, se olvida tan rápido. Quizás sea cosa de los tiempos que tocan vivir, donde la cultura es un arte de consumo rápido y desechable, incluso, en ocasiones, reciclable. En el campo de la banda sonora cualquier compositor es capaz de cumplir con el encargo que se le realiza, pero son muy pocos los que tienen la capacidad de conseguir que su obra perdure en el tiempo más allá de un instante de uso profiláctico. Este “Real Steel” se descarga en iTunes, se pasa al ipod y se escucha en el Mcdonalds para a continuación sustituirse por otro producto afín. Hace veinte años lo que parecía impensable ha ocurrido: que la obra de Danny Elfman involucionara en vez de evolucionar.
6-diciembre-2011
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