José-Vidal Rodriguez
El género del terror es uno de los que más está acusando la acuciante falta de ideas del cine comercial actual, maltratado con el escarnio de decenas de remakes que poco o nada aportan a un panorama francamente triste. El caso de ”Don´t Be Afraid of the Dark” no parece desviarse demasiado de esta tendencia global. Aunando los viejos tópicos de casa encantada y miedo infantil, Guillermo del Toro escribe y produce este relato basado en un telefilme de finales de los 70, que el debutante Troy Nixey dirige con corrección pero sin demasiada garra, convirtiendo en previsible una historia que ya nace viciada por los clichés de una temática demasiado recurrente. Pese al maltrato de público y crítica, no cabe duda que dentro de los atractivos del filme figura con letras mayúsculas la banda sonora firmada en esta ocasión por el tándem formado por el habitual en el género Marco Beltrami y el incipiente Buck Sanders.
Mientras que su relación se remonta allá por finales de los años 90, periodo en el que Sanders comenzó su trabajo como asistente, programador electrónico de Beltrami y compositor de música adicional en algunos de sus scores, no es hasta 2009 el momento en el que el músico de Mississippi comienza a figurar acreditado. Su nominación al Oscar junto al italoamericano por ”The Hurt Locker”, no quedaría exenta de polémica ante el carácter mínimamente intrusivo de la música y su práctica equiparación a meros efectos sonoros. Lo cierto es que el acabado de encargos posteriores compuestos por la pareja (”Max Payne”), no han ayudado precisamente a consolidar la nueva asociación creativa surgida.
”Don´t Be Afraid of the Dark” es, sin embargo, la cinta que quizás reivindique definitivamente a Sanders como fiel escudero de un caballero Beltrami cuyo prestigio, últimamente puesto en entredicho, también recupera enteros ante la calidad de la partitura. Plantead0 como ejercicio de suspense con ciertos clichés propios del género de horror, el score denota no obstante un discurso alejado del efectismo. No estamos ante un trabajo que busque a toda costa el énfasis o el sobresalto, sino que Beltrami/Sanders se preocupan por adoptar una posición moderada al acudir a una atmósfera de fantasía que compensa de modo brillante los bloques (inevitables) de puro subrayado incidental. Esta es una de las principales virtudes del encargo, y quizás en esta aproximación tenga algo que ver el productor de la cinta, Guillermo del Toro, principal valedor de la pareja y firme defensor (atendiendo a su filmografía), de ese terror musical no expreso en el que se encuadra este trabajo, al igual que lo hacían bandas sonoras de su filmografía anterior (caso de "El Espinado del Diablo" o "El Laberinto del Fauno").
Tanto el aspecto señorial de la casa en donde se desarrolla la acción, como los luctuosos hechos pasados que sirven de soporte a la trama en el presente, explican el acierto del dúo Beltrami/Sandrs a la hora de aplicar un color eminentemente sinfónico a sus propuestas. El tema dedicado a Sally se erige en la piedra angular de la partitura; unido en principio a la joven protagonista, lo oiremos sin embargo voluptuoso y valsístico en "Gramophone Lullaby", para luego integrarse de modo brillante en la marcha semigrotesca incluida en los títulos de crédito iniciales. Siendo la melodía que suena en la lámpara que protege a Sally de la oscuridad de su habitación ("Lamb Lamp Lambency"), su importancia en el conjunto es indudable (incluso en sus propósitos diegéticos), como también lo es su contra tema, la figura a cuerdas que aparece en el arranque de los "Main Titles" y que constituye el diabólico y breve motivo asociado a las criaturas que habitan los sótanos de la mansión. Su aparición coincide con los instantes más logrados del trabajo, como lo atestiguan los cortes "Sally Leaves", "Gardener Gets Snipped" o "The Library", en donde Beltrami vuelve a homenajear a su mentor Jerry Goldsmith con unos patrones rítmicos en los que cuerdas, percusión y bronces conforman una limpia orquestación sobre la que emergen expresivas atmósferas de suspense.
En este sentido, la música alcanza momentos de tensión creciente dignos de todo elogio, tan pronto como la amenaza de los seres es percibida a ojos no sólo de la niña sino también de los adultos. Es entonces cuando la dulzura e inocencia del tema de Sally quedan relegadas ante la violenta naturaleza del material dedicado a las criaturas y su ataque final, cuya culminación la hallamos en los bloques "Goblins in the Garage" y el auténtico highlight del trabajo, el intensísimo y elaborado "Goblin Trouble". Después de esta espléndida lección de cohesión con las escenas, a la pareja Beltrami/Sanders sólo le resta tirar de oficio para cerrar la obra con la clásica idea redentora ("Return to Blackwood"), dejando un sabor de boca muy grato a todo aquel aficionado que pensaba muerto musicalmente al género del terror.
Pese al excelente acabado del trabajo, resulta curiosa la decisión tomada por el sello Lakeshore. Hace tan solo unas semanas, la discográfica decidió cancelar a última hora su publicación en CD a causa, según cuentan, de los paupérrimos resultados en taquilla cosechados por el filme. Relegada por tanto al formato digital de descarga (otro revés más para el soporte físico), la partitura de este "Don´t Be Afraid of the Dark” devuelve el buen gusto a un ámbito musical azotado actualmente por la convencionalidad y la simpleza más frustrantes, conformando un trabajo que lejos de innovar, recupera y aplica sin rubor las fórmulas que tantas veces funcionaron en el Hollywood de antaño. En su falta de complejos está el acierto; Beltrami/Sanders son capaces de transportar al oyente más allá de lo superficial y dotar al conjunto de una profundidad dramática cuya expresividad logra, aunque sea fugazmente, recordar a aquellos tiempos pasados que indudablemente fueron mejores. No resulta aventurado afirmar, por tanto, que estamos ante uno de los scores de terror más destacados de los últimos años.
31-octubre-2011
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