Ignacio Garrido
Alexandre Desplat sigue sumando muescas a su abultado currículo internacional de reconocimientos variados. Si con la última entrega del niño mago se subió al carro de la franquicia anual de éxito taquillero asegurado, como ya hiciese en la temporada anterior con adolescentes sobrenaturales, con el film que ahora nos ocupa lo hace para con los beneplácitos de la crítica y las posibles bendiciones del tío Oscar. La nominación, ya en el bolsillo, le ratifica un año más, independientemente del resultado final en la concesión de premios, como uno de los valores más seguros de una industria que concede sus favores con tanta veleidad como rauda es en sus olvidos.
Pero como actual ojito derecho tanto de unos como de otros, Desplat se asegura de cumplir con amplio margen de solidez dadas las circunstancias, entregando una obra que aun canónica y poco sorprendente en sus premisas y acercamiento básico, consigue sugerir matices, aportando al tiempo toda la elegancia de una de las plumas (pese al exceso de trabajo) más exquisitas de los últimos tiempos, sobresaliendo además - seguramente al saberse en un film con marchamo de recolector de premios - por encima de sus últimas y más bien descafeinadas propuestas: tanto la agradable pero intrascendente "Tamara Drewe" como la directamente inocua "The Special Relationship".
El lenguaje de aires clásicos y regios que baña la pieza que abre el disco, "Lionel and Bertie", transmite pompa y circunstancia desde la sobriedad más serena, con la cuerda como alma ilustrativa de una aristocracia noble y de rancio abolengo, para pasar al delicado intimismo del piano, que contrasta posturas y sugiere la ambivalencia situacional del protagonista con un sencillez pasmosa. Así pues el carácter humano de la trama se verá expuesto en la liviana agilidad del diálogo entre piano y celesta (tan caros al compositor parisino) que configuran la primera aparición del tema principal, así como en la inseguridad de violines y notas de piano suspendidas con dramáticas intenciones durante "The King´s Speech", un prodigio de desarrollo temático y mutación emocional, cuya hermosa melodía central se recuperará plenamente en "My Kingdom, My Rules" o con brevedad durante "The Royal Household".
Con sus fichas más importantes sobre el tablero, el francés comienza a alternar la emoción contenida con aires de adagio en la melancólica pista "The King is Dead" y su continuación en intenciones durante la calmada "Queen Elisabeth", para pasar al drama más profundo y dotado de cierto poso traumático - subrayado por un lastimoso ostinato al piano - durante "Memories of Childhood". Acto seguido recuperará, perfectamente integradas dentro del discurso, sus habituales intervenciones cíclicas y minimalistas en "King George VI", añadiendo al mismo tiempo unas malsanas y premonitorias cuerdas chirriantes de tintes amenazadores, casi terroríficos, que culminan otra de las piezas más destacables del trabajo.
De este modo la evolución física y emocional del rey se deja notar en "Fear and Suspicion" con un notable cambio de registro sobre el tema central, que pasa casi a juguetón y esperanzado, para completarse su luminosidad en el destacable trabajo rítmico y de orquestación del vivaracho "The Rehearsal", un delicioso scherzo que sirve de preludio a la última intervención original para la banda sonora, el corte "The Threat of War" que cierra ambiguo y solemne la partitura con cierto cariz amargo.
Sin llegar a la inspirada creatividad de "The Queen" o a la arrebatadora belleza de "Girl With a Pearl Earring", por citar un par de ejemplos colindantes en forma y fondo (dramas históricos más o menos realistas), Alexandre Desplat mantiene con "The King´s Speech" encendida la llama de la esperanza para un sinfín de aficionados a la música de cine, que vemos gozosos en él, cómo las formas clásicas - también algo convencionales en este caso, todo sea dicho - pueden darse la mano sin estridencias y una buena dosis de buen gusto con el minimalismo imperante bien entendido y cosido con maña dentro del conjunto musical, así como con una pulcritud y profesionalidad a la hora de abordar cada nuevo trabajo difíciles ya de encontrar.
3-febrero-2011
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